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MANIZALES I

HISTORIA
EL NEVADO DEL RUIZ
LA COLONIZACION
LA FUNDACION DE MANIZALES
VIDA ECONOMICA
LOS CAMINOS DE HERRADURA
GUERRAS CIVILES
LA GUERRA DE 1860 O LA ESPONSION DE MANIZALES:
LA GUERRA CIVIL DE 1876
DESARROLLO URBANO: EVOLUCION DE LA ALDEA
LOS CULTIVOS DEL CAFE
EL PAPEL DE MANIZALES EN LA COLONIZACION:
PRIMERAS INDUSTRIAS
LOS PRIMEROS BANCOS:
LA EDUCACION
LA IGLESIA
FACTORES DE PROGRESO
LA MEDICINA
VIDA COTIDIANA
DIVERSIÓN Y ENTRETENIMIENTO
LA EDAD DE ORO: CREACION DEL DEPARTAMENTO DE CALDAS
NUEVA SITUACION ECONOMICA
OTROS MEDIOS DE TRANSPORTE
DESARROLLO URBANO
Manizales a través * de la fotografía

Historia
El territorio del actual municipio de Manizales estuvo ocupado por los cacicazgos Carrapas y Quimbayas los cuales a la llegada de los conquistadores estaban en un alto grado de desarrollo económico y social.

Los Carrapas ocupaban las partes más altas, escarpadas y frías de la cordillera; habitaban en casas pequeñas construidas en guadua, situadas en forma de aldeas muy poblados, y en pequeños valles junto a los ríos y quebradas.

Vivían del cultivo de maíz, yuca, papa, raíces y árboles frutales; y de la caza de venados, guadaquinajes (un poco más grandes que las liebres) y otros animales de monte; además explotaban el oro para la fabricación de utensilios domésticos, para derendar a los dioses y para el intercambio comercial.

Los Quimbayas fueron un grupo que se asentó en las faldas occidentales de la cordillera central y lograron imponerse a nivel de orfebrería y de cerámica, e influenciar con su cultura a los diferentes grupos indígenas vecinos: Carrapas, Picaras, Paucuras, Pozos, Armas, Zopías y Ansermas.

Por la magnífica ubicación geográfica y por el clima, los Quimbayas tuvieron la posibilidad de cultivar maíz y yuca como alimentos básicos y de disponer de pescado, de miel de abejas, de frutos como caimos, caimitos, ciruelas, chontaduros, aguacates y guayabas. Los abundantes bosques de guadua y de otros árboles brindaron madera para las casas, para el hogar y para las necesidades de los poblados, al tiempo que derecían abundante caza de animales como venados, conejos y guadaquinajes. Esta base económica les permitió dedicarse a la explotación del oro, a la orfebrería a la cerámica y al comercio.

A principios del año 1540 el conquistador Jorge Robledo, quien ya había sometido a los Ansermas e Irras, inició la lucha contra los Carrapas; en esta provincia estuvieron los españoles 8 días y los astutos Carrapas, conocedores de las tácticas de guerra y de las armas de los españoles, los recibieron en son de paz y les dieron comida y oro. Después de esta rápida excursión por los dominios Carrapas, Robledo y su ejército marcharon a los cacicazgos

del norte-picaras, pozos, paucuras y armados- a los cuales lograron someter después de cuatro meses de duros enfrentamientos y agotadoras marchas.

Dominada la región, los conquistadores regresaron a Carrapas donde descansaron, se aprovisionaron de comida, consiguieron indios cargueros para transportar el equipaje y se prepararon para invadir la extensa provincia de los Quimbayas.

Al continuar la invasión los españoles llegaron a la región de El Cacique o Santa Agueda (Santagueda) donde permanecieron varios días; Robledo envió a Hernán Rodríguez de Sosa con infantes y con caballos para que exploraran la cordillera, pero regresaron rápidamente porque encontraron el terreno poco poblado y ni cinco de oro, algunos historiadores dicen que el "Alto de las Sierras" a donde llegó Rodríguez de Sosa es la región donde hoy está situada Manizales.

Mientras tanto otros exploradores españoles llegaron con la halagadora noticia que en la región Quimbaya los aborígenes tenían abundantes objetos de oro, por lo cual Robledo y su ejército abandonaron a El Cacique o Santágueda y se marcharon al corazón de la región Quimbaya.

El oro encontrado en los Cacicazgos Quimbayas hizo que los españoles abandonaran lo que hoy es el municipio de Manizales y sólo se conocen exploraciones esporádicas de algunos mineros, durante el período Colonial.

Numerosas pruebas demuestran que la región que abarca el municipio de Manizales estuvo habitada por indígenas. Por ejemplo: Los Colonos que llegaron a la a zona, desde 1842, encontraron sepulturas indígenas o Guacas en La Cabaña, Altomira, San Cancio, Alto del Perro, Versalles y otros lugares.

Fueron tantos los hallazgos que los colonos se dedicaron a la "Guaquería" mientras esperaban coger la cosecha de maíz o de fríjol. Por ello era común ver en las casas de los manizaleños ver numerosos objetos de oro y cerámicas, hachas y cinceles de piedra, crisoles y herramientas de trabajo.

  EL NEVADO DEL RUIZ
Parece que los indígenas denominaron toda esta cumbre nevada Cumanday o Camunday (Banco Hermoso); también lo llamaron Tama que significa Padre Mayor o Grande.

El primer cronista en hablar del nevado fue Pedro Cieza de León quien había visto las fumarolas desde Cartago (Cartago-viejo, sitio donde hoy está situada la ciudad de Pereira).

En el siglo XVI el volcán y nevado del Ruiz se llamaba "Sierra Nevada de Cartago" y hasta 1593 varios autores decían que el volcán estaba completamente inactivo pero cubierto de nieve.

Desde finales del siglo XVI el nevado se empezó a llamar Nevado del Ruiz, debido quizás al nombre de Alonso Ruiz de Sahajosa, miembro del cabildo y persona notable de Ibagué, en 1567, el cual posiblemente poseía una encomienda, un hato o había realizado alguna hazaña militar en la zona nevada.

Pero el calmado Nevado del Ruiz sorprendió a aborígenes y españoles con una violenta erupción el 12 de marzo de 1595, sobre la cual escribió el cronista Fray Pedro Simón que ese día a las 8 de la mañana se oyeron varias explosiones y a continuación comenzaron a salir borbollones de ceniza revuelta con piedra pómez tan menuda como arena.

Todo esto duró dos horas aproximadamente, y luego empezó a oscurecer hasta las dos de la tarde.

Llovió ceniza toda la noche y a la mañana siguiente la tierra estaba cubierta de piedra pómez y ceniza, "triste y melancólica como el día del juicio" y cayó tanta que se extendió hasta la ciudad de Toro.

Parece que durante muchos años el volcán permaneció quieto, pero en 1695 se decía que El Ruiz era un "espantoso volcán de fuego"

Se reportan varias erupciones posteriores entre las cuales se destacan la del 14 de Marzo de 1805: "Entre la una y las 3 de la tarde el cielo se oscureció de repente. En Anserma cayó una lluvia muy fuerte pero no mojaba; era una ceniza negra, de olor sulfuroso, lanzada por un volcán del páramo del Ruiz. Todo quedó cubierto de ceniza".

