Antioquia, 200 años de transformación

Autor: Redacción EL MUNDO
11 de Agosto de 2013

A pesar de cargar con un pasado en el que fueron arrebatadas nuestras tradiciones ancestrales y el esclavismo marcó gran parte de nuestra historia, 200 años después, Antioquia es ejemplo de transformación y modernización.

Las tradiciones europeas configuraron las primeras sociedades de la región.

 

Hace 200 años, en 1813, Antioquia estaba habitada por negros, indígenas, blancos puros, que eran españoles y criollos que eran hijos de españoles nacidos en el departamento.
Mientras que blancos y criollos habían heredado encomiendas y eran grandes terratenientes y empresarios del comercio, los negros eran sus esclavos y los indígenas estaban dedicados a la servidumbre.
Los negros estaban por debajo de los nativos, eran los esclavos de las minas, de las haciendas y del servicio doméstico. Tenían condiciones de vida muy difíciles y sin derechos.
Los indígenas, aunque eran siervos, no tenían estatus social  ni político. Tampoco  derechos, pero se organizaban en sus resguardos, tenían cabildo, religión y la libertad de elegir la guardia que cuidaría de sus territorios.
En cambio, los blancos y los criollos eran los funcionarios públicos, los encargados de la administración colonial. Estudiaban medicina, derecho y filosofía en ciudades  como Popayán y Bogotá,  o en el exterior.
Eran regidores, alcaldes, tesoreros y capitanes de guerra. Pero el puesto de militar político, lo que hoy se conoce como gobernador de Antioquia, solo podía ser ocupado por blancos puros. Se consideraba que los criollos estaban manchados de  la tierra de América.
Libia Restrepo, historiadora de la Universidad Pontificia Bolivariana, cuenta que de la mezcla racial que se dio entre blanco, indio y negro resultó una población mestiza muy grande, era casi 70 por ciento.
La experta explica que era una población mestiza libre, no esclava. De blanco con indio salía mestizo, mientras que indio con negro resultaba zambo.
Si la madre era india, el hijo nacía libre porque ella era libre así fuera sierva. La condición de esclavo siempre la daba la madre negra. Por lo que en esa época muchas le regalaban los hijos a los blancos para que los criaran.
Los mestizos eran libres por lo que se podían dedicar a múltiples actividades. Las mujeres trabajaban en la carnicería, hacían canastos, cerámicas, muchas eran niñeras. Y se dedicaban al comercio, a los tejidos, elaboraban sombreros y armaban  tabacos.
Pero no poseían rentas ni propiedades. Cuando no tenían una ocupación estable eran catalogados como “vagos”, sin oficio ni beneficio y eran expulsados de la región.
Fue gracias a los “vagos” que Antioquia se expandió, eran enviados a territorios complejos, periféricos y sin dueño, cercanos a los ríos. Fue así que fundaron pueblos en el  Nordeste y Suroeste del departamento.
En esa época,  narra la historiadora, en Antioquia había una actividad paralela a la explotación del oro, era el comercio, el que se transportaba en caballos  por los caminos de herradura.

