El
F31 de la tragedia.
El informe oficial sostiene
que: "el accidente se debió única
y exclusivamente a dos causas íntimamente
ligadas entre sí, pero de distinta
naturaleza, ajenas al control de las personas
que llevaban el comando de los trimotores
F-31 y Manizales. La primera es de carácter
permanente y se debe a las deficiencias topográficas
y aerológicas, propias del aeródromo
"Olaya Herrera" de la ciudad de
Medellín. La segunda es de carácter
ocasional y se debe a un fenómeno aerológico
propio del mencionado aeródromo y que
consiste en la aparición súbita
de una corriente que se ha registrado, generalmente
durante las horas de la tarde y que dura apenas
unos pocos minutos... El 24 de junio ese fenómeno
se presentó unos diez segundos antes
de ocurrir el choque con una intensidad 6-7
Beaufort de una dirección suroeste..."
Sin embargo, aún hoy
persisten diversas versiones que descalifican
lo afirmado en dicho informe. Unas hablan
de la supuesta rivalidad entre las dos empresas
protagonistas del siniestro: la SACO (Sociedad
Aérea Colombiana) y la SCADTA (Sociedad
Colombo Alemana de Transportes Aéreos)
o más precisamente entre los pilotos
Ernesto Samper Mendoza y Hans Ulrich Thom.
Otras se refieren a una eventual disputa entre
Gardel y Le Pera (o Gardel y Samper Mendoza),
que habría culminado con un balazo
fatal en la nuca del piloto.
José María
Aguilar uno de los tres sobrevivientes de
las llamas, siempre fue vacilante en sus declaraciones
sobre el tema. El 6 de junio de 1936 dijo
a la revista Novela -Nº 962- que la tragedia
sobrevino por una vieja disputa entre los
dos pilotos, confirmando así la sospecha
más generalizada. Empero Isabel del
Valle (en el libro "Ser Gardel",
Ediciones PXP diciembre de 1990, pag. 22)
dijo haber recibido de Aguilar otra temeraria
versión: "Yo repito lo que me
contó Aguilar... decía que Le
Pera -que era el productor- lo hizo cantar
a Carlos en un estadio al aire libre y, claro,
sin sonido, el público que no escuchaba
bien hizo sentir sus protestas... Eso a Carlos
lo dejó muy mal de ánimo y decidió
separarse de Le Pera... Ambos discutieron
en el avión y Alfredo sacó un
arma y le disparó un balazo que, en
vez de pegarle a Carlos, le dió en
la nuca a un tal Samper y así el avión
quedó sin gobierno..."
Aerodromo "Olaya Herrera" de Medellín.
14:58 horas... la tragedia. El F31 de la SACO,
donde viajaba Gardel, colisiona con el "Manizales"
de la SCADTA.
En otro reportaje publicado
con motivo del cuarto aniversario del suceso,
Aguilar modificó radicalmente sus dichos.
Declaró que el avión estaba
excedido en carga y que, por esa causa, al
aterrizar en Medellín había
perdido estabilidad, casi como anticipando
la tragedia; que en este aeropuerto se incrementó
aún más el peso de la nave con
doce tambores de películas que fueron
colocados debajo de los asientos, agregando:
"Al chocar nadie se movió. Se
ha dicho que Carlitos gritó y golpeó
en el vidrio. La verdad es que un ala del
trimotor con que habíamos chocado se
introdujo en el F-31 y descabezó a
alguno de sus ocupantes. Pudo establecerse
mas tarde que a Carlitos Gardel le había
cortado ambas piernas y que había recibido
otras heridas mortales, de manera que su sufrimiento
no debió ser prolongado..."
En el "Acta de Levantamiento
de los Cadáveres del Siniestro"
firmada por los doctores Antonio J. Ospina,
Luciano Restrepo Isaza, Julio Ortiz Velásquez
y Luis Carlos Montoya, se consigna que el
numeral 11 corresponde al cadáver de
Gardel "hallado boca abajo y pisado por
las válvulas de uno de los motores.
