PIONEROS
DE LA FOTOGRAFIA EN ANTIOQUIA
Por: Santiago Londoño Vélez
Tomado de: Revista Credencial
Historia.
(Bogotá - Colombia). Edición 75
Marzo de 1996 Los
Zapateros. Medellín (Colombia), 1895
- Negativo en vidrio. Placa seca de gelatina.
20 x 25cm - M.A. 0028 - 029 - Biblioteca Pública
Piloto de Medellín para América
Latina.
Archivos Fotográficos - Fondo Melitón
Rodríguez
Luego que el daguerrotipo fuera introducido
en Bogotá por el diplomático
francés Jean-Babtiste-Louis, barón
Gros, quien tomó en 1842 la imagen
fotográfica de mayor antigüedad
que se conoce hasta ahora en Colombia, el
pintor Luis García Hevia se convirtió
en el neogranadino que más activamente
promovió la difusión de la fotografía.
Antioquia fua la segunda región colombiana
a donde llegó el invento en 1848 gracias
a Fermín Isaza, probablemente alumno
de García Hevia. Un pequeño
grupo de pioneros, integrado por hombres cultos
con formación o aficiones pictóricas,
se aventuró tempranamente en una nueva
ocupación que, al tiempo que exigió
conocimientos, ensayos y adaptaciones técnicas,
logró prosperar como actividad comercial
y artística, cuyas obras hoy constituyen
un valioso patrimonio cultural.
Nueve
años (después de que se anunciara
oficialmente en Francia el descubrimiento
del daguerrotipo, el pintor envigadeño
Fermín Isaza abrió en Medellín,
en septiembre de 1848, un gabinete donde puso
en práctica el invento de Daguerre.
Isaza nació en Envigado, Antioquia,
en 1809. Fue pintor profesional y deleitaba
con sus interpretaciones musicales de aficionado
las veladas nocturnas de la incipiente villa.
Por datos del censo de población de
1851 se sabe que había formado un hogar
con la costurera Rudesinda Pizarro y tenía
cuatro hijos y una sirvienta. Sus ingresos,
originados tanto en su trabajo como en rentas
de la tierra, ascendían a $1.002 anuales.
Esta suma se compara favorablemente con las
entradas de un pintor como José María
Hernández ($110), quien ganaba lo mismo
que un jornalero promedio, o incluso con los
$1.500 que recibía un rico comerciante
como don Leocadio Arango. Si bien el caso
de las ganancias de Isaza como artista es
excepcional en Antioquia, sugiere la buena
acogida que tuvo como retratista.)
Probablemente Fermín
Isaza se inició en la fotografía con Luis García
Hevia en Bogotá, pues en 1847 está allí haciendo
parte de la nómina de profesores de la Sociedad de Dibujo y Pintura,
fundada por García Hevia y Simón J. Cárdenas. También
se Sabe que participó en la segunda y última exposición
que presentó dicha sociedad en 1848. Cabe suponer que García
Hevia, también pintor, aprendió la técnica del daguerrotipo
con John A. Bennet, cuyo taller especializado regentó por un tiempo.
Aparte de García Hevia, Isaza tuvo como colegas a dos de los más
importantes artistas colombianos del siglo XIX: Ramón Torres Méndez
y José Manuel Groot.
Luego de su experiencia en
la capital, Isaza se instaló en Medellín, donde ganó
buena fama como retratista y llevó una vida desahogada. Paradójicamente,
hoy está prácticamente olvidado, y de su obra antioqueña
no se conocen más de cinco piezas entre óleos y daguerrotipos.
Según el poeta Rafael Pombo, el pionero de la fotografía
en Antioquia posteriormente regresó a Bogotá, donde se desempeñó
como pintor hasta su muerte. A pesar del aprecio que tuvo como fotógrafo
y pintor, sorprende que muy pocas de sus obras hayan sobrevivido el paso
del tiempo.
