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Ciro Mendía
Biografía:
Caldas (Antioquia, Colombia), 1894 – La Ceja (Antioquia, Colombia), 1979. Seudónimo de Carlos Mejía Arango. Poeta, comediógrafo, novelista y ensayista. Colaborador de diferentes revistas y periódicos. Autor de catorce libros de poesía, doce obras de teatro y un ensayo sobre la poesía popular. Parte de su obra permanece inédita o dispersa. Fue tipógrafo y diplomático en España.

Obras publicadas: Sor miseria (1919); Nocturnos (1920); Como el vino en la cántara (1924); En torno a la poesía popular (1927); El libro sin nombre (1928); Impetu (1930); Lámpara de piedra (1934); Escuadrilla de poemas (1938); Naipe nuevo (1949); Noche de espadas (1953); Farol sin calle (1957); Caballito de siete colores (1968); Fin de fiesta (1972); Teatro escogido (1974); Antología (1978 y 2001); Teatro completo (1986); La golondrina de cristal (1992).

  • Mejor Así

Así quería verme, abandonado,

sin quién caliente para mí una sopa,

sin quién remiende mi raída ropa

ni coja las goteras del tejado.


No hay quien me sirva un tiro ni una copa,

no hay quien me haga mi lecho desolado,

estoy hace diez días levantado

y no ha vuelto ya más la antigua tropa.


Así quería verme, pobre, viejo,

de púas erizado el entrecejo

y la mirada llena de pistolas.


Sólo me hablan los libros, los retratos,

y sin embargo tengo buenos ratos,

cuando me veo con el diablo a solas.

  • Cambio de Escena

Yo vivía al derecho y buenamente,

era dueño y señor de mi pobreza,

pero nunca faltaron en mi mesa

el pan ni la botella de aguardiente.


Yo era el amigo de la buena gente,

yo no dejaba entrar a la tristeza

en mi sangre y reía con largueza

y era ingenioso y casi inteligente.


Me divertía con sabrosas ganas

y al aire echaba canas, tantas canas,

que invadió la calvicie mi cabeza.


Pero un día la muerte —actriz notable—

abrió otra vez mi puerta respetable

y la velada convirtió en tragedia.

  • En Casa

Yo soñaba en mi casa, viejo, oscuro,

entre libros y lágrimas y penas,

y aspiraba a quitarme las cadenas

y huir, saltando por el alto muro.

Ya mi razón se iba del seguro,

mis manos no eran ya las manos buenas

que de heridas con sal se alzaban llenas

y a un milímetro estaba del cianuro.


Entró una sombra azul, qué bien lucía,

y dijo en baja voz —¿Decirme quiere

si vive aquí el cantor Ciro Mendía?


Yo que al piano ensayaba un miserere,

le dije sin creer lo que veía:

—No, señor, aquí muere.

  • En los Funerales de un Amigo

Qué exequias más hermosas, qué gentío,

cuántas flores y sombras, cuánta pena,

con su mutis quedó sola la escena,

cuántas hojas caídas sin rocío.


Qué silencio en las voces, y qué frío

por el amigo muerto. Gime llena

de angustia el alma por el alma buena,

cómo me dueles, compañero mío.


La amistad y el amor están presentes,

la pluma y el talento están de luto,

nieblas hay en los ojos, en las frentes.


Y pienso al ver el fúnebre ajetreo

que por razones de mi ceño hirsuto

no irá a mi entierro nadie, ni yo, creo.

  • Nada de Misereres

Yo no quiero morir, morir me asusta

y la muerte se me hace muy pesada,

me cae gorda la desnarigada,

pues no sabe de amor, ni a nadie gusta.


Me molesta y fastidia con su fusta

y con perdón, no sirve para nada,

es una pobre hembra fracasada,

y es aguafiestas y además injusta.


Yo no quiero morirme ni de broma,

me gusta más la pera que el fibroma,

más la luz que los largos apagones.


Me gusta más la risa que el lumbago,

por un responso que me den un trago

y el cielo se lo dejo a los gorriones.

  • Discurso del Homenaje

En el mar de mi vida, un oleaje

cortó mi nave con su doble filo

y un dolor negro con su viejo estilo

ha malogrado mi terrestre viaje.


Para poder venir a este homenaje

tuve que alzar mi corazón en vilo;

saqué mi alma de su helado asilo

y hasta mi casa con amor la traje.


Y al corazón le dije: —Viejo, vamos

a agradecer honores. Y aquí estamos

en esta noche grata pero yerma.


Mas sabed que mi alma azul no vino,

porque del goce ya olvidó el camino,

y porque estaba demasiado enferma...

  • Antes de Caer el Telón

Muy bien, queridos, en morir consiento,

me les entrego ya de pies y manos,

preparen la madera y los gusanos,

que está finando aquí mi último aliento.


Se terminó esta farsa y este cuento,

yo les deseo permanezcan sanos.

Va a caer el telón... ¿Decís, hermanos,

que deje blanca para el gran momento?


Nada de misas ni de plañideras,

ni músicas, ni mármoles, ni ceras,

yo me niego a dejar —rotundo, ufano—


para tales minucias mis dineros.

Me entierran en el hueco más cercano,

o los apesto gratis, caballeros.

  • Sacándole el Cuerpo

Permita el moribundo me retire

que a la muerte le tengo mucho miedo,

nunca en sus mañas viejas yo me enredo

y ni siquiera admito que me mire.


Mas yo quiero saber si cuando estire

mi ilustre pata —si es que hacerlo puedo—

y cuando quede por completo quedo,

mi modo de morirme se me admire.


Como homenaje póstumo quisiera

que amigos ebrios a mi cabecera

celebraran mi último suspiro.


No soy rey —ni de copas— te lo advierto,

pero qué grato oír después de muerto:

  • ¡Ciro Mendía ha muerto! ¡Viva Ciro!


    CAMINO DE SUS LABIOS


    Que una fiesta de viento y brisa alabe

tu cuerpo, cuerda que en las arpas debe,

el tallo de una risa rosa, leve,

un tallo Azul de nube y uva y ave.

Es un tallo de nieve y ola breve,

es un tallo de musica tan suave,

que el corazón- tu corazón- no sabe

si es el amor o el tallo que se mueve.

En ese tallo- es flor de tu cabellera-

está de punta en blanco la blancura

y amapolando gracias se consume.

Un tallo tan sotil que si no fuera

por la luz que sostiene tu cintura, hasta lo

doblaria tu perfume.

Ciro Mendía

CIRO DE MEDELLÍN


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