Años después, en febrero de 1845 otra gran erupción que represó el río lagunilla, produjo más de 1000 muertos.

El Ruiz producirá nuevos sustos, sin embargo se convirtió en uno de los símbolos de la ciudad.

  LA COLONIZACION

En el siglo XIX el país estaba dividido en cuatro regiones aisladas entre sí:

La región del oriente conformada por Cundinamarca, Boyacá y Santander; el Cauca que incluía el Chocó y se extendía hasta Marmato; Antioquia, que se extendía por el sur hasta el río Chinchiná; y la región de la Costa Atlántica. Cada una de esas zonas se comportaba como un país sin relación con las otras regiones y separadas por el río Magdalena y por las cordilleras.

Este aislamiento era grave ya que los núcleos urbanos estaban muy separados entre sí, las vías de comunicación se reducían a los espantosos caminos de herradura, los campesinos y artesanos no podían vender sus mercancías por los altos costos de transporte, y la navegación a vapor por el río Magdalena se utilizaba para exportar e importar mercancías; por lo tanto no había un mercado nacional.

Pero este panorama era particularmente complicado en el Estado de Antioquia.

A finales del siglo XVIII se vivía una situación difícil en diferentes puntos de Antioquia por la concentración de la tierra, por la baja productividad agrícola, especialmente en las tierras altas, densamente pobladas y donde los recursos económicos se empleaban en el comercio; esto fue un obstáculo para el desarrollo social para la región y la población que no podía conseguir empleo debía dedicarse al "Mazamorreo" o lavado de arena en ríos y quebradas buscando oro para poder subsistir.

Ante este panorama miles de personas emigraron, iniciando así el proceso de colonización en tierras del Estado o abandonadas.

En el desorden, la crisis y miseria producidas por las guerras de independencia se aceleró la colonización, aumentó el número de familias que se incorporaron a esta "Aventura" y fundaron las poblaciones de Aguadas, Salamina, Pácora y Neira.

Las avanzadas colonizadoras salían de diferentes pueblos de Antioquia, especialmente de Río Negro, Marinilla, El Retiro, La Ceja, Abejorral, San Vicente y Sonsón, y sufrían numerosas penalidades. Debían cruzar caudalosos ríos sin puentes, entre ellos el Arma, Chamberí, la Honda y el Tapias. La espesura de la selva impedía la penetración de los rayos del sol por lo cual el suelo permanecía húmedo, formando inmensos pantanos camuflados por la hojarasca, llamados "Tiembla Tiembla" que se convertían en trampas mortales.

Además los colonos se encontraban con tigrillos y osos, serpientes, zancudos y mosquitos, con avispas llamadas "Quitacalzón" que producían pánico, y con diferentes tipos de hormigas, entre ellas las que hacían rondas para aprovisionarse de comida y ahuyentaban los insectos, serpientes, micos, conejos y a cuantos animales grandes encontraban a su paso.

Los colonos se movían por las riberas de los ríos de ríos y quebradas y por el lomo de las montañas para orientarse y estudiar el paisaje; el terreno a colonizar debía poseer los siguientes elementos fundamentales: agua, madera (especialmente guadua), árboles frutales y una rica fauna de animales comestibles.

Además se procuraba que el sitio seleccionado tuviese buen clima, prefiriendo las tierras templadas o frías en lugar de las cálidas.

Como se puede deducir la aventura colonizadora era una empresa difícil, razón por la cual se ponía en boca del colono el siguiente texto:

"A un lado serpientes, alacranes, avispas, tarántulas, cientopies, hormigas, rondadoras, trasgos y fantasmas, diablos y demonios, que aquí va un hombre con hambre".

El más importante explorador de las tierras del sur fue Fermín López, nacido en Río Negro, el cual después de estar presente en la fundación de Salamina emigró con su familia hacia el sur, aproximadamente hacia 1837, y se estableció en la región de San Cancio, donde después se iría a fundar a Manizales; aquí organizó viviendas, cultivó roza y sementera; pero con el ánimo de salir de la Concesión Aranzazu cruzó el río Chinchiná y llegó a Cartago, señalando de este modo una ruta de colonización hacia Risaralda y el Valle del Cauca.

El Papel desempeñado por Fermín López reviste gran importancia porque tras sus huellas caminaron otras personas que viniendo de diferentes puntos de Antioquia se sumaron al torrente colonizador.

De este modo Antioquia buscó salida al aislamiento y a la crisis por medio de la Colonización.

LA COLONIZACION EN MORROGACHO O MANIZALES

Cuando los colonos observaban desde Neira el espinazo de la cordillera donde hoy se encuentra el alto de Chipre, veían la forma de un morro gacho; por eso fue el primer nombre que tuvo la región.

Después de Fermín López hay un nuevo avance colonizador y llegaron a Morro Gacho Manuel María Grisales, Antonio Ceballos, Joaquín Arango Restrepo, Marcelino Palacio y otros muchos.

La ruta era la siguiente: De Neira Viejo bajaban al río Guacaica, de aquí subían por una dura pendiente hasta llegar a la Cuchilla del Salao y de aquí hasta el Alto de Chipre. Más tarde hubo otro camino que saliendo del actual Neira seguía a Pueblo Rico, de aquí bajaba al río Guacaica, después a las minas de sal del Guineo, luego a la Linda y por último se dirigía al Alto de Chipre.

Los colonos llegaban provistos de herramientas: barretones, azadones, palas, regatones, güinches (para rozar y desyerbar), calabozos (especie de machete curvo para rozar), hachas, serruchos de mano y largos para aserrar, limas para amolar, todos estos eran elementos fundamentales para colonizar. Pero además los bastimentos incluían mazorcas de maíz amarillo y de maíz capio, talegas con vainas de fríjol, semillas de papa, colinos de yuca, de arracacha y de plátano; en tarritos pequeños transportaban semillas de plantas medicinales y de algunas matas de adorno.

Pero mientras cultivaban la roza y la sementera los colonos se alimentaban de carne de monte ya que abundaban venados, guaguas, gurres, conejos tatabras y pavas.

Además las primeras familias dispusieron del ganado vacuno que estaba remontado en las llanuras al pie de la nieve del Nevado del Ruiz y que había pertenecido presumiblemente, a una comunidad religiosa de Mariquita.

De otro lado los colonos encontraron minas de aluvión en las quebradas y en los ríos, lo que les permitió disponer de recursos para comprar herramientas de trabajo, ropa y semillas, las cuales adquirirían en Salamina y Neira.

En estas condiciones el territorio conocido como Morrogacho se pobló rápidamente y en la medida que surgían guerra civiles, nuevos contingentes de campesinos sin tierra se vinculaban a la aventura colonizadora huyendo de los reclutamientos para los ejércitos y de los empréstitos forzosos para aprovisionar las tropas.

Durante los años 1842 - 1848 la región de Morrogacho fue habitada por numerosos colonos que llegaban con sus familias y se situaron en la Linda, El Tablazo, El Guineo, Morrogacho (Chipre), Plan de Morrogacho (La Francia), Sancancio y La Enea.

