Junín aún permanece en la memoria de Medellín

Este emblemático pasaje peatonal es una de las zonas más concurridas de la ciudad. Junín aún permanece en la memoria de Medellín. Pocos como Sergio Ruiz se desplazan desde El Poblado hasta el tradicional Té Astor de Junín para tomarse un café.
Por: DEICY JOHANA PAREJA M.
Tiene unos 70 años, está sentado en una pesada silla de madera. Su mesa es para cuatro, pero su única compañía es un bastón.
Lleva puesto un cachaco negro y gafas recetadas. Sus manos tiemblan mientras levanta su pocillo, lo lleva a la boca y mira a la calle.

Desde allí, observa a las personas caminar de un lugar a otro a toda prisa. Se percata de que la mayoría agarra sus bolsos hacia adelante para protegerlos de los ladrones.

Él, todos los días, hace 45 años, visita esta emblemática calle que va desde el edificio Coltejer hasta el parque Bolívar, dos cuadras famosas en los 60 y 70 por sus vitrinas, bares, restaurantes, librerías y joyerías.

Recuerda que a sus 22 años le encantaba ‘juniniar’, verbo que se usaba para ir a tardear, comprar o simplemente tomarse un café o un trago en este pasaje.

Él iba particularmente a ver mujeres, las que vestían como celebridades. “Ellas exhibían faldas coloridas, tacones y grandes sombreros. Lloviera o no, llevaban sombrillas”, narra.

Las mismas dos cuadras hoy tienen unos 300 locales comerciales: almacenes de ropa, accesorios, zapatos, panaderías y restaurantes. Hay vendedores de flores, de dulces y cigarrillos.

Ruiz camina apoyado en su bastón entre un tumulto. Le gusta recorrer esa vía peatonal, que a diario recibe más de 300.000 personas.

Algunos se detienen a ver una vitrina, a comprar flores o a tomarse un tinto, otros no miran más allá del camino, les estresa ver la calle llena de personas, invadida de vendedores y de almacenes saturados de ropa y ‘cachivaches’.

Para construir el edificio Coltejer tumbaron el Teatro Junín, ícono de los años 60.

La mayoría está de paso, necesitan llegar al parque Bolívar, a la avenida La Playa o a la Oriental. Para hacerlo, cruzan por centros comerciales que conectan la carrera Junín con otras vías.

Hay uno que otro indigente que deambula en busca de comida. También se ven delincuentes que esperan por desprevenidos para hacerles el ‘paquete chileno’ o para robarles sin que se percaten o de frente.

Cuenta que ha sido abordado por estafadores, pero que no cae en la trampa. “Ya estoy muy viejo para creer en el engaño”, comenta.

Continúa su camino. El sonido de su bastón se confunde con los pasos de los transeúntes. Dice que hace 40 años, Junín era tranquilo, no había tantos peatones ni vendedores apropiándose del espacio público.

Era un lugar exclusivo

Ruiz saca un paño blanco, limpia sus lentes y continúa: en los 60, los sitios más exclusivos eran el Teatro Junín, el Hotel Europa y el Club Unión, donde los ricos se divertían.

Hoy, ninguno de esos lugares permanece allí. En 1972, el teatro y el hotel fueron reemplazados por el edificio Coltejer. Y la antigua sede del Club, desde los 90 es un centro comercial.

En ese tiempo, cuenta, Junín tenía las boutiques más elegantes; la joyería Tiffany, era la mejor del país; la librería Continental, la más grande de Medellín y las heladerías Fuente Azul y Doña María recibían a las mujeres más hermosas de la ciudad. “Eran tiempos de tertulia y conquista”, agrega con una sonrisa.

De Versalles, ese restaurante famoso por las empanadas argentinas, también recuerda muchas historias. Era el más famoso de la época. Allí donde conoció a su esposa, a escritores y a futbolistas.

En ese sitio, Ruiz almuerza tres veces a la semana, le gusta porque conserva las recetas de hace 40 años. Él está sentado en el segundo piso de este restaurante, donde hay fotografías de los escritores Jorge Luis Borges, Manuel Mejía Vallejo y Gonzalo Arango.

Dice que le consta que Mejía escribió allí ‘La Casa de Las dos Palmas’, lo que confirma Edilberto Arenas, administrador del restaurante.(Ver anexa).

Versalles y la repostería Astor son los únicos lugares que sobrevivieron a la transformación de Junín.

En los 70, las principales tiendas de allí se fueron para los primeros centros comerciales de Medellín, San Diego y Oviedo.

A inicios de los 80, la zona se llenó de vendedores informales, quienes colgaban la mercancía en las puertas y ventanas de los almacenes, describe el anciano mientras camina cerca de las vitrinas. “Junín en esos años, empezó a ser popular, vendían mercancía más barata y de menor calidad”, agrega.

Sobre esto, Carlos Restrepo, integrante de Corpocentro, afirma que en esa época había más de 500 venteros ambulantes, por lo que no había por dónde caminar ni entrar a los locales. “Ese problema duró cinco años. En 1985 las autoridades los reubicaron para peatonalizar la carrera”, precisa.

Con la peatonalización, Junín se convirtió en la calle más concurrida del Centro. “El verbo ‘juniniar’ se conserva”, resalta Restrepo, pero en esto lo contradice el anciano al asegurar que la mayoría de las personas visita esta calle por necesidad y no por gusto.

Pocos como Ruiz descubren y disfrutan de la magia de esta emblemática calle, llena de diversidad, historia y comercio.

Versalles vive tras 53 años de historia y servicio

Hoy el Salón Versalles no es lo más caché, pero lo fue en los años 60, 70 y 80, cuenta Sergio Ruiz, quien visita este tradicional restaurante hace cuatro décadas.

Eso no representa que hoy no sea igual de concurrido que en esa época. Aunque con un público más popular.

Este restaurante, famoso por las empanadas argentinas y los churrascos fue inaugurado en 1961 y llegó a ser uno de los más exclusivos de la ciudad. Visitado por millonarios, deportistas, artistas y escritores.

Edilberto Arenas, administrador del Salón, cuenta que Versalles nació con una filosofía distinta a la de los demás restaurantes de la ciudad que vendían bandeja paisa, arepas y ajiaco. Por ello pensó en ofrecer un menú distinto, un plato argentino.

Hoy no hay una sola mesa vacía. Se desocupa una y de inmediato se llena. Arenas, asegura que el restaurante no para, que cada día vende más de 420 platos de almuerzos y cerca de 80 empanadas argentinas. Para cumplir con esa cifra, allí hay 55 empleados que trabajan desde las 8:00 a. m.

Según el administrador, la clave del éxito es conservar el servicio, la calidad, la imagen y las mismas recetas de hace 50 años. Ese lugar también conserva las mesas y cuadros de sus inicios.

En Junín muchos negocios desaparecieron. Tras la peatonalización, a finales de los 80, llegaron otros locales comerciales nuevos, pero también murieron.

Hoy Versalles sigue vivo y aún es referente de la ciudad, visitado por extranjeros e intelectuales.
ELTIEMPO.COM
DEICY JOHANA PAREJA M.
21 de octubre de 2014, 11:26 pm
MEDELLÍN

Un recorrido por la historia del corazón de Medellín: Carrrera 49 Junín.

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