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El
ferrocarril de Amagá
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Desarrollo
de la ingeniería antioqueña
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Por: Luís Fernando
Molina Londoño
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Historiador,
Universidad Nacional de Colombia, Medellín.
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Investigador,
Programa Historia Empresarial, Comfenalco
Antioquia.
En
1890 el gobierno de Antioquia negoció
sin éxito un contrato con la sociedad
extranjera de O’Brian y Wright para la construcción
de un ferrocarril a lo largo del valle de
Aburrá, hasta los nacimientos del
río Medellín en el municipio
de Caldas, con autorización de extenderlo
hasta el departamento del Cauca, a cambio
de que se le reservara a Antioquia el derecho
de comprarlo a los cincuenta años.
Ocurrió
después, en 1893, una acalorada disputa
por la concesión de construcción
del mismo trazado, entre la firma Ospina
Hermanos, compuesta por Tulio y Pedro Nel
Ospina, y la Sociedad Minera del Zancudo
en cabeza de su mayor accionista, Coriolano
Amador, quien argumentaba que la numerosa
población del suroeste antioqueño,
su fértil suelo, la ganadería,
la moderna minería del carbón
y metales preciosos y las expectativas de
colonización del Chocó eran
motivos suficientes para construir el "patriótico
proyecto" del ferrocarril, cosa que él
estaba dispuesto a desarrollar, pero sin
"las odiosas condiciones" que planteaban
los Ospina, en el sentido de que se les
concedieran tierras, bosques, minas de carbón
y otros metales preciosos que estimasen
a propósito para hacer lucrativa
su empresa. Si la ferrovía pasaba
por Fredonia, Amagá y Titiribí,
ponía en entredicho la propiedad
de las carboneras de Amagá y numerosas
minas que pertenecían a la empresa
del Zancudo. También se criticaba
a los Ospina sobre el motivo que los impulsaba
a la construcción: llevar el ferrocarril
hasta sus fincas en el suroeste, donde tenían
grandes plantaciones cafeteras y haciendas
ganaderas. Los Ospina finalmente abandonaron
la idea.
El
historiador Marco Palacios dice en su libro
El café en Colombia, que la
obtención de concesiones ferrocarrileras,
a pesar de sus riesgos políticos
y comerciales, desataba una especie de reacción
en cadena para nuevos negocios e inversiones.
Por ejemplo, decían los Ospina que
las carboneras de Amagá tomarían
muchísimo valor si lo del ferrocarril
fuera un hecho. Sucedía lo mismo
con los lotes urbanos y rurales, dependiendo
de la ubicación que se le diera a
las estaciones y al trazado de la vía.
El sueño antioqueño de producir
maquinaria, hierro y acero con los minerales
de Amagá seguía vigente, no
obstante las dificultades que siempre tuvo
la Ferrería de Antioquia desde la
década de 1860. Ferrería,
explotación carbonífera y
ferrocarril eran proyectos estrechamente
relacionados con la concesión Amagá,
considerada importante factor para el desarrollo
del proceso de industrialización
en Antioquia.
Según
Belisario Betancur, "se puede decir sin
exageración, que existe una Antioquia
anterior y otra posterior al ferrocarril.
Sólo el tren pudo unir nuestras montañas
indómitas y sólo él
nos encarriló, valga la expresión,
por el camino de la industrialización...
Las carreteras secundarias no iban a parar
a Medellín, sino a la estación
del tren, porque realmente éste era
el que unía nuestro departamento".
Las
gestiones para obtener la concesión
ferroviaria ante los gobiernos nacional
y departamental fueron reanudadas en 1906
por Manuel J. Soto, Eduardo Zuleta, Enrique
Echavarría, Alejandro Angel y Camilo
C. Restrepo, todos ellos individuos con
amplios intereses políticos y económicos
como terratenientes, industriales, banqueros
y comerciantes deseosos de invertir en una
sociedad anónima dedicada a la construcción
y explotación del ferrocarril entre
Medellín y el río Cauca, que
además de lucrativa para ellos y
los demás socios capitalistas, abaratara
los fletes de la numerosa carga que se generaba
en las regiones del suroeste antioqueño
y del oriente chocoano, muy ricas en carbón,
caña, oro, ganado, tabaco, caucho,
quina y tagua y, en ese entonces, una de
las zonas cafeteras más ricas del
país y potencialmente la más
importante.