Emilio Herbrüger
y Rafael Sanín
El músico
y fotógrafo viajero alemán Emilio Herbrüger llegó
a Medellín en julio de 1849, procedente de Estados Unidos, México,
Centro América y Cuba. Contaba con tres cámaras que le permitían
producir imágenes de distintos tamaños y precios: desde
$4 hasta $12 enmarcados o en cajas, y desde $10 hasta $20 en alfileres
y relicarios dorados. Complementaba sus actividades como profesor y compositor
de música. El daguerrotipo más antiguo que se conoce en
Antioquia, identificado con certeza por el fragmento de una carta autógrafa
guardada en la caja de tafilete, fue elaborado por Herbrüger hacia
1849. Muestra la imagen, al parecer coloreada a mano, de una dama entrada
en años y elegantemente ataviada.
En 1851 el alemán
se encontraba en Bogotá, donde sostuvo una agria polémica
en la prensa con su competidor John A. Bennet, referente a los colores
de la ropa que debían usar los interesados en hacerse retratar.
Posteriormente viajó a Cali y de allí pasó a Panamá.
Se tiene evidencia de que su hijo, de igual nombre, ejerció la
profesión en Centro América en la década de 1870.
En Medellín, el fotógrafo
alemán aceptó como alumno a Rafael Sanín, de quien
se sabe muy poco hasta ahora. Un anuncio que publicó en 1857, informa
que obtenía sus materiales en Norteamérica, y permite conocer
el contundente argumento con que Sanín buscaba atraer a la clientela,
lo cual revela, de paso, la función social que cumplía el
retrato: «Los que deseen tener consigo la imagen del ser amado,
la del amigo, la de la madre, la del hijo, ocurran pronto al retratista,
compren sus retratos cuando sea tiempo de que se hagan con exactitud;
porque el día que la enfermedad y la muerte hayan desfigurado el
objeto cuyo retrato se solicita, ya será demasiado tarde, ya será
imposible conseguirlo exacto». Mientras en Estados Unidos el daguerrotipo
vivía su mayor auge en la década de 1850, en Europa ya casi
había desaparecido. En Antioquia fue practicado durante cerca de
diez años, pero desafortunadamente se conservan pocas piezas, generalmente
anónimas.
El innovador invento de Daguerre,
dispendioso y exigente en paciencia y habilidad, fue reemplazado brevemente
por procedimientos más económicos. El ambrotipo y el ferrotipo
fueron introducidos en Antioquia por el norteamericano Horacio Becker.
Ambas técnicas fueron ejercidas con mayor amplitud por el español
Antonio Martínez de la Cuadra, quien seria por pocos años
el principal competidor de Wills y Restrepo.
Vicente y
Pastor Restrepo
En 1851, cuando contaba
catorce años, llegó a París Vicente Restrepo (1837-1899),
enviado a estudiar por su padre, el comerciante antioqueño Marceliano
Restrepo. Al cabo de cuatro años, optó por continuar su
formación superior en la Escuela de Minas de la misma ciudad. Pero
su desinterés por las matemáticas lo llevaron a ingresar
como aprendiz al laboratorio de metalurgia del sabio Poulez. Posteriormente
se especializó en metales y minerales en Alemania. Regresó
a Medellín y, según anotó en su libro Recuerdos Autobiográficos
(Bogotá, 1939), construyó un laboratorio químico
pequeño al lado de la casa paterna. El 17 de abril de 1858, inició
trabajos de fundición y ensaye de oro, el 17 de abril de 1858,
con la colaboración de su hermano Pastor. Este, según Vicente,
«sentía grande afición a las artes y a la industria».
Para entonces existían otras dos personas dedicadas al ramo de
la metalurgia, Ricardo Wills y Miguel Gutiérrez. Ambos terminaron
trabajando o asociándose con los hermanos Restrepo, a quienes les
cabe el mérito de haber introducido apreciables avances técnicos,
que significaron aumentos en el rendimiento del producido de las minas.
