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MANIZALES
I
HISTORIA
EL NEVADO DEL RUIZ
LA COLONIZACION
LA FUNDACION DE MANIZALES
VIDA ECONOMICA
LOS CAMINOS DE HERRADURA
GUERRAS CIVILES
LA GUERRA DE 1860 O LA ESPONSION DE MANIZALES:
LA GUERRA CIVIL DE 1876
DESARROLLO URBANO: EVOLUCION DE LA ALDEA
LOS CULTIVOS DEL CAFE
EL
PAPEL DE MANIZALES EN LA COLONIZACION:
PRIMERAS
INDUSTRIAS
LOS
PRIMEROS BANCOS:
LA
EDUCACION
LA
IGLESIA
FACTORES
DE PROGRESO
LA
MEDICINA
VIDA
COTIDIANA
DIVERSIÓN
Y ENTRETENIMIENTO
LA
EDAD DE ORO: CREACION DEL DEPARTAMENTO DE
CALDAS
NUEVA
SITUACION ECONOMICA
OTROS
MEDIOS DE TRANSPORTE
DESARROLLO
URBANO
Manizales
a través * de la fotografía
Historia
El
territorio del actual municipio de Manizales
estuvo ocupado por los cacicazgos Carrapas
y Quimbayas los cuales a la llegada de los
conquistadores estaban en un alto grado
de desarrollo económico y social.
Los
Carrapas ocupaban las partes más altas,
escarpadas y frías de la cordillera; habitaban
en casas pequeñas construidas en guadua,
situadas en forma de aldeas muy poblados,
y en pequeños valles junto a los ríos y
quebradas.
Vivían
del cultivo de maíz, yuca, papa, raíces
y árboles frutales; y de la caza de venados,
guadaquinajes (un poco más grandes que las
liebres) y otros animales de monte; además
explotaban el oro para la fabricación de
utensilios domésticos, para derendar a los
dioses y para el intercambio comercial.
Los
Quimbayas fueron un grupo que se asentó
en las faldas occidentales de la cordillera
central y lograron imponerse a nivel de
orfebrería y de cerámica, e influenciar
con su cultura a los diferentes grupos indígenas
vecinos: Carrapas, Picaras, Paucuras, Pozos,
Armas, Zopías y Ansermas.
Por
la magnífica ubicación geográfica y por
el clima, los Quimbayas tuvieron la posibilidad
de cultivar maíz y yuca como alimentos básicos
y de disponer de pescado, de miel de abejas,
de frutos como caimos, caimitos, ciruelas,
chontaduros, aguacates y guayabas. Los abundantes
bosques de guadua y de otros árboles brindaron
madera para las casas, para el hogar y para
las necesidades de los poblados, al tiempo
que derecían abundante caza de animales
como venados, conejos y guadaquinajes. Esta
base económica les permitió dedicarse a
la explotación del oro, a la orfebrería
a la cerámica y al comercio.
A
principios del año 1540 el conquistador
Jorge Robledo, quien ya había sometido a
los Ansermas e Irras, inició la lucha contra
los Carrapas; en esta provincia estuvieron
los españoles 8 días y los astutos Carrapas,
conocedores de las tácticas de guerra y
de las armas de los españoles, los recibieron
en son de paz y les dieron comida y oro.
Después de esta rápida excursión por los
dominios Carrapas, Robledo y su ejército
marcharon a los cacicazgos
del
norte-picaras, pozos, paucuras y armados-
a los cuales lograron someter después de
cuatro meses de duros enfrentamientos y
agotadoras marchas.
Dominada
la región, los conquistadores regresaron
a Carrapas donde descansaron, se aprovisionaron
de comida, consiguieron indios cargueros
para transportar el equipaje y se prepararon
para invadir la extensa provincia de los
Quimbayas.
Al
continuar la invasión los españoles llegaron
a la región de El Cacique o Santa Agueda
(Santagueda) donde permanecieron varios
días; Robledo envió a Hernán Rodríguez de
Sosa con infantes y con caballos para que
exploraran la cordillera, pero regresaron
rápidamente porque encontraron el terreno
poco poblado y ni cinco de oro, algunos
historiadores dicen que el "Alto de las
Sierras" a donde llegó Rodríguez de Sosa
es la región donde hoy está situada Manizales.
Mientras
tanto otros exploradores españoles llegaron
con la halagadora noticia que en la región
Quimbaya los aborígenes tenían abundantes
objetos de oro, por lo cual Robledo y su
ejército abandonaron a El Cacique o Santágueda
y se marcharon al corazón de la región Quimbaya.
El
oro encontrado en los Cacicazgos Quimbayas
hizo que los españoles abandonaran lo que
hoy es el municipio de Manizales y sólo
se conocen exploraciones esporádicas de
algunos mineros, durante el período Colonial.
Numerosas
pruebas demuestran que la región que abarca
el municipio de Manizales estuvo habitada
por indígenas. Por ejemplo: Los Colonos
que llegaron a la a zona, desde 1842, encontraron
sepulturas indígenas o Guacas en La Cabaña,
Altomira, San Cancio, Alto del Perro, Versalles
y otros lugares.
Fueron
tantos los hallazgos que los colonos se
dedicaron a la "Guaquería" mientras esperaban
coger la cosecha de maíz o de fríjol. Por
ello era común ver en las casas de los manizaleños
ver numerosos objetos de oro y cerámicas,
hachas y cinceles de piedra, crisoles y
herramientas de trabajo.
EL NEVADO DEL RUIZ
Parece
que los indígenas denominaron toda esta
cumbre nevada Cumanday o Camunday (Banco
Hermoso); también lo llamaron Tama que significa
Padre Mayor o Grande.
El
primer cronista en hablar del nevado fue
Pedro Cieza de León quien había visto las
fumarolas desde Cartago (Cartago-viejo,
sitio donde hoy está situada la ciudad de
Pereira).
En
el siglo XVI el volcán y nevado del Ruiz
se llamaba "Sierra Nevada de Cartago" y
hasta 1593 varios autores decían que el
volcán estaba completamente inactivo pero
cubierto de nieve.
Desde
finales del siglo XVI el nevado se empezó
a llamar Nevado del Ruiz, debido quizás
al nombre de Alonso Ruiz de Sahajosa, miembro
del cabildo y persona notable de Ibagué,
en 1567, el cual posiblemente poseía una
encomienda, un hato o había realizado alguna
hazaña militar en la zona nevada.
Pero
el calmado Nevado del Ruiz sorprendió a
aborígenes y españoles con una violenta
erupción el 12 de marzo de 1595, sobre la
cual escribió el cronista Fray Pedro Simón
que ese día a las 8 de la mañana se oyeron
varias explosiones y a continuación comenzaron
a salir borbollones de ceniza revuelta con
piedra pómez tan menuda como arena.
Todo
esto duró dos horas aproximadamente, y luego
empezó a oscurecer hasta las dos de la tarde.
Llovió
ceniza toda la noche y a la mañana siguiente
la tierra estaba cubierta de piedra pómez
y ceniza, "triste y melancólica como el
día del juicio" y cayó tanta que se extendió
hasta la ciudad de Toro.
Parece
que durante muchos años el volcán permaneció
quieto, pero en 1695 se decía que El Ruiz
era un "espantoso volcán de fuego"
Se
reportan varias erupciones posteriores entre
las cuales se destacan la del 14 de Marzo
de 1805: "Entre la una y las 3 de la tarde
el cielo se oscureció de repente. En Anserma
cayó una lluvia muy fuerte pero no mojaba;
era una ceniza negra, de olor sulfuroso,
lanzada por un volcán del páramo del Ruiz.
Todo quedó cubierto de ceniza".
