Antioquia
y sus costumbres
EXCUSADOS Y BEQUES
Tomado del libro de Agustín
Jaramillo Londoño
Folklore Secreto del Pícaro Paisa
El beque era el vaso más tosco,
vulgar y grosero, usado por la gente más
pobre. Seguiale en posición social
la bacinilla, nombre dado al bacín
entre nosotros. Nadie dice bacín.
La bacinilla era de dos clases: la modesta
de peltre, siempre blanca, con oreja y
de borditos azules oscuros. Se distinguía
este instrumento por ser tremendamente
frio. En las tierras frías, una
sentada en la bacinilla a las dos de la
mañana, se pensaba en ocasiones
hasta el alba; y también por lo
sonoro. Era campana. Al mas leve golpe
repicaba en toda la casa para bochorno
del usuario. Y para colmo, que el sonido
variaba si estaba llena o vacía.
Vacía era limpio... ¡ claro
! Y a medio llenar, asordinado y con modulaciones
tales que podía calcularse de oído
qué tan llena de orines estaba
la bacinilla.
La bacinilla de los ricos era una obra
de arte. Se hacía de porcelana,
con flores de colores en alto relieve,
con tapa para hacerla más bella
e inodora: era un vaso grande, pesado
y muy bien labrado.
Llegaba la mañana, las bacinillas
era vaciadas en los excusados o en los
solares de las casas; en las viviendas
más humildes, esta labor se cumplía
lanzando el contenido a la calle. Más
de una vez bañaron de orines, de
la cabeza a los pies, a alguna desgraciada
persona que pasaba por la puerta en ese
momento. Andar por las calles de madrugada
tenía, como vemos, sus peligros.
Y andar de noche, también: porque
podía uno embadurnarse el calzado.
Había viejas veteranas en eso del
hacer aguas y aún masato mientras
charlaban sentadas en el borde de la acera.
Con la desaparición de las faldas
amplias y enormes pañolones, va
desapareciendo también esa costumbre:
una mujer de pantalones no puede hacer
esto tan fácilmente...
El
excusado. En las casas más
pobres no había este servicio.
La gente iba por turno al solar. Las mujeres
se encerraban en una pieza y hacían
uso de la bacinilla, aún en el
día, y luego vaciaban su contenido
con discreción. Las casas. Las
casas no tenían excusados. En Antioquia
los había en las casas de la gente
acomodada, tanto en Medellín como
en los pueblos más pequeños.
El excusado era un cuarto más amplio
de lo que es hoy; en medio había
un cajón con un hueco circular.
Casi siempre tenía tapa. El sujeto
-o sujeta - retiraba la tapa, la ponía
un ladito y se sentaba. Si miraba por
el hueco, no veía sino tinieblas;
sentía vaho maloliente, y escuchaba
el correr de pequeña agua que se
pasaba barriendo todo. Cuando terminaba,
hacia uso de una pagina o revista o un
trozo de periódico que estaba ensartado
en un gancho de alambre, fijado a la pared.
Los trozos de prensa del gancho, muchas
veces proporcionaban un rato de lectura
al sujeto, que en mas de una ocasión
y como critico literario, usaba el papel
sin remordimiento de conciencia. Más
de una vez la foto de un político,
un rey o un funcionario de gobierno fue
destinada a la censura del trasero.
En las casas en que no disponían
de revistas o diarios, que eran escasos
en la época, se utilizaba un trapito
viejo, poco más grande que un pañuelo.
Cada persona que hacía uso del
excusado, buscaba al terminar una partecita
del trapo que no estuviese muy untada,
la usaba y volvía luego a limpiarla.
En muchas casas, y a falta de papel o
del trapito (que se lavaba y volvía
a servir) hacían uso de tusas de
maíz.
Así eran los excusados de las casas,
hasta 1928 o 30, en todas las ciudades
y en los pueblos y en las casas mas grandes
y lujosas lo mismo en Medellín
que en Bogotá, en Cartagena que
en París. Excusado tenía
la casa donde nací; en Bomboná;
y un baño de inmersión,
tan común en todas las casas regulares
o buenas; del baño de inmersión,
al vaciarlo, corría el agua al
cuarto contiguo, donde estaba el excusado,
y barría todo. Estando yo de 3
años acabados de cumplir, eché
el gato por el excusado. ¡ allá
cayo ! En mi casa se dieron cuenta porque
mi mamá oyó los gemidos
del animalito... por la reja del baño
de inmersión. Llamaron un albañil
que rescato el gato y a mí me hecharon
mi buena cantaleta. Yo di mi explicación:
vi que el gato estaba haciendo popo y
lo lleve al excusado; no se porque se
me zafó.