Durante la guerra
civil de 1858, originada en el Estado del Cauca y la cual se prolongó
hasta 1862, los negocios mineros y el comercio se vieron particularmente
afectados en Antioquia. La obligada inactividad la entretuvo Vicente con
aficiones literarias y traducciones del francés, mientras que su
hermano, según recordó, «tampoco perdía el
tiempo. Ocupábase alegremente en estudios prácticos de fotografía.
En compañía de nuestro inteligente amigo Ricardo Wills,
abrimos un taller de retratos fotográficos, en un local contiguo
al laboratorio».
La fecha de fundación
del gabinete de fotografía de Wills y Restrepo, como se denominó
comercialmente, fue 1858. Allí comenzaron a poner en práctica
el método del colodión húmedo o «placa húmeda»,
técnica desarrollada en 1851 por Federick Scott Archer. Una placa
de vidrio era sensibilizaba a la luz, luego expuesta y revelada. La gran
novedad era que se producía un negativo del que se podían
obtener varias copias idénticas, a diferencia del daguerrotipo,
que era único.
Wills y Restrepo popularizaron
localmente la tarjeta de visita, un género de gran aceptación
desde 1854, cuando lo inició en Europa adornado con orlas y viñetas,
se convirtió tanto en forma de distinción social como en
un objeto de colección, favorecido por los menores precios. Se
conservaron las imágenes de personajes célebres como militares,
gobernantes y eclesiásticos, así como las de familiares
y allegados. Como complemento a su actividad principal de retratistas,
Wills y Restrepo comercializaron, a partir de 1865, artículos fotográficos
importados, álbumes y marcos con los que abastecieron el mercado
local. En 1866 terminaron la construcción de una sede más
amplia para su estudio. En ese momento, sus trabajos ya eran muy reconocidos
tanto en Medellín como en Bogotá. Una docena de tarjetas
de visita costaba cuatro pesos y por el pago adicional de un real, les
ponían color a mano.
Wills colaboró
con artículos de tema político para periódicos como
El Indice. Luego de su muerte, la fotografía pasó a denominarse
«Establecimiento químico fotográfico de V. y P. Restrepo».
Durante este primer período, la fotografía de Wills y Restrepo
nació como una aventura de dos inquietos químicos interesados
en explorar posibilidades industriales, y se convirtió en un éxito
comercial cuyos resultados hoy se aprecian por su valor documental y estético.
Lo que subsiste de su legado, disperso en algunas colecciones privadas,
está integrado principalmente por imágenes de adultos y
niños.
En la composición, la pose y el decorado, se basaron en modelos
franceses. No obstante, introdujeron variantes en el género del
retrato, como el mosaico y el montaje fotográfico, con los que
buscaron superar limitaciones técnicas y producir efectos visuales
novedosos. Dos temas desusados revelan el inquieto espíritu artístico
que animó a Wills y Restrepo. El primero, que tiene el carácter
de registro urbano, consta de una serie de extraordinarias vistas de Medellín
en 1875, destinadas a la Urna Centenaria que se mantuvo cerrada por cien
años; una vez abierta en 1975, las fotografías por desgracia
tuvieron un destino desconocido. El segundo es un pequeño conjunto
de fotos de orquídeas que muestran el amor por la naturaleza de
los hermanos Restrepo. Precisamente a Pastor se debe la introducción
a Medellín de varias plantas ornamentales traídas del exterior.
De un posible tercer conjunto de obras procede una única foto que
se conserva, la cual muestra el famoso poporo quimbaya que se encuentra
hoy en el Museo del Oro. Como fotógrafo independiente, Pastor exhibió
sus fotografías las en varias exposiciones locales y nacionales.
En 1874 estableció con otro socio un negocio de importación
de mercancías, y dos años después se aventuró
con su hermano en la producción de cerveza por primera vez en Antioquia.
La bebida tuvo buena acogida, pero los propietarios vendieron la fábrica
en 1885, pues Vicente había asumido el Ministerio del Tesoro en
la segunda administración de Rafael Núñez, en agosto
de 1884.