Años
después, en febrero de 1845 otra gran erupción
que represó el río lagunilla, produjo más
de 1000 muertos.
El
Ruiz producirá nuevos sustos, sin embargo
se convirtió en uno de los símbolos de la
ciudad.
LA COLONIZACION
En
el siglo XIX el país estaba dividido en
cuatro regiones aisladas entre sí:
La
región del oriente conformada por Cundinamarca,
Boyacá y Santander; el Cauca que incluía
el Chocó y se extendía hasta Marmato; Antioquia,
que se extendía por el sur hasta el río
Chinchiná; y la región de la Costa Atlántica.
Cada una de esas zonas se comportaba como
un país sin relación con las otras regiones
y separadas por el río Magdalena y por las
cordilleras.
Este
aislamiento era grave ya que los núcleos
urbanos estaban muy separados entre sí,
las vías de comunicación se reducían a los
espantosos caminos de herradura, los campesinos
y artesanos no podían vender sus mercancías
por los altos costos de transporte, y la
navegación a vapor por el río Magdalena
se utilizaba para exportar e importar mercancías;
por lo tanto no había un mercado nacional.
Pero
este panorama era particularmente complicado
en el Estado de Antioquia.
A
finales del siglo XVIII se vivía una situación
difícil en diferentes puntos de Antioquia
por la concentración de la tierra, por la
baja productividad agrícola, especialmente
en las tierras altas, densamente pobladas
y donde los recursos económicos se empleaban
en el comercio; esto fue un obstáculo para
el desarrollo social para la región y la
población que no podía conseguir empleo
debía dedicarse al "Mazamorreo" o lavado
de arena en ríos y quebradas buscando oro
para poder subsistir.
Ante
este panorama miles de personas emigraron,
iniciando así el proceso de colonización
en tierras del Estado o abandonadas.
En
el desorden, la crisis y miseria producidas
por las guerras de independencia se aceleró
la colonización, aumentó el número de familias
que se incorporaron a esta "Aventura" y
fundaron las poblaciones de Aguadas, Salamina,
Pácora y Neira.
Las
avanzadas colonizadoras salían de diferentes
pueblos de Antioquia, especialmente de Río
Negro, Marinilla, El Retiro, La Ceja, Abejorral,
San Vicente y Sonsón, y sufrían numerosas
penalidades. Debían cruzar caudalosos ríos
sin puentes, entre ellos el Arma, Chamberí,
la Honda y el Tapias. La espesura de la
selva impedía la penetración de los rayos
del sol por lo cual el suelo permanecía
húmedo, formando inmensos pantanos camuflados
por la hojarasca, llamados "Tiembla Tiembla"
que se convertían en trampas mortales.
Además
los colonos se encontraban con tigrillos
y osos, serpientes, zancudos y mosquitos,
con avispas llamadas "Quitacalzón" que producían
pánico, y con diferentes tipos de hormigas,
entre ellas las que hacían rondas para aprovisionarse
de comida y ahuyentaban los insectos, serpientes,
micos, conejos y a cuantos animales grandes
encontraban a su paso.
Los
colonos se movían por las riberas de los
ríos de ríos y quebradas y por el lomo de
las montañas para orientarse y estudiar
el paisaje; el terreno a colonizar debía
poseer los siguientes elementos fundamentales:
agua, madera (especialmente guadua), árboles
frutales y una rica fauna de animales comestibles.
Además
se procuraba que el sitio seleccionado tuviese
buen clima, prefiriendo las tierras templadas
o frías en lugar de las cálidas.
Como
se puede deducir la aventura colonizadora
era una empresa difícil, razón por la cual
se ponía en boca del colono el siguiente
texto:
"A
un lado serpientes, alacranes, avispas,
tarántulas, cientopies, hormigas, rondadoras,
trasgos y fantasmas, diablos y demonios,
que aquí va un hombre con hambre".
El
más importante explorador de las tierras
del sur fue Fermín López, nacido en Río
Negro, el cual después de estar presente
en la fundación de Salamina emigró con su
familia hacia el sur, aproximadamente hacia
1837, y se estableció en la región de San
Cancio, donde después se iría a fundar a
Manizales; aquí organizó viviendas, cultivó
roza y sementera; pero con el ánimo de salir
de la Concesión Aranzazu cruzó el río Chinchiná
y llegó a Cartago, señalando de este modo
una ruta de colonización hacia Risaralda
y el Valle del Cauca.
El
Papel desempeñado por Fermín López reviste
gran importancia porque tras sus huellas
caminaron otras personas que viniendo de
diferentes puntos de Antioquia se sumaron
al torrente colonizador.
De
este modo Antioquia buscó salida al aislamiento
y a la crisis por medio de la Colonización.
LA
COLONIZACION EN MORROGACHO O MANIZALES
Cuando
los colonos observaban desde Neira el espinazo
de la cordillera donde hoy se encuentra
el alto de Chipre, veían la forma de un
morro gacho; por eso fue el primer nombre
que tuvo la región.
Después
de Fermín López hay un nuevo avance colonizador
y llegaron a Morro Gacho Manuel María Grisales,
Antonio Ceballos, Joaquín Arango Restrepo,
Marcelino Palacio y otros muchos.
La
ruta era la siguiente: De Neira Viejo bajaban
al río Guacaica, de aquí subían por una
dura pendiente hasta llegar a la Cuchilla
del Salao y de aquí hasta el Alto de Chipre.
Más tarde hubo otro camino que saliendo
del actual Neira seguía a Pueblo Rico, de
aquí bajaba al río Guacaica, después a las
minas de sal del Guineo, luego a la Linda
y por último se dirigía al Alto de Chipre.
Los
colonos llegaban provistos de herramientas:
barretones, azadones, palas, regatones,
güinches (para rozar y desyerbar), calabozos
(especie de machete curvo para rozar), hachas,
serruchos de mano y largos para aserrar,
limas para amolar, todos estos eran elementos
fundamentales para colonizar. Pero además
los bastimentos incluían mazorcas de maíz
amarillo y de maíz capio, talegas con vainas
de fríjol, semillas de papa, colinos de
yuca, de arracacha y de plátano; en tarritos
pequeños transportaban semillas de plantas
medicinales y de algunas matas de adorno.
Pero
mientras cultivaban la roza y la sementera
los colonos se alimentaban de carne de monte
ya que abundaban venados, guaguas, gurres,
conejos tatabras y pavas.
Además
las primeras familias dispusieron del ganado
vacuno que estaba remontado en las llanuras
al pie de la nieve del Nevado del Ruiz y
que había pertenecido presumiblemente, a
una comunidad religiosa de Mariquita.
De
otro lado los colonos encontraron minas
de aluvión en las quebradas y en los ríos,
lo que les permitió disponer de recursos
para comprar herramientas de trabajo, ropa
y semillas, las cuales adquirirían en Salamina
y Neira.
En
estas condiciones el territorio conocido
como Morrogacho se pobló rápidamente y en
la medida que surgían guerra civiles, nuevos
contingentes de campesinos sin tierra se
vinculaban a la aventura colonizadora huyendo
de los reclutamientos para los ejércitos
y de los empréstitos forzosos para aprovisionar
las tropas.
Durante
los años 1842 - 1848 la región de Morrogacho
fue habitada por numerosos colonos que llegaban
con sus familias y se situaron en la Linda,
El Tablazo, El Guineo, Morrogacho (Chipre),
Plan de Morrogacho (La Francia), Sancancio
y La Enea.
