EL
CENTRO
La Candelaria
Barrios: Prado, Hospital San Vicente, Jesús
nazareno, El Chagualo, Estación
Villa, San Benito, Guayaquil, Corazón
de Jesús, La Alpujarra, Centro
Administrativo, Calle Nueva, Perpetuo
Socorro, Barrio Colón, Las Palmas,
Bomboná N°1, Boston, Los Angeles,
Villa Nueva, La Candelaria, San Diego.
Las
mansiones de Medellín
Algunas
casas de Prado parecen salidas de un sueño.
Y en efecto, esas casas no salieron de
otro lugar que del sueño de un
hombre muy rico. Fue Ricardo Olano, nacido
en Bolombolo en 1874, quien en los primeros
años de este siglo, quedó
embelesado con la imponencia del barrio
Prado de Barranquilla, con los caserones
construidos por inmigrantes europeos enriquecidos
gracias al comercio del puerto.
La
época de mayor brillo que conoció
Prado, estuvo entre las décadas
de los treinta a los cincuenta. Era el
vecindario más exclusivo de la
ciudad, con las mejores aceras, la mejor
planificación, con sus calles de
pavimento alfombradas dos veces al año
de color amarillo intenso con las flores
que desprendían los guayacanes.
Arquitectónicamente,
el valor que tiene el barrio es que todas
sus casas están construidas bajo
estilos diferentes. Es como si fuera un
gran museo de arquitectura oriental, republicana,
colonial, belle epoque, neoclásicas,
incluso kitsch, que los ricos de la época
veían en sus viajes por el mundo
y traían en sus fotos de viaje.
Sobre esas fotografías, el puñado
de arquitectos que apenas existía,
ponían manos a la obra.
Aunque
sobre las ruinas de varios caserones se
han construido modernos edificios de apartamentos,
la mayoría queda en pie, sobreviviendo
a la sentencia de muerte que le había
dictado al barrio la apertura de la Avenida
Oriental y el crecimiento desmesurado
del centro de Medellín.
Las
familias que tradicionalmente ocupaban
las quintas han emigrado a otros sitios
de la ciudad, a Laureles, en la margen
occidental, y en los últimos años,
a las colinas de El Poblado en el sur.
Un éxodo que han aprovechado algunas
clínicas, como la del Prado, del
CES, Noel, Carisma y Sagrado Corazón,
para construir sus sedes, pero también
muchas organizaciones no gubernamentales,
grupos de teatro y entidades sin ánimo
de lucro que toman estas casas como centro
de operaciones.
Y
en buena hora, porque de zona residencial
en declive, parece virar a zona cultural
y esto garantiza que el patrimonio que
Medellín tiene en la aristocrática
y tradicional Prado jamás se pierda,
como sí se perdió la arquitectura
del antiguo centro.