El Poeta de
la raza
JORGE ROBLEDO ORTIZ
ESPERA
SIEMPRE TÚ
CANCIÓN SIN LUZ
VÁMONOS CORAZON
LA MUJER IMPOSIBLE
SIMPLICIDAD
TU PARTIDA
MATERNIDAD
YA NO MÁS CORAZÓN
FATIGA
TENTACIÓN
RECUERDO
ESPERA
Te esperé con la sangre detenida
sobre el silencio en ascuas de tu ausencia.
Te esperé soportando la existencia
como un lebrel al pie de tu partida.
Te esperé casi al borde de la herida
y a dos pasos no más de la demencia.
Te esperé en la angustiosa transparencia
de aquella noche en el reloj vencida.
Pero qué inútil la mortal espera:
Sin pensarlo cité la primavera
cuando el invierno helaba mis rosales.
Y
hoy que casi olvidaba tu presencia,
me estoy enamorando de tu ausencia
a través de mis propios madrigales.
SIEMPRE TÚ
Entre el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero,
se quedó tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
Te recuerdo en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero,
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
Todo me habla de ti. Sobre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota.
En los labios tu nombre me florece,
y al saberte lejana, me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
CANCIÓN
SIN LUZ
Cómo duele la noche
cuando tu voz se curva
fría de indiferencia lo mismo que una hoz;
Cómo duele la vida
cuando alzas tus palabras
sin caridad ninguna contra mi corazón.
Cómo duelen tus ojos
cuando clavan su hastío
-desnuda hoja de acero- sobre mi adoración.
Cómo duele esta angustia
de saberte lejana
llevándote en la sangre como se lleva a Dios.
Cómo duelen tus labios
cuando muerden el aire
para romper los hilos sencillos del amor.
Cómo duele tu risa
cuando cruza insensible
los abismos sin fondo de mi nuevo dolor.
Cómo duele tu pelo
cuando agita en el viento
la negación del trigo bajo el casco del sol.Cómo duele el milagro
de tu nombre pequeño
cuando enciende nostalgias en mi inútil canción.
Cómo duelen tus brazos
-danzarines de nardo-
entre los bastidores de mi renunciación.
Cómo duelen tus manos
esas manos que un día
sobre lino bordaron mi callada ilusión.
Cómo duele tu ausencitan alta de silencios
que empinándose, casi ya toca mi dolor.
Cómo duele la tarde
cuando al norte del canto
ya no alumbra el lucero que orientaba mi voz.
Cómo duele, pequeña,
esta espina clavada
en el sitio donde antes existió el corazón.
Cómo duele tu nombre,
cuando contra la mía
VÁMONOS CORAZÓN
Vámonos, corazón, hemos perdido,
ya nunca espigarán tus ilusiones.
Recoge tu esperanza y tus canciones
y partamos en busca del olvido.
Vámonos, corazón, ya tu latido
sólo podrá contar renunciaciones.
Guarda su nombre con tus oraciones
y si debes sangrar, sangra escondido.
Vámonos, corazón, tu fe no existe.
Al fin y al cabo tu naciste triste
y triste en cualquier puerto morirás.
Vámonos, corazón, ya no la esperes.
Bendice su recuerdo si así quieres,
pero marchemos sin mirar atrás.
LA
MUJER IMPOSIBLE
Bella como la noche y como ella insegura
la mujer imposible llegó a mi corazón.
Tenía en la mirada un poco de amargura
y tal vez un poquito de menos ilusión.
No dije una palabra. Respeté la ternura
que sellaba sus labios a toda confesión.
Una anillo de llanto suplía en su cintura
la vanidad coqueta del fino cinturón.
Su voz era la misma. Un poco más callada
como si presintiera que estaba la alborada
reuniendo silencios para poder nacer.
No adelanté un reproche. No quise interrogarla
y comprendí que el llanto que estaba por llamarla
jamás a mi cariño la dejaría volver.
SIMPLICIDAD
Es
tan humano este dolor que siento.
Esta raíz sin tallo florecido.