Los colonos organizaron pequeñas fincas para lo cual daban los siguientes pasos: cortaban bejucos y malezas y se construía el rancho de vara en tierra con guadua en forma de tejas largas; después se realizaba la "socola" que consistía en limpiar el terreno de malezas, bejucos y arbustos pequeños y luego se pasaba a la "derriba" que consistía en cortar los grandes árboles. Por último se esperaba el verano para realizar "la quema". El fuego se convertía en un arma eficaz para transformar en ceniza el rastrojo y los troncos al tiempo que facilitaba la eliminación de avisperos, arañas y culebras y mantenía alejados a tigres y osos.

En el terreno preparado organizaban la roza que es el cultivo de maíz y de fríjol, productos básicos de la alimentación diaria: la arepa para las tres comidas principales del día, los frijoles para la comida de la tarde, la mazamorra y el claro como sobremesa; y el sobrante, para alimentar gallinas y cerdos.

Después de la roza estaba la sementera o sea el cultivo de plátano, yuca y caña de azúcar productos que contribuían notablemente a satisfacer las necesidades básicas de la familia y se convertían en punto de apoyo para la fundación del pueblo..

LA FUNDACION DE MANIZALES

NACIMIENTO Y VERTIGINOSO DESARROLLO

 Desde 1846 los colonos vivían en Neira pero sus parcelas estaban localizadas en numerosas fincas de Morrogacho; aquí producían artículos de subsistencia (maíz, frijol, plátano, yuca, gallinas, cerdos) y compraban en Neira y Salamina la ropa y las herramientas de trabajo.

Por estos años los habitantes de Salamina y Neira tenían un complicado pleito con la empresa González-Salazar y Compañía que alegaba ser la propietaria de los terrenos que se extendían desde Salamina hasta el río Chinchiná; los colonos confundieron el río Guacaica (entre Neira y Manizales), con el Chinchiná y pensaron que si cruzaban aquél se salían del territorio pretendido por González-Salazar y Compañía.

Por estas razones los pobladores tomaron la determinación de fundar una población en Morrogacho; el 6 de julio de 1848 realizaron la llamada "Exploración de los Veinte" ya que estaba integrada por este número de personas propietarias de fincas, aunque también participaron algunos peones.

La siguiente es la lista de estos exploradores considerados fundadores de la ciudad de Manizales: Antonio María Arango, Joaquín Arango, Victoriano Arango, Pedro Arango, José Pablo Arias, Silverio Buitrago, Antonio Ceballos, José María Correa, José Joaquín Echeverri, Nicolás Echeverri, Alejandro Echeverri, Estaban Escobar, Manuel María Grisales, Vicente Gil, Vicente Giraldo, Juan Antonio Gómez, Marcelino Palacio, José María Pavas, Antonio Quintero y Benito Rodríguez.

La Expedición salió de Sancancio o Rastrojos y se dirigió a lo que hoy se llama La Enea y Tesorito, estaban dispuestos a realizar la población en La Enea, en una explanada que encontraron, rozaron el monte pero pensaron que este poblado quedaba por fuera del camino que de Neira conducía a Santa Rosa de Cabal y Cartago.

Buscaron otro sitio en Las Minitas, en la margen derecha de la quebrada de Olivares, aquí rozaron el monte trazaron la plaza y las calles, pero también abandonaron el sitio por quedar por fuera del camino Neira-Santa Rosa de Cabal.

De aquí marcharon hacia la cuchilla de El Carretero en el camino para La Elvira, pero encontraron el lomo de la cuchilla estrecho, poco sólido y falto de agua por lo que decidieron marchar hacia el punto donde hoy se encuentra la Plaza de Bolívar.

El terreno señalado estaba bien ubicado como cruce de caminos y desde el punto de vista militar, pero era la finca de Manuel María Grisales el cual entregó el terreno para la fundación del poblado y para la repartición de lotes a condición de que cada favorecido le pagara un peso sencillo por el solar que recibiera.

Sobre esto escribió Grisales, años más tarde, que el compromiso lo cumplió solamente don Ignacio Londoño y agrega que "Perdí así todo mi trabajo de aperturas, desde el cementerio viejo hasta la catedral, debiendo tenerse en cuenta que en aquellos tiempos los víveres eran muy costosos, porque se traían a espalda desde Salamina y sudando la gota gorda, porque no había caminos". No se sabe la fecha exacta de la fundación del poblado ya que no se hizo acta, además la fundación como tal duró varios días; pero de acuerdo con los protagonistas la fundación como tal duró varios días; pero de acuerdo con los protagonistas la fundación ocurrió el mes de septiembre de 1848.

Durante este mes se limpió el terreno y se organizó la "roza de comunidad" o sea el cultivo de maíz y fríjol para alimentarse posteriormente mientras continuaban la "limpia" del terreno. A continuación se demarcó la plaza principal llamada Bolívar, se separó un lote para construir la iglesia y se repartieron los solares para los pobladores.

Toda esta actividad fue dirigida por Marcelino Palacio, Manuel María Grisales, Joaquín, Antonio María y Victoriano Arango, Nicolás, Joaquín y Alejandro Echeverri, Antonio Ceballos, Vicente Gil y José María Osorio, los cuales deben ser considerados como los más importantes fundadores de Manizales.

Se tuvieron en cuenta varios nombres para bautizar la nueva villa: Morrogacho, Guacaica, Palestina y Manizales; pero se impuso este último por la abundancia de la piedra maní que es una roca granítica de color gris, compuesta por mica, feldespato y cuarzo, muy abundante en los ríos de la región.

Por la abundancia de esta piedra la gente decía que la zona era un gran manizal, región de muchos manizales.

Transcurridos estos hechos los fundadores se preocuparon por darle vida legal a la joven villa ya que los terrenos estaban siendo reclamados por la empresa González-Salazar y Compañía. En este sentido Marcelino Palacio quien ya se había enfrentado a esta empresa inició intensa campaña para dejar en claro la fundación de Manizales. Para ello habló con don Mariano Ospina Delgado, vecino de Salamina y Diputado de la Cámara Provincial de Antioquia para que presentara un proyecto de ordenanza que considerara la creación del distrito de Manizales.

El proyecto se presentó el 16 de septiembre de 1849, el 1 de octubre se dictó la ordenanza de la fundación y el 12 del mismo mes fue sancionada por el gobernador, Jorge Gutiérrez de Lara.

Después de esta ordenanza fueron nombradas las primeras autoridades del municipio: Antonio Ceballos, primer Alcalde; Antonio María Arango, Juez y como Procurador, Joaquín Arango. Además se eligió el Cabildo (Concejo) el cual empezó funciones el primero de enero de 1850. Se iniciaba la administración municipal.

VIDA ECONOMICA

Las primeras actividades económicas de los manizaleños se reducían a organizar las fincas para satisfacer las necesidades familiares; al "mazamorreo" del oro en las numerosas quebradas y riachuelos de la región; al saqueo de sepulturas indígenas (guacas) y al engorde de cerdos.

El primer mercado fue organizado iniciando el año de 1849 y se debe a la visión futurista de Marcelino Palacio el cual estaba interesado en animar la naciente aldea fomentando la vida social.

