Muchas
de estas frases vienen de las fábulas
de Esopo
Los refranes paisas
nacieron
en Grecia
El refranero antioqueño no se
formó sólo con las vivencias
de la gente.
Apareció gracias a las historias
de liebres, zorras y perros que contaba
Esopo seis siglos antes de Cristo.
Por
JUAN GONZALO BENÍTEZ Medellín
"EL Colombiano"
Muchos piensan que el refranero popular
se ha hecho únicamente con las
ocurrencias de los abuelos.
Dado
que en Antioquia los refranes son
tan comunes, se ha creído que
fue en las haciendas de este departamento
donde nacieron. Pocos reconocen su
verdadero origen, que hay que buscarlo
en Grecia y data de hace más
de 2500 años.
Esopo
es el más reconocido de los
escritores de fábulas. Vivió
en el siglo VI antes de Cristo y dejó
muchos escritos, que fueron recogidos
por Máximo Planudes en el siglo
XIV.
A
cada fábula Esopo le agregaba
una corta moraleja. Muchas de ellas
terminaron siendo parte de la jerga
antioqueña.
Otros
autores
La
tradición no viene de este
fabulista europeo. El refrán
"la unión hace la fuerza",
que aparece como moraleja en un escrito
de Esopo, es atribuido a Buda, quien
lo habría escrito en su fábula
"Las hadas prudentes y las necias",
quinientos años antes de Cristo.
"No
hagas a otros lo que no quisieras
que te hicieran a tí" es una
moraleja de La Fontaine (siglo XVII),
en su famosa fábula "El zorro
y la cigüeña".
El
español Tomás de Iriarte,
en el siglo XVIII, también
dejó un refrán que a
simple vista parecería antioqueño:
"Al que le caiga el guante que se
lo chante", que es la conclusión
de su fábula "El elefante y
otros animales".
Hasta
Rafael Pombo hizo su aporte, en la
fábula "El caballo y el gorrión",
que concluye con la solidaria frase
"hoy por mí, mañana
por tí".
De
tanto repetirse generación
por generación, estas frases
terminaron convertidas en parte del
folclor de la región. Se escaparon
para siempre de los textos en que
vivían, olvidaron su origen
y se metieron en el refranero popular.
Ya nadie recuerda quien las escribió,
y en muchos casos la gente atribuye
su autoría a los abuelos.
Esopo
en una de sus fábulas, sin
proponérselo, dejó una
moraleja que sirve como epílogo
a esta historia. Después de
que la autoría de sus fábulas
se olvidara en Colombia y se atribuyera
a los viejos patriarcas antioqueños,
seguramente hubiera recordado uno
de sus escritos, "El león,
el oso y la zorra". La historia cuenta
que un oso y un león se pelearon
sangrientamente por un cervatillo,
y cuando estaban lastimados y cansados
pasó una zorra y se lo llevó.
La moraleja no podría ser otra:
Nadie sabe para quién trabaja.
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