Inauguración del Ferrocarril
de Amagá. Fotografía
de Melitón Rodríguez,
1911. Biblioteca Pública Piloto,
Medellín
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Coincide
el año de fundación de la
compañía con el repunte de
la producción y las exportaciones
del grano, que continuarían con una
curva ascendente iniciada en 1880 con cien
mil sacos, medio millón en 1905,
casi un millón en 1912, dos millones
en 1920 y tres millones en 1930. El repunte
de las exportaciones siempre lo han atribuido
los historiadores económicos a la
ampliación de la red ferroviaria
desde las zonas de producción a los
puertos. La analogía siguiente muestra
esa relación proporcional: en 1902
Colombia tenía 300 km. de vías
férreas, en 1925 subió a 1.419
y en 1940 a 3.216. De 102 km. de ferrocarril
en funcionamiento en 1908, Antioquia pasó
a 337 km. en 1942. La mayor parte del presupuesto
nacional, los empréstitos extranjeros,
el ahorro captado a través de bonos
de deuda pública, grandes capitales
puestos por inversionistas privados y la
indemnización de Estados Unidos a
Colombia por la usurpación de Panamá
se invirtieron en los años veintes
en más de 800 km. de ferrocarriles
y numerosos edificios para estaciones.
La
Compañía del Ferrocarril de
Amagá se fundó en 1907, luego
de aprobada la ley 26 del mismo año
por medio de la cual el Congreso ratificó
el contrato. La construcción se ejecutó
con la propuesta de trazado realizada por
Francisco Javier Cisneros en la década
de 1870. Inició con capital de un
millón de pesos oro y a ella se suscribió
casi todo el notablato antioqueño,
incluido el afamado ingeniero Alejandro
López, muy conocedor del problema
ferroviario, quien no obstante sus vínculos
con la empresa, le formuló en 1920,
como diputado en la Asamblea de Antioquia,
fuertes acusaciones, denominándola
"rémora del progreso de Antioquia,
escandalosa e inconstitucional", por no
haber cumplido con la entrega oportuna de
los trayectos, haber actuado indecorosamente
contra los intereses del país al
intentar obtener del presidente dictador
Rafael Reyes en 1908 los contratos de construcción
del tramo final a Puerto Berrío (Medellín
al pie de La Quiebra, paralizado en su construcción
desde la guerra de los Mil Días)
y, finalmente, por dificultarle la provisión
inmediata y futura de carbón mineral
al Ferrocarril de Antioquia, que empezaba
a verse afectado por el agotamiento de los
bosques inmediatos a la vía, de donde
se sacaba la leña para combustible
de sus máquinas. Dice López:
"... Lo que esta compañía
ha cometido es una infamia que no tiene
perdón. Con bajas intrigas, con suntuosas
comidas cultivó al dictador Reyes
para arrancarle a Antioquia su ferrocarril
hasta Barbosa". Y la consecución
de prórrogas para la entrega de la
línea entre Amagá y el río
Cauca, agrega López, se relaciona
con el interés de sus socios en incursionar
en otras prometedoras aventuras ferroviarias
que se presentaban en el país.
En
1922, el gerente del Amagá, Juan
de Dios Vásquez, inició las
negociaciones para vender la obra al departamento
de Antioquia, debido a los grandes recursos
necesarios para continuar con el proyecto.
En 1923 se firmó el contrato y la
empresa entregó al gobierno un enrielado
de 58 km. --es decir, hasta la estación
Camilo C.-- que puso bajo la administración
de la empresa del Ferrocarril de Antioquia
el mayor patrimonio del departamento.