A pesar de las diversas aventuras
comerciales e industriales, la verdadera pasión de Pastor Restrepo
fue la fotografía. En 1874 viajó a Europa con el fin de
mejorar sus conocimientos. Dejó encargado de su establecimiento
a Enrique Latorre, quien posteriormente ejercería de manera independiente
el oficio. Durante su ausencia, tuvo lugar el famoso crimen del Aguacatal,
en el cual «Daniel el Hachero» dio muerte con otros cómplices
a seis personas y dejó a tres menores heridos. En el juicio, el
dictamen médico legal utilizó por primera vez la fotografía
como elemento probatorio, y los curiosos podían adquirir por cuarenta
centavos una copia en la foto de Restrepo.
En París,
Pastor visitó los estudios de distintos fotógrafos, mejoró
sus conocimientos sobre esmaltado y retoque, y adquirió de León
Lambert la licencia exclusiva para utilizar el procedimiento que éste
desarrolló para obtener positivos de formato grande, conocido como
«lambertipia». Adicionalmente se abasteció de materiales
de trabajo, telones de fondo y elementos decorativos que utilizó
para ambientar sus fotos de estudio y dar un toque de distinción
a su clientela.
Durante el lapso 1864-1876,
el período de paz y prosperidad que vivió Antioquia bajo
el gobierno de Pedro Justo Berrío resultó muy benéfico
para el arte de la cámara. Restrepo prosperó como fotógrafo
y expandió sus actividades a otras poblaciones. Se asoció
por un tiempo con el español Antonio Martínez de la Cuadra;
con Antonio José Bravo estableció la sociedad «Restrepo
Bravo & Co.», que funcionó como sucursal viajera con
sede en Rionegro. Luego contrató a Juan Nepomuceno Gutiérrez,
popularmente llamado «Gutierritos», quien también fue
su agente fotográfico.
A partir de 1876,
cuando estalló una nueva guerra civil, el panorama para los fotógrafos
antioqueños cambió por completo. El crecimiento de la actividad
no sólo se frenó, sino que se puso en entredicho la sobrevivencia
de sus practicantes. Uno de los principales recursos fue el de aliarse
para formar sociedades, lo que les permitía compartir sede, equipos
y materiales e idear nuevos productos. De una sociedad que formó
Pastor Restrepo con Enrique Latorre y el fotógrafo y pintor Gonzalo
Gaviria, surgieron las populares «foto-pinturas», retratos
fotográficos repintados al óleo, en las cuales se combinaba
el indiscutible parecido obtenido con la cámara, con el realismo
y efecto estetizante del color al óleo. La misma sociedad adoptó
en MedeIlín el ambrotipo y el ferrotipo iluminado a mano, técnicas
que había introducido Martínez de la Cuadra. Este español
también probó suerte con un molino para cacao, pero tuvo
poco éxito.
Pastor Restrepo
no sólo fue un empresario innovador que buscó diferenciarse
y superar a sus competidores, que en verdad no eran muchos, sino que produjo
obras de arte en consonancia con la estética decimonónica
del retrato fotográfico. Pero las severas dificultades impuestas
por la guerra, tal vez lo desengañaron. Optó por dedicarse
por completo a las actividades comerciales. En 1887 figura como propietario
de la Droguería Central, localizada cerca a la plaza principal
de mercado. Allí se podía comprar vino, perfumes y medicamentos.
No obstante, los conocimientos y las fórmulas que adaptó
Pastor Restrepo a las disponibilidades locales de materias primas se transmitieron
a otros fotógrafos, entre los cuales fue muy apreciado el procedimiento
de revelado de placas, como lo atestigua el «Formulario de Fotografía»
del fotógrafo y escritor Benigno A. Gutiérrez..