Los
colonos organizaron pequeñas fincas para
lo cual daban los siguientes pasos: cortaban
bejucos y malezas y se construía el rancho
de vara en tierra con guadua en forma de
tejas largas; después se realizaba la "socola"
que consistía en limpiar el terreno de malezas,
bejucos y arbustos pequeños y luego se pasaba
a la "derriba" que consistía en cortar los
grandes árboles. Por último se esperaba
el verano para realizar "la quema". El fuego
se convertía en un arma eficaz para transformar
en ceniza el rastrojo y los troncos al tiempo
que facilitaba la eliminación de avisperos,
arañas y culebras y mantenía alejados a
tigres y osos.
En
el terreno preparado organizaban la roza
que es el cultivo de maíz y de fríjol, productos
básicos de la alimentación diaria: la arepa
para las tres comidas principales del día,
los frijoles para la comida de la tarde,
la mazamorra y el claro como sobremesa;
y el sobrante, para alimentar gallinas y
cerdos.
Después
de la roza estaba la sementera o sea el
cultivo de plátano, yuca y caña de azúcar
productos que contribuían notablemente a
satisfacer las necesidades básicas de la
familia y se convertían en punto de apoyo
para la fundación del pueblo..
LA
FUNDACION DE MANIZALES
NACIMIENTO
Y VERTIGINOSO DESARROLLO
Desde
1846 los colonos vivían en Neira pero
sus parcelas estaban localizadas en
numerosas fincas de Morrogacho; aquí
producían artículos de subsistencia
(maíz, frijol, plátano, yuca, gallinas,
cerdos) y compraban en Neira y Salamina
la ropa y las herramientas de trabajo.
Por
estos años los habitantes de Salamina
y Neira tenían un complicado pleito
con la empresa González-Salazar y Compañía
que alegaba ser la propietaria de los
terrenos que se extendían desde Salamina
hasta el río Chinchiná; los colonos
confundieron el río Guacaica (entre
Neira y Manizales), con el Chinchiná
y pensaron que si cruzaban aquél se
salían del territorio pretendido por
González-Salazar y Compañía.
Por
estas razones los pobladores tomaron
la determinación de fundar una población
en Morrogacho; el 6 de julio de 1848
realizaron la llamada "Exploración de
los Veinte" ya que estaba integrada
por este número de personas propietarias
de fincas, aunque también participaron
algunos peones.
La
siguiente es la lista de estos exploradores
considerados fundadores de la ciudad
de Manizales: Antonio María Arango,
Joaquín Arango, Victoriano Arango, Pedro
Arango, José Pablo Arias, Silverio Buitrago,
Antonio Ceballos, José María Correa,
José Joaquín Echeverri, Nicolás Echeverri,
Alejandro Echeverri, Estaban Escobar,
Manuel María Grisales, Vicente Gil,
Vicente Giraldo, Juan Antonio Gómez,
Marcelino Palacio, José María Pavas,
Antonio Quintero y Benito Rodríguez.
La
Expedición salió de Sancancio o Rastrojos
y se dirigió a lo que hoy se llama La
Enea y Tesorito, estaban dispuestos
a realizar la población en La Enea,
en una explanada que encontraron, rozaron
el monte pero pensaron que este poblado
quedaba por fuera del camino que de
Neira conducía a Santa Rosa de Cabal
y Cartago.
Buscaron
otro sitio en Las Minitas, en la margen
derecha de la quebrada de Olivares,
aquí rozaron el monte trazaron la plaza
y las calles, pero también abandonaron
el sitio por quedar por fuera del camino
Neira-Santa Rosa de Cabal.
De
aquí marcharon hacia la cuchilla de
El Carretero en el camino para La Elvira,
pero encontraron el lomo de la cuchilla
estrecho, poco sólido y falto de agua
por lo que decidieron marchar hacia
el punto donde hoy se encuentra la Plaza
de Bolívar.
El
terreno señalado estaba bien ubicado
como cruce de caminos y desde el punto
de vista militar, pero era la finca
de Manuel María Grisales el cual entregó
el terreno para la fundación del poblado
y para la repartición de lotes a condición
de que cada favorecido le pagara un
peso sencillo por el solar que recibiera.
Sobre
esto escribió Grisales, años más tarde,
que el compromiso lo cumplió solamente
don Ignacio Londoño y agrega que "Perdí
así todo mi trabajo de aperturas, desde
el cementerio viejo hasta la catedral,
debiendo tenerse en cuenta que en aquellos
tiempos los víveres eran muy costosos,
porque se traían a espalda desde Salamina
y sudando la gota gorda, porque no había
caminos". No se sabe la fecha exacta
de la fundación del poblado ya que no
se hizo acta, además la fundación como
tal duró varios días; pero de acuerdo
con los protagonistas la fundación como
tal duró varios días; pero de acuerdo
con los protagonistas la fundación ocurrió
el mes de septiembre de 1848.
Durante
este mes se limpió el terreno y se organizó
la "roza de comunidad" o sea el cultivo
de maíz y fríjol para alimentarse posteriormente
mientras continuaban la "limpia" del
terreno. A continuación se demarcó la
plaza principal llamada Bolívar, se
separó un lote para construir la iglesia
y se repartieron los solares para los
pobladores.
Toda
esta actividad fue dirigida por Marcelino
Palacio, Manuel María Grisales, Joaquín,
Antonio María y Victoriano Arango, Nicolás,
Joaquín y Alejandro Echeverri, Antonio
Ceballos, Vicente Gil y José María Osorio,
los cuales deben ser considerados como
los más importantes fundadores de Manizales.
Se
tuvieron en cuenta varios nombres para
bautizar la nueva villa: Morrogacho,
Guacaica, Palestina y Manizales; pero
se impuso este último por la abundancia
de la piedra maní que es una roca granítica
de color gris, compuesta por mica, feldespato
y cuarzo, muy abundante en los ríos
de la región.
Por
la abundancia de esta piedra la gente
decía que la zona era un gran manizal,
región de muchos manizales.
Transcurridos
estos hechos los fundadores se preocuparon
por darle vida legal a la joven villa
ya que los terrenos estaban siendo reclamados
por la empresa González-Salazar y Compañía.
En este sentido Marcelino Palacio quien
ya se había enfrentado a esta empresa
inició intensa campaña para dejar en
claro la fundación de Manizales. Para
ello habló con don Mariano Ospina Delgado,
vecino de Salamina y Diputado de la
Cámara Provincial de Antioquia para
que presentara un proyecto de ordenanza
que considerara la creación del distrito
de Manizales.
El
proyecto se presentó el 16 de septiembre
de 1849, el 1 de octubre se dictó la
ordenanza de la fundación y el 12 del
mismo mes fue sancionada por el gobernador,
Jorge Gutiérrez de Lara.
Después
de esta ordenanza fueron nombradas las
primeras autoridades del municipio:
Antonio Ceballos, primer Alcalde; Antonio
María Arango, Juez y como Procurador,
Joaquín Arango. Además se eligió el
Cabildo (Concejo) el cual empezó funciones
el primero de enero de 1850. Se iniciaba
la administración municipal.
VIDA
ECONOMICA
Las
primeras actividades económicas de los
manizaleños se reducían a organizar
las fincas para satisfacer las necesidades
familiares; al "mazamorreo" del oro
en las numerosas quebradas y riachuelos
de la región; al saqueo de sepulturas
indígenas (guacas) y al engorde de cerdos.
El
primer mercado fue organizado iniciando
el año de 1849 y se debe a la visión
futurista de Marcelino Palacio el cual
estaba interesado en animar la naciente
aldea fomentando la vida social.
Don
Marcelino aprovechó un domingo cuando
se habían congregado para rezar, e invitó
a todos para que el sábado siguiente
trajeran para vender cualquier producto
de las huertas y sementeras y que si
algo se quedaba sin vender él lo compraría.