Don Marcelino aprovechó un domingo cuando se habían congregado para rezar, e invitó a todos para que el sábado siguiente trajeran para vender cualquier producto de las huertas y sementeras y que si algo se quedaba sin vender él lo compraría.

La plaza todavía estaba cubierta por las cepas de los grandes árboles que habían derribado para limpiar el terreno, sin embargo el sábado siguiente se presentaron los campesinos con lo mejor de su producción y escribe el historiador José María Restrepo Maya que se trajeron a la plaza pepinos, arracachas, plátanos, yucas, maíz, frisoles, panelas, uchuvas y dulunsogas y todo lo colocaron "sobre las mesas de los troncos o cepar de los árboles, de manera que el conjunto derecía un abigarrado y pintoresco surtido de productos vegetales; todo se vendió ese día, y don Marcelino no tuvo que comprar nada que se hubiera quedado.

Desde 1850 la aldea se venía caracterizando por la cría de cerdos en las huertas, no había una sola casa de teja sino ranchos pajizos y los cerdos corrían libremente por las calles de la pequeña aldea por lo cual algunos vecinos se quejaban ante el cabildo. Al respecto decía don Marcelino Palacio: "Estos demonios nos tumban las casas pero también ayudan a reconstruirlas mejores".

Un aspecto que ayudó al desarrollo de la joven aldea fue el contrato celebrado (junio 8 de 1853) entre el gobierno central y la empresa González-Salazar y Compañía, que puso fin al pleito entre los colonos y la Empresa; sobre esta base recibieron parcelas o títulos de propiedad 1.154 personas que estaban viviendo en el Distrito hasta el mes de octubre de 1853. De este modo los colonos se vieron estimulados a desarrollar la producción en la tierra recibida.

Mientras tanto nuevos grupos de colonos seguían huyendo de la miseria y de las guerras civiles y se asentaban en la tranquila aldea de Manizales ayudando a desarrollar la vida económica.

LOS CAMINOS DE HERRADURA
La ubicación de Manizales sobre el lomo de la cordillera la convirtió en punto obligado para el cruce de caminos ya que podía comunicar el Estado de Antioquia con el Cauca y por el Páramo con el Tolima y el río Magdalena; además, era sitio estratégico desde el punto de vista militar.

los manizaleños que estuvieron presentes en la fundación vislumbraron estas posibilidades y trazaron las rutas para unir la joven aldea con Neira, Salamina y Sonsón, por el norte; con Cartago y el Estado del Cauca por el sur; y hacia el oriente, dos caminos -por el páramo del Ruiz-, la unieron con el comercio de la próspera ciudad de Honda y con el río Magdalena.

. EL CAMINO DEL NORTE:

El primer camino fue el del norte o ruta a Neira llamada camino de la colonización porque se dirigía a Salamina y de aquí a Abejorral y hacia el corazón de Antioquia de donde llegaba un torrente constante de colonos.

Pero esta ruta era peligrosa y difícil a juzgar por la descripción hecha por don Manuel Pombo en 1852 el cual decía que el camino era de "prdeundos barrizales, plagados en su fondo de redes de raíces, que enredaban los cascos de las bestias; derrumbaderos empinados, de greda amarilla y brillosa o de tierra negra deleznable, en donde no se podía afirmar los pies, y en cuyo descenso rodaban confundidos jinete y mula; troncos caídos, maleza que cerraba el paso, púas y estacas por todas partes, árboles que goteaban por todas las ramas... nosotros y nuestras mulas teníamos lodo desde los pies hasta la cabeza, y, a pesar del brandy, la humedad nos traía entumecidos. En cuanto a caídas y golpes, cada cual pudo al principio numerar los suyos; mas luego fueron tan consecutivos, que se hizo preciso cortar las cuentas".

EL CAMINO DEL RUIZ:

El cabildo empezó la construcción de esta vía en el año 1850 buscando poner en contacto a Manizales con Ambalema en el Tolima, para favorecer el intercambio comercial entre las dos provincias y con el río Magdalena.

El camino seguía la siguiente ruta: Manizales - Termales - Cueva de Gualí, donde pernoctaba, - Cueva de Toro, donde también se descansaba, - Cueva de Nieto, otro sitio para pernoctar, - Murillo - Líbano - Ambalema.

Para el año de 1852 esta ruta se hacía normalmente en cinco días desde Manizales a El Líbano.

Este camino tenía el problema del intenso frío que se debía soportar en el Páramo del Ruiz, no había posadas para pernoctar y el único albergue lo derecían las cuevas.

 EL CAMINO DE AGUACATAL O DE LA ELVIRA:

El cabildo emprendió la construcción de esta vía en 1865 y aunque es otra ruta al río Magdalena; evitaba el paso del nevado de El Ruiz pero se enfrentaba con una dura pendiente hasta llegar a la planicie del Páramo de Aguacatal.

El camino seguía la siguiente ruta: Manizales - La Elvira - Páramo de Aguacatal - Soledad - Mariquita.

Esta vía era más corta que la del Ruiz y al vincular a Manizales con Mariquita, Honda y el río Magdalena se impulsó el comercio de importación y de exportación en forma asombrosa.

LA ARRIERIA

Por estos caminos se desarrolló la arriería, pero fue el comercio del cacao el que inició la arriería como empresa en la aldea de Manizales.

El transporte del cacao funcionaba del siguiente modo: De Cartago llegaba a Manizales donde entraba a los depósitos y de aquí se llevaba en recuas de mulas para Arma, de donde lo enviaban para Medellín. En viaje de regreso las recuas se venían cargadas con mercancías (telas, herramientas, etc.) para el mercado de Manizales. De Ambalema se traía tabaco, cobijas y mantas; de Honda se traía abarrote y se llevaba café para la exportación por el río Magdalena.

Después, hacia 1880, es tan grande el fenómeno de la arriería que en Manizales había 152 mulas y caballos para viajeros; 300 bueyes y mulas para el acarreo de víveres y materiales de construcción y 1200 bueyes para transportar mercancías hacia diferentes puntos fuera del distrito.

A principios del siglo XX Manizales es un gran centro exportador de café e importador de mercancías, y los transportadores utilizaban diez mil bueyes para mover la carga entre esta plaza y Honda.

En Manizales se prefirió el buey para el transporte ya que aunque es más lento que la mula, es más fuerte y transita mejor por los caminos difíciles en época de invierno, además resistía las fuertes heladas del páramo.

En bueyes trajeron piezas de enorme peso como estatuas, pianos, órganos, trapiches y calderas; para su transporte se utilizan la parihuel que consistía en aparejar dos o cuatro bueyes unidos por dos guaduas o palos redondos.

Las recuas empezaron con pequeñas partidas de cinco a 20 bueyes pero no todos cargados porque se dejaban algunos en pelo para ayudar a los enfermos o cansados; con el tiempo aumentaron los empresarios de arriería, los arrieros y las recuas. Para principios de siglo había en Manizales numerosas recuas de 50 bueyes que viajaban constantemente por el páramo hacia el Tolima, siendo las más importantes las de los hermanos Estrada Botero (Félix, Diego, Tiberio y Emiliano), los mayores empresarios de la arriería en Manizales; también eran famosas las recuas de Justiniano Londoño, padre del político y orador Fernando Londoño Londoño.