Tiene una cadena de oro sin reloj, como especie
de pulsera en una muñeca. Colgada de
la ropa una cadena con unas llaves y una chapita
que tiene una leyenda así.- Carlos
Gardel, Juan Jaures 735 Buenos Aires... Junto
al cantante y quemadas en los bordes se encontraron
las partituras originales de "Cuesta
Abajo"".
Este mismo relato se repite
en el Cuaderno Tres del sumario instruido
en el Juzgado Segundo Superior de Medellín
donde se asentaron los resultados de la autopsia
practicada a los despojos de Gardel.
Todas las investigaciones
realizadas en años posteriores, insisten
en remarcar, como causa fundamental de la
tragedia, la rivalidad entre ambos pilotos.
Terencio Spaini -experto
colombiano en prevención de accidentes
aéreos- publicó en la década
del cuarenta sus propias conclusiones al respecto,
después de analizar la documentación
reunida en torno del accidente y las declaraciones
de todos los testigos del caso: "Es imposible
comprender lo ocurrido sin tener en claro
que los aviones que protagonizaron el drama,
pertenecían a dos compañías
cuyo grado de competencia era feroz".
No se trataba de una disputa ocasional sino
que había intereses nacionales de por
medio, jugándose "conceptos de
patriotismo, de soberanía, de emancipación
y, para decirlo en términos de nuestros
días, de liberación".
La SCADTA era una empresa
aerocomercial alemana -la primera establecida
en las Américas y la segunda en el
mundo- y respondía a los planes expansivos
del nazismo. Ernesto Samper Mendoza por su
parte, "no era un hombre cualquiera"
sino un pionero y un abanderado del orgullo
patrio. "Su sed de independencia lo empujó
nada menos que a crear la empresa SACO de
su bolsillo".
A causa de estos enfrentamientos
el comandante Hans Ulrich Thom de la SCADTA,
el 20 de junio anterior a la tragedia, habría
realizado en el aeródromo de Techo
"una bajada rasante, demostrativa de
gran pericia sobre el avión F-31 de
Samper Mendoza... Estas especies de fricciones
crearon un clima muy especial que hizo que
el 24 de junio de 1935 el amor propio y patrio
de Samper lo empujara a devolver el susto
a su colega alemán lanzándole
el avión encima, en una arriesgada
maniobra que fue perfecta. Pero intervinieron
otros factores y se produjo la catástrofe."
La misma opinión fue
recogida por Federico Silva en su Informe
Sobre Gardel (Editorial Alfa, Montevideo 1971)
de labios del Dr. Gilberto López: "Durante
el tiempo que permanecí al servicio
de la SCADTA pude observar que había
una marcada predisposición de parte
de todos los empleados de esa empresa contra
el aviador Ernesto Samper. También
recuerdo que los empleados Jesús Celis
y Jesús Padilla, me manifestaron su
temor de que le ocurriera un accidente en
Palanquero a Samper y yo presentía
que algo le iba a ocurrir, pero parece que
el accidente estaba premeditado para que ocurriera
en Palanquero y no en Medellín."
Spaini contradijo los dichos
de Aguilar demostrando que los aviones no
estaban excedidos en carga, pero al igual
que aquel habló acerca de un balazo:
"La autopsia del aviador colombiano -realizada
por el Dr. Tamayo Lemos- mostró un
balazo en la cabeza ... El disparo vino desde
abajo (el balazo estaba incrustado en la cabeza
luego de haberle atravesado el maxilar. Aquí
se destruye la teoría de que lo dispararon
desde atrás o sea desde el interior
del propio avión".
Las noticias periodísticas
del día siguiente a la tragedia mencionaban
que el copiloto del Manizales, Wilhan Furts
había sido "encontrado muerto
con una pistola en su mano y un cartucho quemado
muy cerca" suponiéndose que se
habría suicidado ante la inminencia
del desastre.
Así lo sostiene el
escritor colombiano Mario Sarmiento Vargas
(La verdad sobre la muerte de Carlos Gardel,
editado en 1945): "los identificadores
encontraron el cuerpo del citado piloto completamente
carbonizado, con los brazos en alto y en la
mano derecha empuñando una pistola
de la que había sido disparado un proyectil.
