La poesia de Rafael Pombo

José Rafael Pombo y Rebolledo (Bogotá, 7 de noviembre de 1833 – Bogotá, 5 de mayo de 1912) fue un escritor, poeta, fabulista, traductor, intelectual y diplomático colombiano.

Amor y ausencia

¡Que dulce sabe el amor
tras el dolor de la ausencia
cuando hay fiel correspondencia
entre amada y amador!

Cuando, en su separación,
cual la amante aguja esclava
del Norte, siempre apuntaba,
uno al otro corazón;

Cuando el sol que alumbra el día,
¡día de eterno desearse!
tan sólo para buscarse
al uno y otro servía,

Y la enamorada bella
soñaba sueños de miel
con su amado, y jamás él
soñaba sino con ella.

Cuando sordos los oídos
y los ojos con ceguera,
cuando de su amor no fuera
les hablaba sin sentidos.

Y querrían que hasta el viento,
en todo tiempo y lugar
les hablara sin cesar
de su único pensamiento…

Y la más preciosa estrella
y el más bello ángel de Dios
era feo para los dos,
porque no era ni él ni ella.

Porque fuera de su amor,
no había mundo ni vida
y era hermosura perdida
cuanto más hizo el Señor.

No vuelvas ni a mi memoria
¡o infierno del mal ausente!
Con razón dice el creyente
que ver a Dios es la gloria:

que el infinito consuelo
que siento al volverte a ver,
me dice cual ha de ser
el de ver al Dios del Cielo.

¡Oh Dios! Hasta en tu rigor
reconozco tu clemencia.
Por tu bondad es la ausencia
resurrección del amor.

¡Tu no sabes, vida mía,
cuan bella te encuentro ahora
y como te ama y te adora
el que apenas te quería!

Como el campo al redimido
bajo de un cielo esplendente,
o como al convaleciente
el bocado apetecido.

Vals

¡Más y más rápida
vuele la música!
¡Más y más agiles
giren los pies!

En abrazo intimo
locos lancémonos
a la vorágine
de la embriaguez.

Amantes hálitos
pueblan la atmosfera,
y al rico estrepito
cimbra el salón.

Y de cien lámparas
los prismas trémulos
arpas eólicas
vibrando son.

Diamantes príncipes
se eclipsan pálidos
al ojo fébrido
de la beldad.

Y en lunas vénetas
hierve a relámpagos
de oro y de purpura,
su claridad.

Del valse al ímpetu
formas angélicas
despiden ráfagas
de tentación.

Mi tipo

La belleza en la mujer
no es cuestión del Padre Astete,
y en que el tal molde la mete
muy bobos nos quiere hacer.

Tal vez querrá colocar,
dos o tres hijas tarascas,
o de amorosas borrascas
a un hijo alegrón salvar.

Mas yo entiendo la cuestión
como estrictamente estética,
y no ha de tachar de herética
ni un Santo mi solución:

Que la norma en la belleza
es variable y contingente,
porque cada cual la siente
según su naturaleza.

La insípida el tonto adora,
el sabio la intelectual,
y cada hombre su ideal
halla en donde se enamora.

Yo, por hoy libre y vacante,
diera el voto a una morena,
forma esbelta pero llena,
con faz correcta y picante.

Ingenua expresión de niña
con ojos de horno que quemen,
y labios de esos que tremen
como provocando a riña.

Belleza meridional
de alma y línea decidida:
no esa inerte y desabrida
de corderito pascual.

Acaramelada tez
más bien que batido blanco.
tipo ardiente, activo y franco
no de angélica insulsez.

Candor de cielo en el rostro
con un infierno inconsciente,
algo que encante y que tiente,
querub con visos de monstruo.

De monstruo que me devore
y que a la vez me arrebate,
que adorándome me mate
e insultándome me adore.

Quiero una beldad dramática
no una sílfide de idilio,
una Dido de Virgilio
mas que una Ofelia linfática.

No una lánguida pasiva,
igual, pintada hermosura,
sino agridulce en ternura
y gratamente agresiva.

Y sin jugar del vocablo,
diré que mi musa, en fin,
ha de ser una serafín
salpicadito de diablo.

Abril: 1892

A intacta

¿No sientes tú que tu exquisita boca
pide otra boca que se estampe en ella,
y un mirar que incendiador destella
la bomba de los ósculos provoca?

¿Que para cárcel de tu pecho es poca
esa malla que mórbido atropella;
y en fin, que cuando Dios te hizo tan bella
no dijo: «Esto se mira y no se toca»?

¿No sientes que tu misma no te sientes
en todo tu sabor mientras no expriman
en ti tu rico jugo extraños dientes?

¿Y que aguardas los brazos que te opriman
tal como inerte y mudo aguarda el piano
de ágil virtuoso la potente mano?

Octubre: 1898

Valsando

Casta madonna del siglo trece,
en fondo de oro la blanca luna;
un cielo inmenso, sin mancha alguna,
que al que lo mira rejuvenece,
y en su éter puro nos desvanece,
dando alas de ángel al corazón;

y en mis oídos vibrando el rápido
vals embriagante de aquellos días
en que girando loca de júbilo
entre mis brazos amanecías,
y negra hallábamos el alba hermosa
que con tus tintas de perla y rosa
nos daba el toque de dispersión.

En esta noche, bajo este cielo,
a sus compases inflamadores,
que alegre mi alma levanta el vuelo
y torna al cielo de sus amores,
y ya percibe tu aura de flores,
y el dulce peso…

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Originally posted on 5 octubre, 2021 @ 12:06 am