Antioquia hoy

Tal vez sea la libertad que perfuma las montañas de esta región el logro más visible en estos 200 años. No obstante, una libertad que suele cuestionarse, pues las esclavitudes han tomado formas diferentes en la actualidad.
Sobre los antioqueños se ha dicho que son gente trabajadora, pujante y aguerrida, cualidades que han sabido explicar el auge de una región que recientemente ostenta el título de la ciudad más innovadora del planeta. Entonces ¿cómo hemos cambiado respecto a la Antioquia colonial?
En 1813, Antioquia tenía cerca de 100.000 habitantes y cuatro cabildos principales: Rionegro, Marinilla, Santafé de Antioquia y Medellín. Hoy hay más de seis millones de personas en sus 125 municipios distribuidos en el Valle de aburrá, Bajo Cauca, Norte, Nordeste, Suroeste, Occidente, Oriente, Urabá y Magdalena Medio, sus nueve subregiones.
Medellín en 1813 fue declarada ciudad y en 1826, capital de la provincia de Antioquia.
Juan Camilo Escobar, historiador y docente de la Universidad Eafit, explica  que “Medellín alcanzó un dinamismo económico mucho más importante que el de Santa Fe de Antioquia, debido al incremento en la producción de oro en las zonas cercanas como Santa Rosa de Osos, Guarne y Rionegro”.
La producción de oro convirtió a la ciudad en un lugar que abastecía de alimentos a los mineros, por lo que importantes familias se fueron concentrando en la zona.
Del pasado se heredaron las prácticas mineras y la producción agrícola en la que hoy se distinguen productos como el maíz, la caña de azúcar, el café, el fríjol, la yuca, el arroz, el plátano, el banano y las flores.
La economía de Antioquia también se sustenta en la ganadería, el comercio y la industria. El sector textil y la confección son algunos de los más fuertes.
Hasta ahora parece sencillo determinar con precisión cómo ha cambiado el departamento en aspectos que son muy evidentes. Pero vale la pena preguntarse qué se ha modificado en la conciencia y  en las acciones de los antioqueños.
La población de hoy es en su mayoría urbana, a diferencia de la del siglo XIX, que era rural. Este hecho también ha provocado que en la ciudad la gente adopte un carácter cosmopolita y al mismo tiempo los pobladores se diversifiquen aún más.
Las prácticas religiosas para la mayoría de los antioqueños siguen siendo muy importantes como lo eran para las sociedades coloniales.
La esclavitud de la época de la Colonia se transformó en esclavitud moderna, una práctica ilegal con fines de explotación sexual y laboral en la que las principales víctimas son las mujeres y los niños.
Tampoco puede hablarse de una estratificación social de la forma en que estaba estipulada en la Colonia. “Antioquia es un territorio libre con gente de todos los colores”, por lo que no  se puede hablar de una raza pura, pues el mismo proceso de colonización desembocó en una mezcla de razas que da como resultado un departamento diverso en color de piel, lengua y tradición.
Entre tanto, Escobar precisa que tratar de definir a los antioqueños es una de las tareas más difíciles y “espinosas”, pues no es posible unificar bajo un concepto una población tan diversa.
Sobre quiénes somos, indica,  se  habla con frecuencia desde hace varios siglos. Incluso,  se abren discusiones sobre si somos o no una raza antioqueña. “Todos esos discursos y definiciones que se han hecho de los antioqueños, pueden al mismo tiempo considerarse como imaginarios de diversidad”, concluye el historiador.

 

Indígenas ayer y hoy

Muy pocos indígenas sobrevivieron al proceso de la conquista.  Para 1813, esta población estaba muy disminuida, la cifra no llegaba a los 2.000. Durante la Colonia se fueron mezclando y algunas comunidades desaparecieron.
Sin embargo, para Libia Restrepo, historiadora de la Universidad Pontificia Bolivariana, muchos nativos sobrevivieron al proceso del descubrimiento y la conquista porque pusieron resistencia al huir a lugares inhóspitos, es decir se resguardaron en ciertas zonas de difícil acceso como Urabá y Bajo Cauca.
200 años después, en el departamento viven más de 30.000 indígenas divididos en  165 comunidades y 48 resguardos.
Comunidades como los Tamíes, Peques y Caramantas se mezclaron con los españoles y desaparecieron.
Hoy los indígenas están en cinco regiones de Antioquia, Urabá y Bajo Cauca son las subregiones más pobladas. Están en municipios como  Dabeiba, Frontino, Uramita, Mutatá, Urrao, Occidente; Jardín, Andes, Támesis, Suroeste; y Segovia, Vegachí y Remedios, Nordeste.
En estas zonas se encuentran cinco pueblos: Emberá Eyabidá, Emberá Dobidá, Emberá Chamí, Tule y Senúes.