En cuanto a los arrieros típicos, el más destacado en Manizales fue Francisco Antonio Echeverri, "Cotoño".

Cómo funcionaban las recuas?

Una recua de 15 o más mulas o bueyes la manejaban normalmente cuatro arrieros que se distribuían a lo largo de la caravana, un muchacho que iba adelante conduciendo por la nariguera al buey madrino, el sangrero, que se encargaba de la comida, y varios perros.

La recua marchaba alegre animada por los ladridos de los perros, por las campanillas del buey madrino y por los silbos, gritos e interjecciones producidas por los arrieros; éstos a su vez permanecían atentos para guiar los bueyes en los malos pasos, ensanchar caminos y componer las cargas cuando se ladeaban.

Los arrieros vestían con pantalones remangados a la altura de la pantorrilla, camisa gruesa, sombrero aguadeño, alpargatas de cabuya, poncho, mulera, pañuelo raboegallo, larga peinilla de muchos ramales, carriel de nutria y largo zurriago.

Viajaban con el hatillo que incluía ollas para cocinar, el tarro de guadua con las velas, un toldo para acampar, y el bastimento conformado por carne, tocino, frisoles, panela, chocolate con harina, café, las estacas (masas de maíz cocinado con chicharrón de empella envueltos en hojas de vihao) y bizcocho de arriero (costras grandes y delgadas de maíz capio, con mantequilla y huevo que se asaban en un plato de barro llamado "callan").

La arriería fue una actividad de gran importancia económica y social, ya que ayudó a convertir a Manizales en destacada plaza comercial. A su vez los empresarios de la arriería tuvieron enorme figuración social y sus nombres son recordados con orgullo por la generación de manizaleños que vivieron esta época; entre éstos se destacaron Gabriel Arango, Félix María Henao Angel, Manuel Henao, Justiniano Londoño y los hermanos Estrada Botero. 

GUERRAS CIVILES

Manizales estaba muy bien situada, desparramada sobre la cordillera, lo que le permitía mirar hacia Neira y Aranzazu, o sea hacia el norte; pero también podía observar en dirección a Villamaría y hacia el sur, controlando el Estado Soberano del Cauca. Ocupaba pues una estratégica posición en medio de dos estados federales en permanente conflicto.

Hacia mediados del siglo XIX había un ambiente general de guerra. Se peleaba por las consecuencias de las guerras de independencia, por el poder de los militares, por el latifundio, por las desigualdades económicas y sociales, por la desorganización del Estado, por la religión y por el federalismo.

El ambiente de guerra se extendía por doquier y alcanzó también el caserío de Manizales, fortaleza inexpugnable, considerada un "nido de águilas" y el "Gibraltar antioqueño".

Este ambiente había sido entendido por el General Pedro Justo Berrío y por otros dirigentes de Antioquia para los cuales Manizales era "la más linda perla del sur de Antioquia" por ser baluarte militar y por el desarrollo económico y social que venía alcanzando a pasos agigantados.

Quizás fue el escrito Otto Morales Benítez el primero en señalar la importancia que adquirió la joven aldea de Manizales por los conflictos bélicos, ya que aquí permanecía siempre un destacamento militar el cual había que abastecer con alimentos producidos en la región. Y agrega el doctor Morales Benítez que las guerras de 1860 y 1876 fueron acontecimientos vitales para la vida de Manizales "y el alcance de ellos radica, en sus ulteriores desarrollos, en el pensamiento político colombiano. Lo que une indefectiblemente a Manizales a episodios de la República de la mayor resonancia ideológica. Allá, pues, se gestaron grandes transformaciones, a través de la guerra. Quizás algunos hallen ligeramente optimista nuestro juicio, pero las conclusiones nos favorecen en el balance final"

LA GUERRA DE 1860 O LA ESPONSION DE MANIZALES:

En el año de 1858 siendo presidente del país Mariano Ospina Rodríguez se aprobó una constitución que implantó el sistema federal y se dividió la República en ocho estados.

Estas medidas del Presidente fueron ampliamente criticadas por los dirigentes liberales los cuales planteaban que de este modo se iba a perpetuar el conservatismo en el poder.

En este ambiente el General Tomás Cipriano Mosquera se declaró en rebeldía y promulgó el derecho de mayo 8 de 1860 separando el Estado del Cauca de la Confederación Granadina.

Por su parte el gobierno de Antioquia se movió con rapidez y situó el ejército y el Estado Mayor en "La cuchilla de Manizales", donde estaban los generales Joaquín Posada Gutiérrez y Braulio Henao. Este último cruzó el río Chinchiná que era el límite entre Antioquia y el Cauca y avanzó por territorio caucano hasta la Aldea de María (Villamaría) y Santa Rosa donde chocó con las tropas liberales del Cauca (11 de agosto); finalmente las tropas conservadoras regresaron a Manizales y el General Mosquera se situó con su ejército en la Aldea de María, el 25 de agosto.

Las tropas de Mosquera estaban integradas por 3.500 hombres de infantería, 500 de caballería, cinco cañones, banda de música y abundante parque, pero al mirar hacia Manizales, situada en todo lo alto, entendió como buen estratega, que la arrugada geografía favorecía a los antioqueños, por lo tanto planteó una negociación la que se realizó el día 26 en el puente sobre el río Chinchiná, entre la aldea de María y Manizales, pero no llegaron a ningún acuerdo y se inició la batalla el día 28.

Los manizaleños se habían preparado aprovechando las ventajas que brindaba el terreno.

Para ello el Coronel Braulio Pérez Pagola situó las tropas en los puntos más estratégicos y peligrosos como la colina que hoy corresponde al Alto de Chipre, el Alto de San Antonio, la salida para La Linda y la loma que queda frente a la quebrada de Olivares. De otro lado en todo el filo del callejón El Carretero, que después se llamó Avenida Cervantes, se organizaron numerosos huecos y se camuflaron con ramas, de suerte que las primeras caballerías que entraron se enredaron en las trampas mortales. Además en parte de este filo aún permanecían las cepas de los grandes árboles derribados y fueron utilizadas como empalizadas para detener la invasión.

Pero del ejército liberal apareció por donde no lo esperaban, utilizó la noche del día 27 para moverse con sigilo y sólo descubrieron su maniobra a las 5:30 de la mañana del día siguiente dándose inicio a la batalla. A las siete horas de intensa lucha el ejército liberal cayó en la trampa de los huecos y se retiraron en desorden hacia la aldea de María dejando numerosos cadáveres y caballos heridos.

Mosquera observó que no había sido perseguido por las tropas antioqueñas y llegó a la conclusión que en Manizales no se habían dado cuenta de su desastre por lo cual disfrazó su derrota y reorganizó el ejército.

Mientras esto sucedía le informaron que los liberales habían sido vencidos en Santander, por lo tanto nada le favorecía y optó por izar bandera blanca convencido de no poder tomarse la aldea de Manizales.

El día 29 Mosquea envió un delegado a conferenciar con los Generales Joaquín Posada y Braulio Henao y le propuso una Esponsión militar (promesa o compromiso), los Generales antioqueños aceptaron y se reunieron para negociar bajo un toldo en el camino, en el filo del Carretero.