Por esos años vinieron los inodoros,
siempre blancos, en contraste con antiguos
cajones de madera; el nuevo invento, lejos
de malgastar el agua, la economizaba,
aunque poco valía por aquellos
tiempos en que no se hablaba de contaminación
ni se tenía conciencia de la ecología.
Llegaron también los rollos de
papel "toilette" o papel "indispensable".
Con este nombrecito no es de extrañar
que el producto se impusiese y a poco
llegase a ser de gran venta. El papel
fue blanco, también durante muchos,
muchos años. El cuarto del excusado
se fue haciendo cada día más
y más pequeño y más
higiénico. Otro fenómeno:
se juntaron en el mismo cuarto, el excusado
y el baño... cosa increíble,
y llegaron a llamarse ambos "baño".
inclusive al excusado sólo se le
dice hoy baño. Ya nadie habla de
excusado.
En las fincas, el excusado más
común era el "platanal".
Y por platanal se entendía el campo
ilimite. ¡ Allá... afuera!
De día funcionan las bacinillas,
también llamadas micas por la gente
pedestre, y vasos de noche, por la gente
mas culta. Y siguen funcionando en muchas
fincas, ya que este tipo de progreso empieza
en las ciudades y toma años, a
veces siglos, para llegar al campo.
El sonsoneño don Alonso Botero
Isaza fue a pasear a Sonsón y a
poco le mandaron bestia de la finca de
su amigo don Carlos Uribe, para que fuera
a estarse allá varios días.
Se fue. Por la noche, como a las tres
o cuatro de la mañana, despertó
Alonso con esas ganas de orinar. Busco
la bacinilla en el nochero, debajo de
la cama... Nada. Entonces se levanto.
La casa estaba toda rodeada de amplios
corredores con barandilla de macanas y
pasamanos en redondo. Alonso, de pena
de caminar más por la casa y hacer
ruidos, decidió orinar desde el
segundo piso, poniendo el chorro por entre
las macanas de la barandilla. Pero don
Carlos, que era ligero de sueño
y había sentido pasos, se había
levantado y lo observaba atentamente.
Al ver lo que hacia le dijo:
__¡ Póngalo sobre la barandilla,
pa que descanse !
Existe el excusado de cabañita:
cerca de la casa de campo se levanta una
cabañita, de madera o bahareque
y allí se encuentra el excusado:
casi siempre se trata de un pozo séptico.
Hay también excusado de trampolín,
que se construye al lado del río,
para lo que caiga se lo lleve la corriente.
Antes había (ya no he vuelto a
ver) excusado de hoyo en los cuarteles,
seminarios y similares. Había en
el piso un hoyo más o menos amplio,
y al lado un par de huellas de cemento,
en forma de suelas: si un hombre normal
ponía los pies bien colocados en
las suelas, se suponía que podía
disparar tranquilo, pues lo que fuera
iba a dar al hoyo. Lo más desagradable
era que uno tenia que olerse las fallas
de los demás.
Hay el cuento, más folclórico,
que he oído hace añísimos.
Es el de un forastero que llego al hotel
de un pueblo y encontró que no
había excusado, retrete, común,
o como lo llamares, querido lector; y
que también se carecía de
bacinilla y aún de beque. Para
orinar, iba al cafecito de la esquina,
como todavía hace hoy mucha gente
que vive en departamentos un poco anticuados,
en París. Pero cuando se trata
de hacer "mayores", se decía,
la cosa era más grave. Cuando le
pregunto a la dueña de la pensión,
ella le señalo un rincón
de la pared en donde había un antifaz
y un palo, colgado de un clavito.
_El antifaz_ explicó la dueña_
es para que pueda haces sus cosas en la
plaza, sin que nadie lo conozca.
__Y el palo? __ pregunto el forastero.
Y la vieja le respondió:
___Es pa que espante los gallinazos.