Como jugador, el antioqueño Hernán
Darío El Arriero Hererra fue siempre destacado como el conductor
natural de la selección de fútbol de Colombia antes
del advenimiento de la era de Francisco Maturana y El Pibe Valderrama.
Su juego elegante y creativo lo convirtieron en el
prototipo del jugador colombiano talentoso y alegre.
En el Atlético Nacional se desempeñó
como creador neto pero en el América de Cali que se paseó
por los mejores escenarios del continente en el decenio de los 80
jugó como puntero izquierdo, posición en la que terminó
su carrera.
Su declive como jugador coincidió con las
lesiones que comenzaron a alejarlo de las canchas, al tiempo que la
era de Gabriel Ochoa en el América, de Cali, tocaba a su fin
y se iniciaba el relevo generacional en el fútbol colombiano.
Para quienes llevan el fútbol en la sangre,
nunca hay retiro de las canchas. Dejar de jugar no significa que el
deporte deje de ser la principal fuente de satisfacciones profesionales.
Por eso, para El Arriero hererra su etapa como técnico
de fútbol ha sido tan plena como la de jugador.
Haber llevado al Real Cartagena nuevamente a la División
A del fútbol colombiano, en 1999, y mantenerlo lejos del riesgo
de un nuevo desccenso, son hasta ahora los méritos del técnico
antioqueño.
Herrera goza actualmente del cariño y del
respaldo de la afición de una ciudad como Cartagena, tradicional
epicentro del boxeo y del béisbol en Colombia, pero que por
decenios permaneció marginada del fútbol profesional.
Como buen paisa, Herrera es desabrochado y francote,
cualidades que le han granjeado dificultades con la Comisión
Disciplinaria de la Dimayor, pero que también le han servido
para ser reconocido como un luchador incansable.
El estratega paisa ha logrado mantener a flote un
proceso que se inició desde cuando el equipo buscaba nuevamente
el ascenso a la División A del rentado. Y eso, a pesar de que
varios de los jóvenes valores que han buscado nuevos rumbos
en equipos de mayor jerarquía. Es el caso del samario David
Ferreira, puntal del triunfo en la Primera B en 1999 y actualmente
figura del América de Cali en la Copa Libertadores.
O de la salida del arquero René Higuita, quien
alcanzó a jugar varias fechas en el torneo del año anterior
y fue el responsable de la buena afluencia del público a los
partidos en los que fue protagonista.
El respaldo y el cariño del público
cartagenero ha sido, según Herrera, una de las claves para
que el Real Cartagena haya logrado permanecer en la exigente división
de honor del fútbol, a pesar de contar con un plantel joven
pero entusiasta.
Cumplidas las metas iniciales del Real Cartagena,
permanecer en primera y servir de cantera para el surgimiento de nuevas
estrellas en el fútbol colombiano, vienen nuevo retos para
Herrera y el equipo de La Heroica.
Herrera tiene claro que apenas está en medio
de un proceso a largo plazo, que debe comenzar a rendir sus frutos
en dos o tres temporadas para el cual tiene el respaldo de los directivos.
Las patadas arteras lo llevaron dos veces a cirugía y a largas
recuperaciones de las cuales volvió con su fútbol intacto.
Hoy se hace conocido como técnico, profesión en la que
ya logró el éxito de ascender al Real Cartagena.