Al día siguiente, 30 de agosto, se firmó el pacto en una casa de habitación en Versalles, en el camino que iba para Solferino. Por este acuerdo el General Mosquera se comprometió a suspender toda hostilidad contra el gobierno central, retirarse al Cauca y desarma su ejército, si el convenio era aprobado por el gobierno nacional. Así mismo la ciudad de Manizales quedaría como plaza neutral y su ejército se retiraría a Salamina.

Pero los conservadores de Bogotá no aceptaron el armisticio de Manizales y continuaron las hostilidades.

Mosquera ganó mucho con este acuerdo ya que se retiró al Cauca para reorganizar su ejército y continuar la guerra, organizó las fuerzas liberales en varios Estados y finalmente se tomó a Bogotá el 18 de julio de 1861.

La importancia de la Esponsión de Manizales consiste en que su no-aprobación por el gobierno nacional se convirtió en el principio de la derrota de los conservadores en la guerra de 1860, lo que produjo la nueva presidencia de Mosquera, la separación de la Iglesia y el Estado y la Constitución de Rionegro.

Debido a la guerra Manizales se convirtió en la ciudad más importante del sur de Antioquia por la concentración en esta plaza de recursos económicos para sostener el ejército lo que ayudó al desarrollo económico de la región, además Manizales se transformó en un fortín conservador y aumentó su influencia política a nivel nacional.

  LA GUERRA CIVIL DE 1876:

Hasta 1876 Manizales vivió un período de auge económico y paz social por el ambiente creado en Antioquia durante los gobiernos de Pedro Justo Berrío y Recaredo de Villa. Pero esta paz se rompió durante el gobierno liberal del Presidente Aquileo Parra debido al problema religioso.

Paulatinamente se había venido creando un ambiente contra la Iglesia mediante leyes y medidas para quitarle poder económico y social: suspensión de conventos menores, libertad de cultos, expropiaciones y enseñanza laica. En general las medidas estaban dirigidas a quitarle influencia y base social al Partido Conservador ya que éste se cubría con el manto religioso.

La guerra empezó en julio 1876 contra el "ateísmo liberal" cuando algunos conservadores de levantaron contra el gobierno del Cauca iniciando así la guerra que rápidamente se extendió a otros Estados.

De nuevo Manizales se convirtió en plaza fuerte por su condición de ciudad frontera aquí se concentró parte del ejército de Antioquia a órdenes de los generales José María Gutiérrez, Cosme Marulanda y de los coroneles Francisco Caramillo y Juan Manuel Llanos.

Las tropas se prepararon para invadir el Estado del Cauca antes de partir asistían a misa y el padre Nazario Restrepo les ponía a los soldados de Manizales un escapulario del Corazón de Jesús y una banda de género con la divisa: "Dios, Patria y Libertad", despertando así el fervor religioso contra los liberales.

Pero las fuerzas conservadoras fueron vencidas el 31 de agosto en la batalla de los Chancos por el general Julián Trujillo y se refugiaron en Manizales donde la noticia había producido pánico general. Para preparar un nuevo ejército llegó a la ciudad el general Marcelino Veles con el objetivo de fortificarse y preparar una nueva invasión al Estado del Cauca.

Mientras tanto el general Julián Trujillo marchaba desde el Cauca hasta Manizales y se situó en Villamaría; y desde el Tolima otro ejército, dirigido por el general Santos Acosta, amenazaba a Manizales.

Trujillo se fortaleció en los puntos claves que rodean a Manizales: El Tablazo, La Manuelita, Alto de la Pava, La Cabaña, El Rosario, Morrogacho y el Arenillo; y el general Marcelino Vélez no hacía nada.

En un ambiente tan complicado renunció el Presidente del Estado de Antioquia, don Recaredo de Villa, siendo reemplazado por don Silverio Arango P. el cual empezó a ejercer desde la ciudad sitiada, y para agravar más la situación el general Marcelino Vélez abandonó la ciudad lo que fue aprovechado por el general Julián Trujillo para estrechar su cerco sobre Manizales.

De este modo la ciudad fue rendida el 5 de abril de 1977 y se firmó la capitulación del Alto de San Antonio (abril 6) poniendo término a la guerra.

La importancia de las guerras para Manizales radica en que a pesar de ser una pequeña aldea se unió a la región y al país por la calidad de los fenómenos que aquí se plantearon.

Sobre este aspecto escribió Otto Morales Benitez que:

"Las guerras no valen por los muertos, no por su duración, ni por el semblante trágico que imprimen los pueblos sino por las orientaciones que desatan sobre la historia. Esas dos contiendas le dieron cauces al país, en forma tal que aun todavía hay instituciones que nacieron en el final de ese fragor bélico. Por ello hemos detenido, con mirada curiosa, nuestra indagación sobre los procesos militares que atravesaron la aldea. Queremos relievarlos para que se entienda cómo Manizales, desde las primeras horas de la República, ha tenido participación en hechos fundamentales, que le dan fisonomía muy propia".

Si bien la pequeña aldea de Manizales fue conocida en todo el país por los hechos sucedidos en sus calles y colinas, la guerra la favoreció en todos los órdenes.

Manivela se convirtió en centro directivo alcanzando la categoría de capital del Departamento del Sur y por consiguiente fue trasladada la Prefectura que estaba en Salamina; y en cuanto a lo económico se fortaleció notablemente debido a los miles de soldados que permanecían en la región, por lo tanto los campesinos comerciantes de Manizales y de los pueblos vecinos lograban vender sus productos a esta población en aumento, ya que cada soldado recibía como ración diaria una libra de carne, una de panela, un poco de arroz, un puñado de sal y un real de plata.

La guerra del 76 cambió las costumbres de los manizaleños por la influencia de los soldados Caucanos que permanecieron en la ciudad y de otro lado la ideología liberal fue penetrando lentamente en este bastión conservador de Antioquia.

DESARROLLO URBANO: EVOLUCION DE LA ALDEA

 El verdadero desarrollo urbano de la Aldea se produjo a partir del convenio (febrero 9 de 1851) entre la empresa González-Salazar y Compañía y el cabildo.

Las dos partes acordaron:

1. Fijar la población un área de 40 cuadras, a partir de la plaza tomando 10 cuadras a cada lado.

2. Declarar como propiedad del distrito, 25 cuadras de tierra en montañas, para beneficio de los habitantes.

3. Destinar dos solares en la plaza, para la iglesia.

4. Destinar un local para escuela

5. Demarcar calles, caminos, plaza y cementerio.

6. Cada vecino recibirá un solar y tendrá seis meses de plazo para construir su casa.

Para esta época existían sólo 476 casas en el área urbana ya que la mayoría de los habitantes vivían en sus parcelas, pero debido al convenio anterior hay un vivo interés en formar un pueblo de verdad, y las personas más acomodadas se dedicaron a construir ranchos de bahareque, con techo de cáscaras de cedro y hojas de yarumo.

Pero a pesar del acuerdo anterior el pueblo se urbaniza sin un plano topográfico que orientara su crecimiento el cual era tan caprichoso que la Aldea se conocía con el nombre peyorativo de la "cañada de Manizales".