La
plaza todavía estaba cubierta por las
cepas de los grandes árboles que habían
derribado para limpiar el terreno, sin
embargo el sábado siguiente se presentaron
los campesinos con lo mejor de su producción
y escribe el historiador José María
Restrepo Maya que se trajeron a la plaza
pepinos, arracachas, plátanos, yucas,
maíz, frisoles, panelas, uchuvas y dulunsogas
y todo lo colocaron "sobre las mesas
de los troncos o cepar de los árboles,
de manera que el conjunto derecía un
abigarrado y pintoresco surtido de productos
vegetales; todo se vendió ese día, y
don Marcelino no tuvo que comprar nada
que se hubiera quedado.
Desde
1850 la aldea se venía caracterizando
por la cría de cerdos en las huertas,
no había una sola casa de teja sino
ranchos pajizos y los cerdos corrían
libremente por las calles de la pequeña
aldea por lo cual algunos vecinos se
quejaban ante el cabildo. Al respecto
decía don Marcelino Palacio: "Estos
demonios nos tumban las casas pero también
ayudan a reconstruirlas mejores".
Un
aspecto que ayudó al desarrollo de la
joven aldea fue el contrato celebrado
(junio 8 de 1853) entre el gobierno
central y la empresa González-Salazar
y Compañía, que puso fin al pleito entre
los colonos y la Empresa; sobre esta
base recibieron parcelas o títulos de
propiedad 1.154 personas que estaban
viviendo en el Distrito hasta el mes
de octubre de 1853. De este modo los
colonos se vieron estimulados a desarrollar
la producción en la tierra recibida.
Mientras
tanto nuevos grupos de colonos seguían
huyendo de la miseria y de las guerras
civiles y se asentaban en la tranquila
aldea de Manizales ayudando a desarrollar
la vida económica.
LOS CAMINOS DE
HERRADURA
La ubicación de Manizales sobre el lomo
de la cordillera la convirtió en punto
obligado para el cruce de caminos ya
que podía comunicar el Estado de Antioquia
con el Cauca y por el Páramo con el
Tolima y el río Magdalena; además, era
sitio estratégico desde el punto de
vista militar.
los
manizaleños que estuvieron presentes
en la fundación vislumbraron estas posibilidades
y trazaron las rutas para unir la joven
aldea con Neira, Salamina y Sonsón,
por el norte; con Cartago y el Estado
del Cauca por el sur; y hacia el oriente,
dos caminos -por el páramo del Ruiz-,
la unieron con el comercio de la próspera
ciudad de Honda y con el río Magdalena.
.
EL CAMINO DEL
NORTE:
El
primer camino fue el del norte o ruta
a Neira llamada camino de la colonización
porque se dirigía a Salamina y de aquí
a Abejorral y hacia el corazón de Antioquia
de donde llegaba un torrente constante
de colonos.
Pero
esta ruta era peligrosa y difícil a
juzgar por la descripción hecha por
don Manuel Pombo en 1852 el cual decía
que el camino era de "prdeundos barrizales,
plagados en su fondo de redes de raíces,
que enredaban los cascos de las bestias;
derrumbaderos empinados, de greda amarilla
y brillosa o de tierra negra deleznable,
en donde no se podía afirmar los pies,
y en cuyo descenso rodaban confundidos
jinete y mula; troncos caídos, maleza
que cerraba el paso, púas y estacas
por todas partes, árboles que goteaban
por todas las ramas... nosotros y nuestras
mulas teníamos lodo desde los pies hasta
la cabeza, y, a pesar del brandy, la
humedad nos traía entumecidos. En cuanto
a caídas y golpes, cada cual pudo al
principio numerar los suyos; mas luego
fueron tan consecutivos, que se hizo
preciso cortar las cuentas".
EL
CAMINO DEL RUIZ:
El
cabildo empezó la construcción de esta
vía en el año 1850 buscando poner en
contacto a Manizales con Ambalema en
el Tolima, para favorecer el intercambio
comercial entre las dos provincias y
con el río Magdalena.
El
camino seguía la siguiente ruta: Manizales
- Termales - Cueva de Gualí, donde pernoctaba,
- Cueva de Toro, donde también se descansaba,
- Cueva de Nieto, otro sitio para pernoctar,
- Murillo - Líbano - Ambalema.
Para
el año de 1852 esta ruta se hacía normalmente
en cinco días desde Manizales a El Líbano.
Este
camino tenía el problema del intenso
frío que se debía soportar en el Páramo
del Ruiz, no había posadas para pernoctar
y el único albergue lo derecían las
cuevas.
EL
CAMINO DE AGUACATAL O DE LA ELVIRA:
El
cabildo emprendió la construcción de
esta vía en 1865 y aunque es otra ruta
al río Magdalena; evitaba el paso del
nevado de El Ruiz pero se enfrentaba
con una dura pendiente hasta llegar
a la planicie del Páramo de Aguacatal.
El
camino seguía la siguiente ruta: Manizales
- La Elvira - Páramo de Aguacatal -
Soledad - Mariquita.
Esta
vía era más corta que la del Ruiz y
al vincular a Manizales con Mariquita,
Honda y el río Magdalena se impulsó
el comercio de importación y de exportación
en forma asombrosa.
LA
ARRIERIA
Por
estos caminos se desarrolló la arriería,
pero fue el comercio del cacao el que
inició la arriería como empresa en la
aldea de Manizales.
El
transporte del cacao funcionaba del
siguiente modo: De Cartago llegaba a
Manizales donde entraba a los depósitos
y de aquí se llevaba en recuas de mulas
para Arma, de donde lo enviaban para
Medellín. En viaje de regreso las recuas
se venían cargadas con mercancías (telas,
herramientas, etc.) para el mercado
de Manizales. De Ambalema se traía tabaco,
cobijas y mantas; de Honda se traía
abarrote y se llevaba café para la exportación
por el río Magdalena.
Después,
hacia 1880, es tan grande el fenómeno
de la arriería que en Manizales había
152 mulas y caballos para viajeros;
300 bueyes y mulas para el acarreo de
víveres y materiales de construcción
y 1200 bueyes para transportar mercancías
hacia diferentes puntos fuera del distrito.
A
principios del siglo XX Manizales es
un gran centro exportador de café e
importador de mercancías, y los transportadores
utilizaban diez mil bueyes para mover
la carga entre esta plaza y Honda.
En
Manizales se prefirió el buey para el
transporte ya que aunque es más lento
que la mula, es más fuerte y transita
mejor por los caminos difíciles en época
de invierno, además resistía las fuertes
heladas del páramo.
En
bueyes trajeron piezas de enorme peso
como estatuas, pianos, órganos, trapiches
y calderas; para su transporte se utilizan
la parihuel que consistía en aparejar
dos o cuatro bueyes unidos por dos guaduas
o palos redondos.
Las
recuas empezaron con pequeñas partidas
de cinco a 20 bueyes pero no todos cargados
porque se dejaban algunos en pelo para
ayudar a los enfermos o cansados; con
el tiempo aumentaron los empresarios
de arriería, los arrieros y las recuas.
Para principios de siglo había en Manizales
numerosas recuas de 50 bueyes que viajaban
constantemente por el páramo hacia el
Tolima, siendo las más importantes las
de los hermanos Estrada Botero (Félix,
Diego, Tiberio y Emiliano), los mayores
empresarios de la arriería en Manizales;
también eran famosas las recuas de Justiniano
Londoño, padre del político y orador
Fernando Londoño Londoño.
En
cuanto a los arrieros típicos, el más
destacado en Manizales fue Francisco
Antonio Echeverri, "Cotoño".
Cómo
funcionaban las recuas?