Este recuerdo anclado al pensamiento
y por toda la sangre repetido,
que ya ni me fatiga el vencimiento
ni me sangra el orgullo escarnecido,
mi corazón se acostumbró al tormento
de perder la mitad de su latido.
Ya mi rencor no exige la venganza,
aprendí a perdonar toda esperanza
como un bello pecado original.
Llevo en las manos tantas despedidas,
y en lo que fue el amor tantas heridas,
que me he tornado un hombre elemental.
TU PARTIDA
Que
te fuiste lo sé. La pesadumbre
de tu ausencia enfermó todas las cosas:
Ya el cielo no es azul sobre la cumbre
ni el verso es verso, ni las rosas rosas.
La
lámpara votiva está sin lumbre
para el martirio de las mariposas,
y ya el reloj tiene la certidumbre
de un rosario de noches silenciosas.
Bien
sé que tu partida sin regreso,
encerró entre paréntesis un beso
que ya ensayaba su primer pecado.
No
tienes que explicarme que te has ido,
pues hasta un niño sabe cuando un nido
quedó por el amor abandonado.
MATERNIDAD
Un
arrullo de sangre por las venas.
Un cansancio de luz en las pupilas,
un escozor de ala en las axilas
y en la carne un preludio de azucenas.
Un
lento madurar de horas y penas,
sordo río de noches intranquilas,
y en el simple silencio en que te exilias,
buscar los senos y encontrar colmenas.
Sentir
más cerca la razón del nido.
Pulsar toda la espera en un latido,
analizar la curva en las corolas,
y
escuchar que tu angustia se convierte
en un llanto que triunfa de la muerte
sobre un encendimiento de amapolas.
YA NO MÁS CORAZÓN
Ya
no más, corazón, te he permitido
que la quieras sin tiempo y sin medida,
que bordes tu esperanza inadvertida
al ruedo juguetón de tu vestido.
Ya
no más, corazón. ¿No has comprendido
que ella no quiere entrar en nuestra vida?
Si eras tan débil en la despedida,
corazón, no debiste haber querido.
Te
advertí, corazón, que era inasible,
que no adoraras tanto un imposible
para que no sufrieras su desdén.
No
me creíste, corazón cobarde,
y hoy ya comprendes demasiado tarde
que yo te lo decía por tu bien.
FATIGA
Ya
no te quiero tanto. Poco a poco
mataste la ansiedad de tu cariño,
y el alma atormentada de aquel loco
vuelve otra vez a ser alma de niño.
Presiento
el reventar de otra quimera,
describe un semicírculo el poniente,
y la esperanza de otra primavera
promete al corazón otra simiente.
Enflora
la ilusión, el alma espiga.
Agonizan la angustia y la fatiga.
En las pupilas se detiene el llanto,
y
una voz interior me va diciendo,
que aunque sigo tu imagen bendiciendo,
estoy dejando de quererte tanto.
TENTACIÓN
Para
cantar tu pelo
aprendí la leyenda
del sol que siendo niño se extravió en un trigal.
Para
cantar tus ojos
me enseñaron la historia
de la primera mañana que se bañó en el mar.
Para
cantar tus labios
aprendí el meridiano
que pasa por el beso, la fresa y el panal.
Para
cantar tu risa
subí con mi poema
peldaño por peldaño la escala musical.
Para
cantar tus senos
imaginé la forma
de redondear dos veces la misma cantidad.
Quise
cantar al yunque
donde forjas la vida
y todos mis sentidos llegaron a cantar.
Entonces
me dí cuenta
de que el poema estaba
en el límite exacto del pecado mortal.
RECUERDO
Te
recuerdo en el llanto y en la risa;
en la estrella, en el verso y en la rosa;
en al opulenta copa que rebosa
y en el trozo de pan que se precisa.
En
la luz que gastó la mariposa
para ser mariposa y no ser brisa;
en la tranquilidad que se improvisa
y en la diaria inquietud que nos acosa.
En
la noche que sube hasta la frente;
en el cielo que alfombra cada fuente
y en el cielo ensatado en la oración;
en
la angustia que rige cada paso;
en el rojo cansancio del ocaso,
y en el cansancio de mi corazón.
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