LA CONSTRUCCION
El primer riel del trayecto inicial de 24
km. comprendido entre Medellín y
Caldas lo clavó ceremoniosamente
el presidente Carlos E. Restrepo a principios
de 1911. A pesar de que casi todo el material
para la banca debió ser transportado
en mula porque los caminos y las distancias
entre los depósitos y las obras no
permitían usar carretas, la línea
avanzó hacia El Aguacatal, Envigado,
Sabaneta, Itagüí, Tablaza y
Caldas. En 1914 se había puesto en
servicio el tramo completo hasta Amagá.
Ese año fue apoteósico en
la historia de los ferrocarriles en Antioquia:
la multitud vio llegar también a
Medellín, aunque fuera tirada por
los bueyes de Pepe Sierra, la locomotora
descompuesta que hizo el primer recorrido
entre La Quiebra y la estación en
el barrio Guayaquil. La sección Caldas-Amagá
con sus 13 km. fue la sección más
difícil por los grandes taludes en
las montañas y por el prolongado
invierno de 1912 y 1913, que ocasionó
grandes derrumbes sobre la línea
y la tardanza en la entrega. Tres años
después el ferrocarril arribó
a Angelópolis, lugar hasta el cual
la empresa había negociado más
de 300 fajas de terreno. Algunos de sus
dueños tenían a veces "ambiciones
desmedidas" y "exigencias inaceptables"
que también retardaban los trabajos.
- Monumento
a los trabajadores en la línea
férrea de Amagá,
sobre el cañón de
Sinifaná. Fotografía
de Anne-Marie van Broeck, 1996.
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En
1924, el tren llegó a la estación
Camilo C., bautizada en memoria del alma
del ferrocarril de Amagá y ubicada
en el alto de La Paila o kilómetro
58, que durante varios años pareció
inalcanzable. El interés por continuar
el ferrocarril hasta la orilla del río
Cauca decayó y apenas en 1926 se
inició la construcción del
tramo hasta Bolombolo, que se concluyó
en 1928, kilómetro 102. Siguió
hasta Puente Iglesias, parada que a partir
de 1930 sirvió a los municipios de
Andes, Jardín, Támesis y Jericó.
De allí continuó hacia La
Pintada, hasta alcanzar en 1933 la estación
Alejandro López, kilómetro
144, punto terminal del ferrocarril en territorio
antioqueño. Quedaba listo para el
empalme con el Ferrocarril del Pacífico,
cuyo tramo final en el departamento de Caldas
fue contratado por la nación al Ferrocarril
de Antioquia, que lo dejó listo para
que el presidente Eduardo Santos lo inaugurara
en 1942. De esta manera Medellín
se comunicó con Cali y los puertos
de Buenaventura y Puerto Berrío,
que garantizaban la conexión más
rápida en su historia con los dos
océanos.
El
ferrocarril de Amagá fue un proyecto
estratégico por la eficiencia, economía
y rapidez derecidas en el abastecimiento
de carbón amagaseño a todos
los ferrocarriles del occidente colombiano
y a la floreciente industria de Medellín
que producía buena parte de su energía
con máquinas de vapor. Facilitó
además al ferrocarril Medellín-Puerto
Berrío la provisión de carbón,
lo cual redujo considerablemente sus gastos
de operación y el impacto en la destrucción
de los bosques utilizados para combustible
de las locomotoras. La extensión
de la vía hasta el río Cauca
consolidó procesos de poblamiento
en el suroeste antioqueño y dio origen
a nuevos núcleos urbanos como Bolombolo
y La Pintada, que se desarrollaron rápidamente
alrededor de las estaciones. También
fortaleció urbanísticamente
a municipios como Caldas, a donde llegó
el tren en 1911. Al pasar a propiedad del
departamento, el suroeste y particularmente
los municipios de Bolívar, Jericó,
Támesis, Fredonia, Valparaíso
y Jardín pudieron favorecerse con
su servicio, gracias a su interconexión
con la línea por medio de carreteras
construidas por el mismo Ferrocarril de
Antioquia, que dejó al departamento
buena parte de las carreteras con que cuenta
actualmente.