Una
recua de 15 o más mulas o bueyes la
manejaban normalmente cuatro arrieros
que se distribuían a lo largo de la
caravana, un muchacho que iba adelante
conduciendo por la nariguera al buey
madrino, el sangrero, que se encargaba
de la comida, y varios perros.
La
recua marchaba alegre animada por los
ladridos de los perros, por las campanillas
del buey madrino y por los silbos, gritos
e interjecciones producidas por los
arrieros; éstos a su vez permanecían
atentos para guiar los bueyes en los
malos pasos, ensanchar caminos y componer
las cargas cuando se ladeaban.
Los
arrieros vestían con pantalones remangados
a la altura de la pantorrilla, camisa
gruesa, sombrero aguadeño, alpargatas
de cabuya, poncho, mulera, pañuelo raboegallo,
larga peinilla de muchos ramales, carriel
de nutria y largo zurriago.
Viajaban
con el hatillo que incluía ollas para
cocinar, el tarro de guadua con las
velas, un toldo para acampar, y el bastimento
conformado por carne, tocino, frisoles,
panela, chocolate con harina, café,
las estacas (masas de maíz cocinado
con chicharrón de empella envueltos
en hojas de vihao) y bizcocho de arriero
(costras grandes y delgadas de maíz
capio, con mantequilla y huevo que se
asaban en un plato de barro llamado
"callan").
La
arriería fue una actividad de gran importancia
económica y social, ya que ayudó a convertir
a Manizales en destacada plaza comercial.
A su vez los empresarios de la arriería
tuvieron enorme figuración social y
sus nombres son recordados con orgullo
por la generación de manizaleños que
vivieron esta época; entre éstos se
destacaron Gabriel Arango, Félix María
Henao Angel, Manuel Henao, Justiniano
Londoño y los hermanos Estrada Botero.
GUERRAS
CIVILES
Manizales
estaba muy bien situada, desparramada
sobre la cordillera, lo que le permitía
mirar hacia Neira y Aranzazu, o sea
hacia el norte; pero también podía observar
en dirección a Villamaría y hacia el
sur, controlando el Estado Soberano
del Cauca. Ocupaba pues una estratégica
posición en medio de dos estados federales
en permanente conflicto.
Hacia
mediados del siglo XIX había un ambiente
general de guerra. Se peleaba por las
consecuencias de las guerras de independencia,
por el poder de los militares, por el
latifundio, por las desigualdades económicas
y sociales, por la desorganización del
Estado, por la religión y por el federalismo.
El
ambiente de guerra se extendía por doquier
y alcanzó también el caserío de Manizales,
fortaleza inexpugnable, considerada
un "nido de águilas" y el "Gibraltar
antioqueño".
Este
ambiente había sido entendido por el
General Pedro Justo Berrío y por otros
dirigentes de Antioquia para los cuales
Manizales era "la más linda perla del
sur de Antioquia" por ser baluarte militar
y por el desarrollo económico y social
que venía alcanzando a pasos agigantados.
Quizás
fue el escrito Otto Morales Benítez
el primero en señalar la importancia
que adquirió la joven aldea de Manizales
por los conflictos bélicos, ya que aquí
permanecía siempre un destacamento militar
el cual había que abastecer con alimentos
producidos en la región. Y agrega el
doctor Morales Benítez que las guerras
de 1860 y 1876 fueron acontecimientos
vitales para la vida de Manizales "y
el alcance de ellos radica, en sus ulteriores
desarrollos, en el pensamiento político
colombiano. Lo que une indefectiblemente
a Manizales a episodios de la República
de la mayor resonancia ideológica. Allá,
pues, se gestaron grandes transformaciones,
a través de la guerra. Quizás algunos
hallen ligeramente optimista nuestro
juicio, pero las conclusiones nos favorecen
en el balance final"
LA GUERRA DE 1860
O LA ESPONSION DE MANIZALES:
En
el año de 1858 siendo presidente del
país Mariano Ospina Rodríguez se aprobó
una constitución que implantó el sistema
federal y se dividió la República en
ocho estados.
Estas
medidas del Presidente fueron ampliamente
criticadas por los dirigentes liberales
los cuales planteaban que de este modo
se iba a perpetuar el conservatismo
en el poder.
En
este ambiente el General Tomás Cipriano
Mosquera se declaró en rebeldía y promulgó
el derecho de mayo 8 de 1860 separando
el Estado del Cauca de la Confederación
Granadina.
Por
su parte el gobierno de Antioquia se
movió con rapidez y situó el ejército
y el Estado Mayor en "La cuchilla de
Manizales", donde estaban los generales
Joaquín Posada Gutiérrez y Braulio Henao.
Este último cruzó el río Chinchiná que
era el límite entre Antioquia y el Cauca
y avanzó por territorio caucano hasta
la Aldea de María (Villamaría) y Santa
Rosa donde chocó con las tropas liberales
del Cauca (11 de agosto); finalmente
las tropas conservadoras regresaron
a Manizales y el General Mosquera se
situó con su ejército en la Aldea de
María, el 25 de agosto.
Las
tropas de Mosquera estaban integradas
por 3.500 hombres de infantería, 500
de caballería, cinco cañones, banda
de música y abundante parque, pero al
mirar hacia Manizales, situada en todo
lo alto, entendió como buen estratega,
que la arrugada geografía favorecía
a los antioqueños, por lo tanto planteó
una negociación la que se realizó el
día 26 en el puente sobre el río Chinchiná,
entre la aldea de María y Manizales,
pero no llegaron a ningún acuerdo y
se inició la batalla el día 28.
Los
manizaleños se habían preparado aprovechando
las ventajas que brindaba el terreno.
Para
ello el Coronel Braulio Pérez Pagola
situó las tropas en los puntos más estratégicos
y peligrosos como la colina que hoy
corresponde al Alto de Chipre, el Alto
de San Antonio, la salida para La Linda
y la loma que queda frente a la quebrada
de Olivares. De otro lado en todo el
filo del callejón El Carretero, que
después se llamó Avenida Cervantes,
se organizaron numerosos huecos y se
camuflaron con ramas, de suerte que
las primeras caballerías que entraron
se enredaron en las trampas mortales.
Además en parte de este filo aún permanecían
las cepas de los grandes árboles derribados
y fueron utilizadas como empalizadas
para detener la invasión.
Pero
del ejército liberal apareció por donde
no lo esperaban, utilizó la noche del
día 27 para moverse con sigilo y sólo
descubrieron su maniobra a las 5:30
de la mañana del día siguiente dándose
inicio a la batalla. A las siete horas
de intensa lucha el ejército liberal
cayó en la trampa de los huecos y se
retiraron en desorden hacia la aldea
de María dejando numerosos cadáveres
y caballos heridos.
Mosquera
observó que no había sido perseguido
por las tropas antioqueñas y llegó a
la conclusión que en Manizales no se
habían dado cuenta de su desastre por
lo cual disfrazó su derrota y reorganizó
el ejército.
Mientras
esto sucedía le informaron que los liberales
habían sido vencidos en Santander, por
lo tanto nada le favorecía y optó por
izar bandera blanca convencido de no
poder tomarse la aldea de Manizales.
El
día 29 Mosquea envió un delegado a conferenciar
con los Generales Joaquín Posada y Braulio
Henao y le propuso una Esponsión militar
(promesa o compromiso), los Generales
antioqueños aceptaron y se reunieron
para negociar bajo un toldo en el camino,
en el filo del Carretero.