El cráneo aunque completamente quemado
dejaba ver el orificio donde había
penetrado la bala; es decir que ante el inminente
e inevitable peligro de morir achicharrado,
prefirió suicidarse."
La conjetura de Spaini fue
otra. Entendió que "el copiloto
(del Manizales) le disparó al F-31
en un gesto de pánico, desesperación
o ira, al ver que se le venía encima."
sugieriendo que el proyectil habría
impactado en el avión atravesando fuselaje,
yéndose a incrustar en la cabeza de
Samper Mendoza por el maxilar inferior. Por
esta razón el F-31 habría caído
bruscamente en plena maniobra del ascenso.
En 1991 apareció en
Bogotá -Colombia- una nueva edición
del libro "Carlos Gardel, su vida y sus
canciones" de Jaime Rico Salazar quien
trabajó revisando "los archivos
que dejó escritos la Comisión
que investigó el accidente. Que de
todas maneras son muy deficientes ya que se
circunscriben a analizar lo que sucedió
aquel día en el aeropuerto y no se
salen de allí para investigar lo que
pasó anteriormente fuera del sitio
de la tragedia". Básicamente repite
los mismos hechos narrados por Spaini concluyendo
que Samper "no tenía derecho por
ningún motivo personal, para efectuar
la arriesgada maniobra que costó tantas
vidas."
La
última foto de Carlos Gardel Bogotá,
24 de junio de 1935.
A tantos años de distancia
no es posible dilucidar con certeza la verdad
de lo ocurrido pero, por la forma en que se
produjo la tragedia resulta verosímil
la tesis sobre la rivalidad entre las dos
compañías y sus pilotos. La
pericia técnica firmada por los doctores
Francisco Rodríguez Moya, Neftalí
Sierra y Epifanio Montoya designados por el
Jefe de Seguridad de Medellín, Dr.
J. Antonio Rico demostró que la ruta
seguida por el F-31 fue de una "continuidad
sorprendente" sobre todo por el rastro
de la rueda izquierda del aterrizaje que,
puede decirse, "es un trazado geométrico
perfecto". La máquina describió
una sostenida parábola de 30º
en dirección del Manizales que estaba
detenido frente a los hangares de la SCADTA.
No se encontraron marcas de zizagueos que
mostrasen un intento por corregir el rumbo,
ni huellas de frenadas. "Por el contrario
180 metros antes del lugar del choque, desaparece
la huella de la rueda derecha para volver
a aparecer a 120 metros del lugar de la colisión.
Vuelve a perderse pero más adelante
aparece la huella central de la rueda de cola,
como si en el instante de tomar altura hubiera
aplicado ésta fuertemente contra el
suelo."
En 1984 Horacio Ferrer reporteó
en Medellín a Antonio Henao Gaviria
el único periodista presente en la
caseta de la SACO la tarde del 24 dejunio
de 1935. Gaviria tenía en la época
del reportaje 81 años y una prodigiosa
lucidez. Recordó que el F-31 a unos
200 metros de iniciar su carreteo giró
directamente hacia el Manizales sin levantar
vuelo.
El choque de los aviones,
dijo, fue como una bomba atómica que
oscureció todo el aeropuerto. Con un
extinguidor del batallón de Bomberos
roció el cuerpo en llamas de José
Plaja salvándole la vida. Esto signó
una amistad para siempre. En una de las cartas
que periódicamente le enviaba, Plaja
desmintió totalmente la existencia
de una disputa a bordo.
Al conjeturar sobre las causas
del accidente, Gaviria dijo: "Alguna
vez Samper, en el batallón Girardó,
en una madrugada de parranda, me contó
que el piloto alemán Ulrich Thom le
había sobrevolado con una avioneta
monoclub que tenía, como una provocación
y que esperaba tomarse revancha algún
día... Yo creo que él (Samper)
trató de salirse de la pista y pasarle
por encima y como no era muy técnico
en trimotores ya que siempre había
pilotado avionetas, falló..."