El sobrenombre iba de acuerdo con la realidad ya que el terreno estaba integrado por cañadas y colinas que dificultaban la formación de las calles, por lo cual el cabildo de 1864 contrató un agrimensor de la ciudad de Buga, el Dr. Rómulo Durán, para que "aplanara el terreno".

El Dr. Durán propuso primero "hacer el terreno" mediante la construcción de calzadas y rellenando las prdeundas depresiones, buscando de este modo cierta nivelación.

Pero era claro para el agrimensor la imposibilidad de lograr la nivelación total del terreno ya que al estar el pueblo situado sobre un suelo tan arrugado, era absurdo pretender una lucha contra la naturaleza para lograrlo.

De este modo se fue proyectando la ciudad del futuro, por medio del sistema de banqueos y rellenos; esto hizo surgir el dicho popular: "en Manizales para construir, hay que hacer primero el terreno".

Para tener una idea de lo que era la Aldea de Manizales a los 15 años de fundada y los cambios que se le hicieron al terreno para quitarle el remoquete de la "cañada de Manizales", veamos los siguientes casos".

- Para hacer el Parque de Bolívar se hizo un enorme banqueo el cual llegó a tener por un costado más de 12 metros de altura.

- Para formar la Plaza de los Fundadores fue necesario banquear una enorme colina llamada el Alto de ño Pedro Zapata.

- El sitio donde se ubicó la primera plaza de mercado era un cerro rodeado de cañadas al norte, al oriente y al sur; con ayuda del agua se banquearon los cerros y con esa tierra se rellenaron los precipicios.

De este modo se "hacia" el pueblo en un período de masivas y continuas migraciones favorecidas por las guerras civiles; los censos de la época muestran el crecimiento:

Pero para atender mejor el aumento de la población veamos la distribución de los habitantes por actividades según el censo de 1870:

.

AÑOS

POBLACION

1851

2.789

1870

10.362

1884

14.603

ACTIVIDAD

NUMERO DE PERSONAS

Agricultores

2.746

Ganaderos

2

Mineros

68

Comerciantes

152

Arrieros

38

Sirvientes

69

Médicos

4

Artistas

6

Estudiantes

448

Institutores

14

Sacerdotes

3

Vagos

3

.

De este censo llama la atención que Manizales era fundamentalmente agrícola y con gran desarrollo del comercio y de la minería. También es importante la cifra de estudiantes, médicos, sacerdotes. El número relativamente alto de sirvientes significa que había muchas personas acomodadas.

El crecimiento de Manizales se favoreció no sólo por el fenómeno colonizador sino por la situación política creada por las guerras y por el auge económico que estimuló su desarrollo.

Ni siquiera los fuertes temblores espantaron a los manizaleños, pero produjeron muchos daños en las edificaciones, que en esa época se hacían en tapia. Veamos los más importantes temblores de ese entonces:

El 18 de mayo de 1875 a las 11 de la mañana se sintió un fuerte temblor que produjo severos daños en los tres torreones que adornaban el frontis de la iglesia.

En febrero de 1878 hubo otro que causó leves daños pero produjo pánico. En noviembre del mismo año un nuevo temblor derribó la portada de la iglesia, muchas casas se agrietaron otras cayeron.

El 5 de noviembre de 1884, a media noche, un lento terremoto averió el frontis de la iglesia y hubo que demolerlo.

Debido a los temblores que produjo un cambio en el sistema de construcción que consistía en edificar el primer piso en tapias y el segundo en madera, o se hacía la base da ladrillo y cal y sobre ella se levantaban tabiques dobles de madera revestidos de tablas o de guadua, estilo que se impuso y fue llamado "temblorero".

Acerca de los temblores decía el viajero alemán Friedrich Von Schenck, lo siguiente:

"Los frecuentes y fuertes terremotos de los años 1875 y 1878 sólo interrumpieron momentáneamente el crecimiento de la ciudad. Apenas transcurridos algunos meses sin movimiento y calmadas ya las mentes, los refugiados, junto con nuevos inmigrantes, regresaron a la ciudad, en cuyas esquinas aparecieron otra vez dedicados a sus labores los albañiles y carpinteros. El convencimiento de que en Manizales se podía hacer dinero, y el deseo de aprovechar esa oportunidad, dominaron en el aventurero antioqueño el bien fundado miedo ante el intranquilo volcán del Ruiz".

De este modo el pueblo siguió su marcha y los manizaleños recitaban los siguientes versos que se escuchaban en el sur de Antioquia:

Mi querida Manizales

Ilustre ciudad brillante.

Hija de unos limosneros

y creces como gigante!

Y estos otros versos donde se expresaba el deseo de luchar por la mayoría de edad:

 Opulenta Manizales,

Que cerca del Ruiz nació,

Cómo ha dejado en pañales

A Antioquia que el ser le dio!

Manizales, por su magnífica ubicación de paso obligado de la colonización hacia el sur, Pereira y Quindío, y hacia el oriente, Tolima, se convirtió en despensa agrícola y ganadera y en importante plaza comercial.

Los sectores de desarrollo son los siguientes:

LA FINCA CAMPESINA AUTOSUFICIENTE:

El secreto de la colonización como fenómeno de enorme fuerza social es la finca campesina de nivel medio en la cual cumplían las siguientes fases:

- El colono y su familia se enfrentan al bosque, tumban los árboles y preparan el terreno para la siembra.

- Se organiza la roza, unidad agrícola que se fundamenta en el maíz y en el fríjol.

- En la siguiente fase el campesino cultiva la sementera, caraceterizada por los cultivos de plátano, caña y yuca.

- Entre la señora y la abuela organizan la huerta, que en una parcela pequeña junto a la casa y cercada con latas de guadua o de cañabrava, aquí se cultivan hortalizas y plantas medicinales.

- Al mismo tiempo se pone especial esmero en el gallinero ya que la gallina suerte de huevos y de carne, especialmente durante los primeros años de colonización.

- La familia se dedica a cuidar los cerdos los cuales son alimentados con los sobrantes de la finca, convertidos en aguamasa.

- Esta fase culmina con la organización del trapiche panelero para moler la caña y satisfacer sus propias necesidades de miel y de panela.

Lo ideal para el campesino era lograr desarrollar en su finca todo el proceso anterior. Para el caso de Manizales nuestros colonos laboraban mercadear los productos de roza y de la sementera por las condiciones propias del ejército que permanecía acantonado en la Aldea; pero cuando se presentaron las primeras condiciones de una economía embotellada, el maíz y el fríjol sobrantes de transformaban en aguamasa para engordar cerdos los cuales eran llamados la "alcancía del pobre" y contaban con mejor mercado. También tenían demanda productos como la miel, la panela y las gallinas.

De este modo se fue configurando la finca integral y autosuficiente la cual garantizaba el desarrollo de una familia numerosa, apegada a la tierra, que vendía productos en el mercado y compraba otros, que tenía casa en el pueblo y participaba de la vida social de la joven aldea.

LOS HACENDADOS:

Cuando los colonos se había afianzado económicamente en sus parcelas y sacaban mercancías para vender en los mercados, aparecieron mineros y comerciantes los cuales compraron baldíos del Estado, o de la empresa González-Salazar y Compañía o de los colonos, para montar haciendas y sembrar cañas de azúcar, tabaco y pasto para ganadería.