Así
como el Ferrocarril de Antioquia tuvo como
personalidades emblemáticas a Francisco
Javier Cisneros y a Alejandro López,
el de Amagá tuvo a Camilo C. Restrepo
(Medellín 1864-1933), ingeniero civil
y de minas egresado en 1888 de la Universidad
de Columbia y primer designado a la Presidencia
de la República en el período
1929-1931. Además, fue empresario
y miembro del notablato medellinense que
impulsó el proceso de industrialización
a principios del presente siglo. Con sus
hermanos Carlos y Emilio fundó varias
industrias como la Compañía
Antioqueña de Tejidos (1902) y fue
accionista de otras a las cuales aportaron
capitales. Camilo C. trabajó como
ingeniero jefe del Ferrocarril de Antioquia
y desde 1892 fue consultor del gobierno
nacional para el mismo ferrocarril. Luego
sería primer director de obras y
gerente de la Compañía del
Ferrocarril de Amagá en que se desempeñó
hasta 1922. Como gobernador de Antioquia
entre 1929 y 1930, debió sortear
la crisis económica mundial que le
obligó a suspender casi todas las
obras públicas. El túnel que
conectaba las secciones Nus y Porce del
Ferrocarril de Antioquia en el alto de La
Quiebra se salvó de la parálisis
porque ya estaba terminado. Ante la crisis
fiscal, Restrepo agitó la idea de
vender los ferrocarriles a la nación
para procurarle fondos al departamento y,
además, opinó ante la Asamblea
de Antioquia que "los ferrocarriles debían
pertenecer al Estado", vislumbrando tempranamente
lo que ocurriría tres décadas
más tarde. Su entusiasmo por este
sistema de transporte decayó, y en
cambio promocionó la construcción
de carreteras, por considerar que tenían
un mayor impacto en los procesos de colonización,
de ahí el respaldo desde su gobierno
a la carretera al mar, en cuyo adelanto
venía empecinado su cuñado
Gonzalo Mejía, agente principal del
proyecto.
Camilo C. Restrepo Callejas. Oleo
de Melitón Rodríguez,
1933. Palacio de la Cultura, Medellín.
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La
importancia del Ferrocarril de Amagá
en el desarrollo de la ingeniería
antioqueña en materia de diseño,
construcción y administración
de obras civiles complejas radica en la
solución acertada, no sin pocas dificultades,
de trazados en terrenos montañosos
y escarpados afectados con activas fallas
geológicas, la solución de
fuertes y frecuentes pendientes de 4 y 5
% --por medio de túneles revestidos
en concreto y curvas muy cerradas, además
de prdeundos abismos salvados por medio
de altos y largos puentes--, obras que aún
hoy se pueden observar casi intactas después
de cincuenta años de intenso uso
y más de veinte de abandono. Las
condiciones de la vía, sin embargo,
obligaban a la empresa a reponer su material
rodante cada tres o cuatro años,
pues las locomotoras, que un trayecto recto
a nivel arrastraban un peso de casi mil
toneladas, en el de Amagá sólo
podía con treinta y a marcha bastante
lenta. En los altos costos de operación
la empresa se escudaba para justificar el
cobro de tarifas muy elevadas para carga
y pasajeros. Pero la realidad es que la
empresa mostró ganancias del 50 %
por varios años, motivando numerosos
ataques que finalmente fructificaron en
la reducción de las mismas, ante
la presión de la Asamblea Departamental
y de un amplio sector de los usuarios, que
hacia el año 1920 consideraban que
no merecía "el apoyo y las simpatías
del público". La posición
negativa la despertaba su condición
de empresa privada prestadora de un servicio
público, que daba a sus dueños
buenas ganancias, en contraposición
al ferrocarril Medellín-Puerto Berrío,
de propiedad pública, donde "cada
antioqueño tiene en ese pedacito
de ferrocarril algo que es suyo", como llegó
a decir Camilo C. Restrepo, aún director
del Amagá, aludiendo a las dificultades
que traía para su empresa la cultura
que creó entre los antioqueños
el ferrocarril iniciado por Cisneros.
Luís
Fernando Molina Londoño
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