Similares declaraciones de
don Antonio Henao Gaviria incluye Rodolfo
Omar Zatti en su libro "Gardel 544 días
finales" (Corregidor 1992, pág.
145): "Hacía pocos días,
Thom había llevado en su avión
al arzobispo de Ibagué, capital de
Tolima y al pasar por sobre el avión
de Samper le hizo un gesto como diciendo "mira
lo que llevo yo; a ver lo que cargas tu"...
Ya interpeto que Samper quiso devolverle la
broma de días anteriores y en pleno
carreteo de su máquina la hizo doblar
hacia donde se encontraba su rival para mostrarle
la carga humana que llevaba a bordo, pero
ante la proximidad de la otra máquina
y su poca pericia con este tipo de avión
con carga, no pudo levantar y se produjo la
horrenda colisión a las 14,56 horas
del 24 de junio de 1935."
Testimonios y pericias parecen
coincidentes: Samper desvió la marcha
del F-31 fuera de la pista, en dirección
del Manizales. Todo hace pensar en una temeraria
imprudencia antes que en la obra de la fatalidad.
José Plaja secretario
de Carlos Gardel durante la gira y uno de
los tres sobrevivientes del siniestro, agregó
otro hecho prácticamente ignorado en
cuanto trabajo se ha escrito sobre Medellín.
El miércoles 25 de junio de 1969 -después
de 24 años de silencio- accedió
a un reportaje del periodista Jaime Sureda
Prat de Europa Press publicado en el diario
"La Verdad" de Murcia, España.
Plaja vivía entonces
en un pueblito del Ampurdán de Gerona,
tenía 69 años y los dedos de
ambas manos amputados por causa del fuego.
"Me encargaron contratar un avión
para que nos trasladara de Bogotá a
Calí y me puse al habla con el capitán
Morrison (NdA: Plaja menciona a un tal Morrison
como el piloto que condujera el F-31 en la
escala Bogotá-Medellín. Sin
embargo el trimotor estuvo al comando de]
piloto norteamericano Stanley Harvey. Plaja
concedió en 1981 otro reportaje a Esteban
Peicovich para la revista "Interviu"
en el que, básicamente, narra los mismos
hechos), un gran piloto que había formado
una empresa con un tal Samper, un hombre muy
rico y que puso el dinero para comprar dos
aviones... La noche de la partida Morrison
me dijo que si salíamos de madrugada
podríamos hacer el vuelo directo de
Calí pues cruzaríamos los Andes
sin niebla y no tendríamos que remontarnos
a gran altura, lo que nos permitiría
llenar a todo los depósitos de gasolina.
Pero salimos a las diez de la mañana
y con los depósitos a medio llenar,
lo que nos obligó a hacer escala en
Medellín para repostar... La noche
anterior hubo una partida de póquer
que se demoró mucho... Salimos tarde
por eso del póquer y el piloto tuvo
que cambiar su plan, poner menos gasolina
porque ya habría niebla espesa y por
lo tanto, descender en Medellín..."
La muerte suele clausurar
las pasiones, pero no en el caso de Gardel.
La tragedia de junio originó arduas
polémicas que perduran a sesenta y
cinco años de ocurrida, como si se
tratase de negar toda explicación que
justifique lo inaceptable.
Las autoridades de Colombia
siguen sosteniendo que la fatalidad copó
aquella tarde de Medellín, pero muy
pocos se resignan a creer en ello. Gardel
aún muerto, sigue cultivando misterios.
La historia del mundo está
llena de acontecimientos que fueron obra de
locos, alucinados, visionarios, imprudentes
y neuróticos. "Si Milcíades
hubiera huido en Maratón y Carlos Martel
en Poitiers, la civilización occidental
habría sido diferente. Todo habría
resultado distinto si Cristo hubiese renegado
de su doctrina delante de Pilatos" (NdA:
Sigmand Freud -"El Presidente Thomas
W. Wilson. Retrato Psicológico").
Tal vez la historia del arte popular hubiera
sido diferente de no ocurrir esa partida de
póquer y la genial imprudencia de Samper
Mendoza.