Uno de los más importantes hacendados fue Pantaleón González, hijo de don Elías González uno de los socios de la empresa González-Salazar y Compañía. Don Pantaleón había heredado unas 25.000 hectáreas de tierra en un inmenso lote que iba desde la quiebra de Vélez y el Guineo hasta el río Cauca, y allí formó las haciendas La Máquina (La Arabia), Colombia, Alejandría, La Fonda, El Charco y otras. Con el sistema de agregados, aparceros y peones organizó la "tumba" de montañas para cultivar pasto y caña de azúcar, organizó trapiches paneleros y montó plantaciones de café.

Se destacaron también Gabriel Arango, el cual importó un toro de Holanda (en el año 1875) y organizó hermosas haciendas con ganado seleccionado; Justiniano Mejía, trajo reses de San Martín y la Ceja (en 1884); José María Mejía introdujo la raza Dorhan de Bogotá (1886) y José Francisco Jaramillo trajeron ganado cruzado de Dorhan y Angús.

Los hacendados Benicio Angel y Julio Castro impulsaron la ganadería sembrando los nuevos pastos Pará, Janeiro y Micay, además introdujeron la moda de construir cercos con alambre de púas el cual importaban directamente, descontinuando los de guadua rajada, postes de madera y palos redondos amarrados con bejucos, que eran los cercos tradicionales.

Casi todos los hacendados de Manizales recibieron la ayuda del millonario don Lorenzo Jaramillo, de Sonsón, el cual les prestó dinero para tumbar el bosque y sembrar los nuevos pastos como pará, el india, el guinea, el yaraguá y el micay.

La región de Santa Agueda (Santágueda) fue colonizada por don Ignacio Villegas Echeverri y su hermano Federico los cuales, utilizando el trabajo de peones asalariados, organizaron una hacienda de 740 hectáreas en pasto para ganadería, después organizaron las fincas El Rosario, Playa Rica y Contaderos, para ganadería y caña de azúcar.

Estos empresarios conformaron sólidas fortunas y luego se dedicaron al cultivo del café y al comercio de arriería.

LOS CULTIVOS DEL CAFE.
LA ETAPA DE LOS PIONEROS

El café fue introducido a Manizales desde antes de la fundación ya que muchos colonos echaban en su equipaje los granos de café. Pero no había una cultura cafetera y su consumo se reducía a la excentricidad de algunas pocas familias que lo bebían aunque no todos los días.

El primero que "cometió la locura" de cultivar café en Manizales fue Eduardo Walker Robledo, de Sonsón, que organizó en el año de 1864 un pequeño cafetal de mil arbolitos en su finca de La Cabaña. El interés de don Eduardo era producir café para las necesidades de su casa y para el mercado pero según parece nadie le compraba y tenía que consumirlo con su familia. Este ejemplo fue seguido en 1870 por Marcelino Palacio quien sembró 400 arbolitos en su finca Sebastopol y por Manuel María Grisales el cual organizó un pequeño cafetal en "La Playa".

En 1875 llegó a Manizales el Bogotano J. Ernesto Mogollón quien organizó un establecimiento para vender café, pero fue un fracaso ya que muy pocas personas lo consumían y los que tomaban tinto lo hacían en sus casas después de las comidas.

Pero en 1878 don Antonio Pinzón, venido de Santander y casado en Medellín con la señora Mercedes Posada, organizó en su finca El Aguila un cafetal de 10.000 arbustos considerado inmenso en la época. Este ejemplo, más las experiencias que se tenían en Cundinamarca, hizo pensar a la clase dirigente de Manizales en las posibilidades del café y se inició una política cultural desde los periódicos "La Serenata" (1878) y "Los Ecos del Ruiz (1880), para comprometer en su cultivo a campesinos y hacendados.

Los hacendados preferían dedicarse a la ganadería o a la caña de azúcar que al café ya que este producto tenía "mala imagen"; por ejemplo el hombre más rico de Antioquia, Pepe Sierra, decía que el café era un "negocio de pobres" y esta posición había hecho carrera en el sur de Antioquia hasta Manizales.

Pero las alzas de los precios del café fueron un estímulo para su cultivo en muchas regiones del país y en Manizales. El precio del café colombiano en Nueva York se elevó de 10.6 centavos la libra en 1887 a 18.8 en 1893; esta coyuntura movió a muchos hacendados de Manizales a organizar haciendas cafeteras para lo cual utilizaron las ganancias obtenidas en la ganadería, caña de azúcar y arriería para montar haciendas de café.

Para esta época la colonización prácticamente había llegado a su fin; ya no había tierras para repartir y los colonos que inmigraban se debían emplear como peones en fincas y haciendas.

En esta etapa se formaron grandes haciendas de café en Manizales: La Manuela, de Pedro José Mejía J.; La China, de José Jesús Restrepo; La Fonda, de Pantaleón González; La Linda, de Roberto Gutiérrez Vélez; el Arenillo, de Carlos Pinzón y otras muchas.

Por otro lado los pequeños y medianos campesinos se dedicaron también a cultivar café organizando pequeños cafetales pero sin descuidar las otras unidades económicas como la roza y la sementera.

De este modo la finca familiar se articulaba más al mercado asumiendo con mayor firmeza su papel autosuficiente.

. EL REMATE DE RENTAS DEL ESTADO:

En ésta época de crisis económica y social, de guerras y de debilidad del Estado, el gobierno vivía en permanente déficit por lo cual era costumbre que vendiera en subasta pública o en remates algunas rentas, para de este modo conseguir recursos económicos.

En esta actividad del remate de rentas de licores los manizaleños se desempeñaron bastante bien y algunos llegaron a formar inmensas fortunas.

Uno de los rematadores de rentas de licores fue Justiniano Londoño Mejía el cual después de haber sido arriero tuvo un contrato para transportar el correo nacional entre Bogotá y Medellín y más tarde, al ser favorecido con las rentas de licores durante el gobierno de Rafael Reyes, se dedicó a esta actividad con notable éxito.

Para ello cultivó caña de azúcar en su finca La Máquina (La Arabia) y organizó un trapiche movido por una rueda hidráulica, con agua traída del río Guacaica. Durante muchos años destiló el guarapo para fabricar alcohol que se vendía a las rentas departamentales y además organizó la infraestructura de guardas, rentas, estancos, estanquillos y la distribución del licor.

Otro empresario que se enriqueció con las rentas de licores fue Pedro Jaramillo el cual se formó al lado del millonario antioqueño Pepe Sierra, un maestro en el negocio. Don Pedro aprendió la forma de participar en los remates, que es toda una ciencia, comprando rentas no sólo en Manizales sino en el Cauca.

También se destacó como rematador de rentas Francisco Jaramillo Ochoa, ganadero y empresario de la colonización, el cual tuvo un verdadero olfato para los negocios logrando sobresalir en los remates, campo en el cual acumuló una inmensa fortuna.

La importancia de los remates de rentas del Estado radica en que algunos manizaleños lograron acumular mucho dinero en este campo, el cual fue invertido en empresas de los sectores cafetero, comercial e industrial.

Tomado de "Manizales a las Puertas del Siglo XXI"

Autores: Albeiro Valencia Llano

Fabio Arias Gómez

 

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