Gonzalo Gaviria
y la fotografía «instantánea»
El heredero de los
pioneros de la fotografía en Antioquia fue Gonzalo Gaviria, quien
estudió pintura y fotografía en París. Gaviria conservó
el archivo de Wills y Restrepo y el de Pastor Restrepo. Fundó su
gabinete fotográfico hacia 1881, luego de asociaciones de corta
duración con otros colegas. La mayor novedad que introdujo fue
la llamada «fotografía instantánea», la cual
aplicó ampliamente por sus ventajas en el difícil género
del retrato infantil. Esta técnica se denominó «placa
seca» a partir de 1880, cuando la comercializó en Estados
Unidos George Eastman. Tan sólo un año después, Gaviria
la practicaba con maestría en Medellín. Trabajaba en su
estudio de ocho de la mañana a tres de la tarde, y para 1889 su
archivo contaba con diez mil negativos, en un momento en que la población
de Medellín escasamente superaba los 45.000 habitantes. Sin duda
fue uno de los fotógrafos más prolíficos y comercialmente
exitosos de la historia de este arte en Antioquia.
A su muerte, el estudio fotográfico
pasó a manos de Juan Nepomuceno Gutiérrez. Luego fue adquirido
por Gonzalo Escovar, discípulo de Pastor Restrepo, y se mantuvo
activo hasta 1925, aproximadamente. Su archivo, junto con los de sus predecesores,
pasó a manos del fotógrafo Jorge Obando, y es de presumir
que este importante acervo cultural e histórico repose hoy olvidado
en manos de sus familiares.
Los pioneros de
la fotografía en Antioquia cumplieron tres tareas fundamentales:
adaptaron localmente de manera exitosa la técnica de reproducción
de imágenes, lo cual produjo un efecto indeleble en el imaginario
colectivo, dominado hasta entonces por la iconografía religiosa.
Establecieron el retrato civil como un arte que preserva de la muerte
y permite legar una imagen fidedigna a los descendientes. Y configuraron
una memoria visual, que hoy es un invaluable patrimonio documental y artístico
de Antioquia, el cual, a diferencia de la mayor parte de la arquitectura
local que sucumbió a un mal entendido progreso, sobrevive a pesar
de su fragilidad en algunas colecciones públicas y privadas.
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MELITON RODRIGUEZ
Fotógrafo antioqueño (Medellín, 18751942). Hijo de
Melitón Rodríguez Roldán, tallador de mármol
y lápidas, en 1885 tomó lecciones de dibujo y pintura en
el taller del pintor Francisco Antonio Cano (1865-1935), con quien tuvo
una gran amistad.
La Fotografía
Rodríguez se estableció de manera independiente en 1897.
Horacio Marino se dedicó a la arquitectura y el estudio quedó
a cargo de Melitón, quien trabajó en él hasta 1938,
cuando se retiró. El establecimiento se mantiene aún activo,
gracias a los descendientes del fotógrafo, que conservan un organizado
archivo de más de 80 000 negativos.
Melitón Rodríguez
participó en distintas exposiciones artísticas durante su
carrera y obtuvo varios premios, entre los que se destaca el que ganó
en Nueva York en 1895 por su foto Los zapateros.
Viajó por
diversos pueblos de Antioquia y captó escenas de los municipios
y vistas panorámicas, que hoy constituyen, junto con las demás
piezas de su vasta obra, documentos esenciales de la historia de Antioquia
y, en particular, de Medellín y sus gentes.
Fotografías
de Melitón Rodríguez
Bibliografía
LONDOÑO V.,
SANTIAGO, Rafael Mesa. Catálogo de la exposición retrospectiva.
Banco de la República, Medellín, 1988.
LONDOÑO V., SANTIAGO,
Benjamín de la Calle, fotógrafo. Catálogo de la exposición
retrospectiva, Banco de la República, Medellín, 1993.
LONDOÑO V., SANTIAGO,
«Historia de la fotografía en Antioquia» (en curso
de realización).
MEJIA A., JUAN LUIS, «La
fotografía». En: JORGE ORLANDO MELO, Ed., Historia de Antioquia.
Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988.
SERRANO, EDUARDO, Historia
de la fotografía en Colombia. Bogotá, Museo de Arte Moderno
/ OP Gráficas, 1983. |