Manrique
Barrios: La Salle, Las Granjas, Campo Valdés
N°2, Santa Inés, El Raizal,
El Pomar, Manrique Central N°2, Manrique
Oriental, Versalles N°1 y 2, La Cruz,
Oriente, María Cano-Carambolas,
San José La Cima N°1 y 2
El
barrio de la Cuarenta y cinco
Cuando
se acabaron de levantar las primeras y
elegantes casas del barrio Manrique, a
los constructores de la Compañía
de Seguros y Urbanización sólo
les quedaba un asunto por resolver: cómo
agilizar el servicio de transporte de
los compradores y habitantes de su exitosa
urbanización, levantada en el nororiente,
hasta el centro de la ciudad.
El problema
lo resolvieron varios años después,
de una manera aparentemente complicada,
pero muy rentable. Le cedieron al municipio
de Medellín una franja de tierra
de 16 metros de ancho, le donaron veinte
mil, y le prestaron treinta mil más,
para que éste, como propietario,
tendiera los rieles de una nueva línea
del tranvía, además de la
que ya se había inaugurado, hacia
el barrio La América.
Un año
después, el tranvía llegó
al barrio y se convirtió en su
alma, pero además en un excelente
negocio para los urbanizadores, que veían
cómo los precios de los lotes y
propiedades subían. En total, tenían
300 mil varas cuadradas que costaron 6
centavos cada una, pero que una vez derecidos
al público, subieron a 20 centavos
la vara.
Pero
el tranvía se fue para siempre
en 1951, sobrepasado por las más
rápidas -aunque incómodas-
líneas de autobuses, en funcionamiento
desde 1930. Uno de los urbanizadores del
barrio, Antonio J. Alvarez, le impuso
el nombre en honor al médico venido
de Bogotá Juan Evangelista Manrique,
quien lo había tratado en tiempos
de enfermedad.
En las
organizadas manzanas del barrio, vivían
familias de clase media. Sin embargo,
a comienzos de la década de los
setenta, la presión del éxodo
de trabajadores del campo hacia la ciudad
se comenzó sentir muy fuerte. Las
casas se subdividieron y ya montaña
arriba, gentes desplazadas por la violencia
invadieron y comenzó otra etapa
para Manrique, que se convirtió
en el sitio obligado de paso entre los
barrios con mayor problemática
y el centro de la ciudad.
Esto,
definitivamente hizo que el prestigio
de este lugar, famoso por el calado que
tuvo el tango sobre las generaciones de
mitad de siglo, descendiera. Aún
así, queda mucho todavía
de aquel viejo y tradicional barrio. Queda
una plaza y un monumento en honor a Carlos
Gardel, queda su aire de tango -que hoy
es más de hip-hop y rap- y queda
la arquitectura de sus caserones, la amplitud
de sus calles en la zona central y una
de las construcciones más bellas
de la ciudad: el templo estilo gótico
de El Señor de las Misericordias,
la primera señal de que se ha llegado
a Manrique.