Al
día siguiente, 30 de agosto, se firmó
el pacto en una casa de habitación en
Versalles, en el camino que iba para
Solferino. Por este acuerdo el General
Mosquera se comprometió a suspender
toda hostilidad contra el gobierno central,
retirarse al Cauca y desarma su ejército,
si el convenio era aprobado por el gobierno
nacional. Así mismo la ciudad de Manizales
quedaría como plaza neutral y su ejército
se retiraría a Salamina.
Pero
los conservadores de Bogotá no aceptaron
el armisticio de Manizales y continuaron
las hostilidades.
Mosquera
ganó mucho con este acuerdo ya que se
retiró al Cauca para reorganizar su
ejército y continuar la guerra, organizó
las fuerzas liberales en varios Estados
y finalmente se tomó a Bogotá el 18
de julio de 1861.
La
importancia de la Esponsión de Manizales
consiste en que su no-aprobación por
el gobierno nacional se convirtió en
el principio de la derrota de los conservadores
en la guerra de 1860, lo que produjo
la nueva presidencia de Mosquera, la
separación de la Iglesia y el Estado
y la Constitución de Rionegro.
Debido
a la guerra Manizales se convirtió en
la ciudad más importante del sur de
Antioquia por la concentración en esta
plaza de recursos económicos para sostener
el ejército lo que ayudó al desarrollo
económico de la región, además Manizales
se transformó en un fortín conservador
y aumentó su influencia política a nivel
nacional.
LA GUERRA CIVIL DE 1876:
Hasta
1876 Manizales vivió un período de auge
económico y paz social por el ambiente
creado en Antioquia durante los gobiernos
de Pedro Justo Berrío y Recaredo de
Villa. Pero esta paz se rompió durante
el gobierno liberal del Presidente Aquileo
Parra debido al problema religioso.
Paulatinamente
se había venido creando un ambiente
contra la Iglesia mediante leyes y medidas
para quitarle poder económico y social:
suspensión de conventos menores, libertad
de cultos, expropiaciones y enseñanza
laica. En general las medidas estaban
dirigidas a quitarle influencia y base
social al Partido Conservador ya que
éste se cubría con el manto religioso.
La
guerra empezó en julio 1876 contra el
"ateísmo liberal" cuando algunos conservadores
de levantaron contra el gobierno del
Cauca iniciando así la guerra que rápidamente
se extendió a otros Estados.
De
nuevo Manizales se convirtió en plaza
fuerte por su condición de ciudad frontera
aquí se concentró parte del ejército
de Antioquia a órdenes de los generales
José María Gutiérrez, Cosme Marulanda
y de los coroneles Francisco Caramillo
y Juan Manuel Llanos.
Las
tropas se prepararon para invadir el
Estado del Cauca antes de partir asistían
a misa y el padre Nazario Restrepo les
ponía a los soldados de Manizales un
escapulario del Corazón de Jesús y una
banda de género con la divisa: "Dios,
Patria y Libertad", despertando así
el fervor religioso contra los liberales.
Pero
las fuerzas conservadoras fueron vencidas
el 31 de agosto en la batalla de los
Chancos por el general Julián Trujillo
y se refugiaron en Manizales donde la
noticia había producido pánico general.
Para preparar un nuevo ejército llegó
a la ciudad el general Marcelino Veles
con el objetivo de fortificarse y preparar
una nueva invasión al Estado del Cauca.
Mientras
tanto el general Julián Trujillo marchaba
desde el Cauca hasta Manizales y se
situó en Villamaría; y desde el Tolima
otro ejército, dirigido por el general
Santos Acosta, amenazaba a Manizales.
Trujillo
se fortaleció en los puntos claves que
rodean a Manizales: El Tablazo, La Manuelita,
Alto de la Pava, La Cabaña, El Rosario,
Morrogacho y el Arenillo; y el general
Marcelino Vélez no hacía nada.
En
un ambiente tan complicado renunció
el Presidente del Estado de Antioquia,
don Recaredo de Villa, siendo reemplazado
por don Silverio Arango P. el cual empezó
a ejercer desde la ciudad sitiada, y
para agravar más la situación el general
Marcelino Vélez abandonó la ciudad lo
que fue aprovechado por el general Julián
Trujillo para estrechar su cerco sobre
Manizales.
De
este modo la ciudad fue rendida el 5
de abril de 1977 y se firmó la capitulación
del Alto de San Antonio (abril 6) poniendo
término a la guerra.
La
importancia de las guerras para Manizales
radica en que a pesar de ser una pequeña
aldea se unió a la región y al país
por la calidad de los fenómenos que
aquí se plantearon.
Sobre
este aspecto escribió Otto Morales Benitez
que:
"Las
guerras no valen por los muertos, no
por su duración, ni por el semblante
trágico que imprimen los pueblos sino
por las orientaciones que desatan sobre
la historia. Esas dos contiendas le
dieron cauces al país, en forma tal
que aun todavía hay instituciones que
nacieron en el final de ese fragor bélico.
Por ello hemos detenido, con mirada
curiosa, nuestra indagación sobre los
procesos militares que atravesaron la
aldea. Queremos relievarlos para que
se entienda cómo Manizales, desde las
primeras horas de la República, ha tenido
participación en hechos fundamentales,
que le dan fisonomía muy propia".
Si
bien la pequeña aldea de Manizales fue
conocida en todo el país por los hechos
sucedidos en sus calles y colinas, la
guerra la favoreció en todos los órdenes.
Manivela
se convirtió en centro directivo alcanzando
la categoría de capital del Departamento
del Sur y por consiguiente fue trasladada
la Prefectura que estaba en Salamina;
y en cuanto a lo económico se fortaleció
notablemente debido a los miles de soldados
que permanecían en la región, por lo
tanto los campesinos comerciantes de
Manizales y de los pueblos vecinos lograban
vender sus productos a esta población
en aumento, ya que cada soldado recibía
como ración diaria una libra de carne,
una de panela, un poco de arroz, un
puñado de sal y un real de plata.
La
guerra del 76 cambió las costumbres
de los manizaleños por la influencia
de los soldados Caucanos que permanecieron
en la ciudad y de otro lado la ideología
liberal fue penetrando lentamente en
este bastión conservador de Antioquia.
DESARROLLO
URBANO: EVOLUCION DE LA ALDEA
El
verdadero desarrollo urbano de la Aldea
se produjo a partir del convenio (febrero
9 de 1851) entre la empresa González-Salazar
y Compañía y el cabildo.
Las
dos partes acordaron:
1.
Fijar la población un área de 40 cuadras,
a partir de la plaza tomando 10 cuadras
a cada lado.
2.
Declarar como propiedad del distrito,
25 cuadras de tierra en montañas, para
beneficio de los habitantes.
3.
Destinar dos solares en la plaza, para
la iglesia.
4.
Destinar un local para escuela
5.
Demarcar calles, caminos, plaza y cementerio.
6.
Cada vecino recibirá un solar y tendrá
seis meses de plazo para construir su
casa.
Para
esta época existían sólo 476 casas en
el área urbana ya que la mayoría de
los habitantes vivían en sus parcelas,
pero debido al convenio anterior hay
un vivo interés en formar un pueblo
de verdad, y las personas más acomodadas
se dedicaron a construir ranchos de
bahareque, con techo de cáscaras de
cedro y hojas de yarumo.
Pero
a pesar del acuerdo anterior el pueblo
se urbaniza sin un plano topográfico
que orientara su crecimiento el cual
era tan caprichoso que la Aldea se conocía
con el nombre peyorativo de la "cañada
de Manizales".
El
sobrenombre iba de acuerdo con la realidad
ya que el terreno estaba integrado por
cañadas y colinas que dificultaban la
formación de las calles, por lo cual
el cabildo de 1864 contrató un agrimensor
de la ciudad de Buga, el Dr. Rómulo
Durán, para que "aplanara el terreno".
El
Dr. Durán propuso primero "hacer el
terreno" mediante la construcción de
calzadas y rellenando las prdeundas
depresiones, buscando de este modo cierta
nivelación.
Pero
era claro para el agrimensor la imposibilidad
de lograr la nivelación total del terreno
ya que al estar el pueblo situado sobre
un suelo tan arrugado, era absurdo pretender
una lucha contra la naturaleza para
lograrlo.
De
este modo se fue proyectando la ciudad
del futuro, por medio del sistema de
banqueos y rellenos; esto hizo surgir
el dicho popular: "en Manizales para
construir, hay que hacer primero el
terreno".
Para
tener una idea de lo que era la Aldea
de Manizales a los 15 años de fundada
y los cambios que se le hicieron al
terreno para quitarle el remoquete de
la "cañada de Manizales", veamos los
siguientes casos".
-
Para hacer el Parque de Bolívar se hizo
un enorme banqueo el cual llegó a tener
por un costado más de 12 metros de altura.
-
Para formar la Plaza de los Fundadores
fue necesario banquear una enorme colina
llamada el Alto de ño Pedro Zapata.
-
El sitio donde se ubicó la primera plaza
de mercado era un cerro rodeado de cañadas
al norte, al oriente y al sur; con ayuda
del agua se banquearon los cerros y
con esa tierra se rellenaron los precipicios.
De
este modo se "hacia" el pueblo en un
período de masivas y continuas migraciones
favorecidas por las guerras civiles;
los censos de la época muestran el crecimiento:
Pero
para atender mejor el aumento de la
población veamos la distribución de
los habitantes por actividades según
el censo de 1870:
.
AÑOS
|
POBLACION
|
1851
|
2.789
|
1870
|
10.362
|
1884
|
14.603
|
ACTIVIDAD
|
NUMERO
DE PERSONAS
|
Agricultores
|
2.746
|
Ganaderos
|
2
|
Mineros
|
68
|
Comerciantes
|
152
|
Arrieros
|
38
|
Sirvientes
|
69
|
Médicos
|
4
|
Artistas
|
6
|
Estudiantes
|
448
|
Institutores
|
14
|
Sacerdotes
|
3
|
Vagos
|
3
|
.
De
este censo llama la atención que Manizales
era fundamentalmente agrícola y con
gran desarrollo del comercio y de la
minería. También es importante la cifra
de estudiantes, médicos, sacerdotes.
El número relativamente alto de sirvientes
significa que había muchas personas
acomodadas.
El
crecimiento de Manizales se favoreció
no sólo por el fenómeno colonizador
sino por la situación política creada
por las guerras y por el auge económico
que estimuló su desarrollo.
Ni
siquiera los fuertes temblores espantaron
a los manizaleños, pero produjeron muchos
daños en las edificaciones, que en esa
época se hacían en tapia. Veamos los
más importantes temblores de ese entonces:
El
18 de mayo de 1875 a las 11 de la mañana
se sintió un fuerte temblor que produjo
severos daños en los tres torreones
que adornaban el frontis de la iglesia.
En
febrero de 1878 hubo otro que causó
leves daños pero produjo pánico. En
noviembre del mismo año un nuevo temblor
derribó la portada de la iglesia, muchas
casas se agrietaron otras cayeron.
El
5 de noviembre de 1884, a media noche,
un lento terremoto averió el frontis
de la iglesia y hubo que demolerlo.
Debido
a los temblores que produjo un cambio
en el sistema de construcción que consistía
en edificar el primer piso en tapias
y el segundo en madera, o se hacía la
base da ladrillo y cal y sobre ella
se levantaban tabiques dobles de madera
revestidos de tablas o de guadua, estilo
que se impuso y fue llamado "temblorero".
Acerca
de los temblores decía el viajero alemán
Friedrich Von Schenck, lo siguiente:
"Los
frecuentes y fuertes terremotos de los
años 1875 y 1878 sólo interrumpieron
momentáneamente el crecimiento de la
ciudad. Apenas transcurridos algunos
meses sin movimiento y calmadas ya las
mentes, los refugiados, junto con nuevos
inmigrantes, regresaron a la ciudad,
en cuyas esquinas aparecieron otra vez
dedicados a sus labores los albañiles
y carpinteros. El convencimiento de
que en Manizales se podía hacer dinero,
y el deseo de aprovechar esa oportunidad,
dominaron en el aventurero antioqueño
el bien fundado miedo ante el intranquilo
volcán del Ruiz".
De
este modo el pueblo siguió su marcha
y los manizaleños recitaban los siguientes
versos que se escuchaban en el sur de
Antioquia:
Mi
querida Manizales
Ilustre
ciudad brillante.
Hija
de unos limosneros
y
creces como gigante!
Y
estos otros versos donde se expresaba
el deseo de luchar por la mayoría de
edad:
Opulenta
Manizales,
Que
cerca del Ruiz nació,
Cómo
ha dejado en pañales
A
Antioquia que el ser le dio!
Manizales,
por su magnífica ubicación de paso obligado
de la colonización hacia el sur, Pereira
y Quindío, y hacia el oriente, Tolima,
se convirtió en despensa agrícola y
ganadera y en importante plaza comercial.
Los
sectores de desarrollo son los siguientes:
LA
FINCA CAMPESINA AUTOSUFICIENTE:
El
secreto de la colonización como fenómeno
de enorme fuerza social es la finca
campesina de nivel medio en la cual
cumplían las siguientes fases:
-
El colono y su familia se enfrentan
al bosque, tumban los árboles y preparan
el terreno para la siembra.
-
Se organiza la roza, unidad agrícola
que se fundamenta en el maíz y en el
fríjol.
-
En la siguiente fase el campesino cultiva
la sementera, caraceterizada por los
cultivos de plátano, caña y yuca.
-
Entre la señora y la abuela organizan
la huerta, que en una parcela pequeña
junto a la casa y cercada con latas
de guadua o de cañabrava, aquí se cultivan
hortalizas y plantas medicinales.
-
Al mismo tiempo se pone especial esmero
en el gallinero ya que la gallina suerte
de huevos y de carne, especialmente
durante los primeros años de colonización.
-
La familia se dedica a cuidar los cerdos
los cuales son alimentados con los sobrantes
de la finca, convertidos en aguamasa.
-
Esta fase culmina con la organización
del trapiche panelero para moler la
caña y satisfacer sus propias necesidades
de miel y de panela.
Lo
ideal para el campesino era lograr desarrollar
en su finca todo el proceso anterior.
Para el caso de Manizales nuestros colonos
laboraban mercadear los productos de
roza y de la sementera por las condiciones
propias del ejército que permanecía
acantonado en la Aldea; pero cuando
se presentaron las primeras condiciones
de una economía embotellada, el maíz
y el fríjol sobrantes de transformaban
en aguamasa para engordar cerdos los
cuales eran llamados la "alcancía del
pobre" y contaban con mejor mercado.
También tenían demanda productos como
la miel, la panela y las gallinas.
De
este modo se fue configurando la finca
integral y autosuficiente la cual garantizaba
el desarrollo de una familia numerosa,
apegada a la tierra, que vendía productos
en el mercado y compraba otros, que
tenía casa en el pueblo y participaba
de la vida social de la joven aldea.
LOS
HACENDADOS:
Cuando
los colonos se había afianzado económicamente
en sus parcelas y sacaban mercancías
para vender en los mercados, aparecieron
mineros y comerciantes los cuales compraron
baldíos del Estado, o de la empresa
González-Salazar y Compañía o de los
colonos, para montar haciendas y sembrar
cañas de azúcar, tabaco y pasto para
ganadería.
Uno
de los más importantes hacendados fue
Pantaleón González, hijo de don Elías
González uno de los socios de la empresa
González-Salazar y Compañía. Don Pantaleón
había heredado unas 25.000 hectáreas
de tierra en un inmenso lote que iba
desde la quiebra de Vélez y el Guineo
hasta el río Cauca, y allí formó las
haciendas La Máquina (La Arabia), Colombia,
Alejandría, La Fonda, El Charco y otras.
Con el sistema de agregados, aparceros
y peones organizó la "tumba" de montañas
para cultivar pasto y caña de azúcar,
organizó trapiches paneleros y montó
plantaciones de café.
Se
destacaron también Gabriel Arango, el
cual importó un toro de Holanda (en
el año 1875) y organizó hermosas haciendas
con ganado seleccionado; Justiniano
Mejía, trajo reses de San Martín y la
Ceja (en 1884); José María Mejía introdujo
la raza Dorhan de Bogotá (1886) y José
Francisco Jaramillo trajeron ganado
cruzado de Dorhan y Angús.
Los
hacendados Benicio Angel y Julio Castro
impulsaron la ganadería sembrando los
nuevos pastos Pará, Janeiro y Micay,
además introdujeron la moda de construir
cercos con alambre de púas el cual importaban
directamente, descontinuando los de
guadua rajada, postes de madera y palos
redondos amarrados con bejucos, que
eran los cercos tradicionales.
Casi
todos los hacendados de Manizales recibieron
la ayuda del millonario don Lorenzo
Jaramillo, de Sonsón, el cual les prestó
dinero para tumbar el bosque y sembrar
los nuevos pastos como pará, el india,
el guinea, el yaraguá y el micay.
La
región de Santa Agueda (Santágueda)
fue colonizada por don Ignacio Villegas
Echeverri y su hermano Federico los
cuales, utilizando el trabajo de peones
asalariados, organizaron una hacienda
de 740 hectáreas en pasto para ganadería,
después organizaron las fincas El Rosario,
Playa Rica y Contaderos, para ganadería
y caña de azúcar.
Estos
empresarios conformaron sólidas fortunas
y luego se dedicaron al cultivo del
café y al comercio de arriería.
LOS CULTIVOS DEL CAFE.
LA ETAPA DE LOS PIONEROS
El
café fue introducido a Manizales desde
antes de la fundación ya que muchos
colonos echaban en su equipaje los granos
de café. Pero no había una cultura cafetera
y su consumo se reducía a la excentricidad
de algunas pocas familias que lo bebían
aunque no todos los días.
El
primero que "cometió la locura" de cultivar
café en Manizales fue Eduardo Walker
Robledo, de Sonsón, que organizó en
el año de 1864 un pequeño cafetal de
mil arbolitos en su finca de La Cabaña.
El interés de don Eduardo era producir
café para las necesidades de su casa
y para el mercado pero según parece
nadie le compraba y tenía que consumirlo
con su familia. Este ejemplo fue seguido
en 1870 por Marcelino Palacio quien
sembró 400 arbolitos en su finca Sebastopol
y por Manuel María Grisales el cual
organizó un pequeño cafetal en "La Playa".
En
1875 llegó a Manizales el Bogotano J.
Ernesto Mogollón quien organizó un establecimiento
para vender café, pero fue un fracaso
ya que muy pocas personas lo consumían
y los que tomaban tinto lo hacían en
sus casas después de las comidas.
Pero
en 1878 don Antonio Pinzón, venido de
Santander y casado en Medellín con la
señora Mercedes Posada, organizó en
su finca El Aguila un cafetal de 10.000
arbustos considerado inmenso en la época.
Este ejemplo, más las experiencias que
se tenían en Cundinamarca, hizo pensar
a la clase dirigente de Manizales en
las posibilidades del café y se inició
una política cultural desde los periódicos
"La Serenata" (1878) y "Los Ecos del
Ruiz (1880), para comprometer en su
cultivo a campesinos y hacendados.
Los
hacendados preferían dedicarse a la
ganadería o a la caña de azúcar que
al café ya que este producto tenía "mala
imagen"; por ejemplo el hombre más rico
de Antioquia, Pepe Sierra, decía que
el café era un "negocio de pobres" y
esta posición había hecho carrera en
el sur de Antioquia hasta Manizales.
Pero
las alzas de los precios del café fueron
un estímulo para su cultivo en muchas
regiones del país y en Manizales. El
precio del café colombiano en Nueva
York se elevó de 10.6 centavos la libra
en 1887 a 18.8 en 1893; esta coyuntura
movió a muchos hacendados de Manizales
a organizar haciendas cafeteras para
lo cual utilizaron las ganancias obtenidas
en la ganadería, caña de azúcar y arriería
para montar haciendas de café.
Para
esta época la colonización prácticamente
había llegado a su fin; ya no había
tierras para repartir y los colonos
que inmigraban se debían emplear como
peones en fincas y haciendas.
En
esta etapa se formaron grandes haciendas
de café en Manizales: La Manuela, de
Pedro José Mejía J.; La China, de José
Jesús Restrepo; La Fonda, de Pantaleón
González; La Linda, de Roberto Gutiérrez
Vélez; el Arenillo, de Carlos Pinzón
y otras muchas.
Por
otro lado los pequeños y medianos campesinos
se dedicaron también a cultivar café
organizando pequeños cafetales pero
sin descuidar las otras unidades económicas
como la roza y la sementera.
De
este modo la finca familiar se articulaba
más al mercado asumiendo con mayor firmeza
su papel autosuficiente.
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EL
REMATE DE RENTAS DEL ESTADO:
En
ésta época de crisis económica y social,
de guerras y de debilidad del Estado,
el gobierno vivía en permanente déficit
por lo cual era costumbre que vendiera
en subasta pública o en remates algunas
rentas, para de este modo conseguir
recursos económicos.
En
esta actividad del remate de rentas
de licores los manizaleños se desempeñaron
bastante bien y algunos llegaron a formar
inmensas fortunas.
Uno
de los rematadores de rentas de licores
fue Justiniano Londoño Mejía el cual
después de haber sido arriero tuvo un
contrato para transportar el correo
nacional entre Bogotá y Medellín y más
tarde, al ser favorecido con las rentas
de licores durante el gobierno de Rafael
Reyes, se dedicó a esta actividad con
notable éxito.
Para
ello cultivó caña de azúcar en su finca
La Máquina (La Arabia) y organizó un
trapiche movido por una rueda hidráulica,
con agua traída del río Guacaica. Durante
muchos años destiló el guarapo para
fabricar alcohol que se vendía a las
rentas departamentales y además organizó
la infraestructura de guardas, rentas,
estancos, estanquillos y la distribución
del licor.
Otro
empresario que se enriqueció con las
rentas de licores fue Pedro Jaramillo
el cual se formó al lado del millonario
antioqueño Pepe Sierra, un maestro en
el negocio. Don Pedro aprendió la forma
de participar en los remates, que es
toda una ciencia, comprando rentas no
sólo en Manizales sino en el Cauca.
También
se destacó como rematador de rentas
Francisco Jaramillo Ochoa, ganadero
y empresario de la colonización, el
cual tuvo un verdadero olfato para los
negocios logrando sobresalir en los
remates, campo en el cual acumuló una
inmensa fortuna.
La
importancia de los remates de rentas
del Estado radica en que algunos manizaleños
lograron acumular mucho dinero en este
campo, el cual fue invertido en empresas
de los sectores cafetero, comercial
e industrial.
Tomado
de "Manizales a las Puertas del Siglo XXI"
Autores:
Albeiro Valencia Llano
Fabio
Arias Gómez
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