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Refranero y costumbrismo paisa con aire de tango

Manuel Mejía Vallejo, doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional, Medellín, nacido en Jericó,1923,  y fallecido en 1998 en El Retiro, Antioquia, al lado de Tomás Carrasquilla representa con sus obras en prosa, entre novelas -11-,  cuentos -209- y coplas -400-, (1)  la idiosincrasia verbal del pueblo paisa. Mejía Vallejo, premiado 18 veces y el primer latinoamericano en recibir el Nadal -1963- no tuvo tiempo para aspirar a más ni mejores premios, pues el oficio de la literatura no se lo permitió. Ejerció el periodismo, fue catedrático universitario y escribió libros varios libros de poemas. Mejía Vallejo no se alinderó en movimiento o grupo alguno. Sin embargo, Ayala lo ubica entre quienes hicieron época del “realismo crítico”(2). Sus novelas y cuentos se sitúan en el pueblo de Balandú, imaginario y mágico, pero tan real como cualquiera de los remotos y tradicionalistas villorrios antioqueños. Los hombres que caminan por sus calles y conversan en las tiendas y cafés, al parecer, son mucho menos abundantes que las mujeres que dan motivo a sus picantes charlas. Parece que todos hubieran nacido adultos. La vida es dura y atrevida como sus caminos de herradura.

La novela Aire de Tango, (3) premio Vivencias 1973 en Cali, fue precedida por La tierra éramos nosotros, 1945, Al pie de la ciudad, 1958 y El día señalado, 1963. El lenguaje que aquí se encuentra es el típico de habitantes pueblerinos que hablan de su tierra, sus costumbres, el modo como tratan a sus mayores y a las mujeres. En Aire de Tango Mejía Vallejo intenta reflejar la raigambre del tango argentino entre el pueblo. Centra la historia en Jairo, quien idolatra a Gardel y en el barrio Guayaquil en los comienzos de los ochenta, -el más bohemio de Medellín-, ciudad en la que murió el Zorzal. Se refiere a Balandú 37 veces, en donde pasó Jairo su niñez, donde dejó a las Tías, de donde son sus amigos y de donde guarda emociones de sus primeros años.

Si usted no conoce a Balandú, debería hacerlo. “Fue una ciudá de puebleños, hijos de puebleños y pensando como ellos, los de las montañas”.(4) Sólo por oír hablar a su gente y escuchar su acento y su lenguaje que, casi es un borbotón de dichos, gracejos y refranes, a renglón seguido. Balandú es un lugar como un puerto de río o como una caseta de esquina, en la que todos se reúnen a comentar el suceso diario que no es otro que el chisme del muerto, de la venta del mejor caballo o de la mujer que durmió con el viajante.

De Balandú vinieron a Guayaquil hombres curtidos, cargados de sus historias y algunas mujeres que se aburrieron de la vida quieta y de las lenguas maledicentes de sus querencias.

Balandú existe por obra de los hechos “macanudos” que aquí suceden. No es una imaginación de alguno de los protagonistas ni un cuento muy prolongado. Por lo visto, allí nacieron todos con cinta grabadora de exageraciones y tangos de letra gruesa. Porque su vocabulario parece sacado de un diccionario hecho con letras de milonga, valses y tangos. Balandú es como un concentrado de dichos, expresiones y asombros. Es el producto de décadas de gentes criadas entre tiendas, hornos de leña, recuas de bestias y recodos peligrosos, amasijos con harina, con vasijas y accesorios abigarrados en las cocinas o el solar. El caballo, la mula, el marrano, los patos y el gallinero son parte de su paisaje. Aún no llegaban buses escaleras ni tren, ni conocieron las fuentes de soda. En este ambiente el lenguaje es arisco, a veces alevoso, provocador.

Temas de los 56 refranes en Aire de Tango :

Mejía Vallejo tejió con maestría la picardía del lenguaje paisa a lo largo de su prosa. Va salpicando cada párrafo con palabras reencauchadas, reconstruyendo para la historia de la lengua, el mapa del habla de la barriada de su tiempo. Y no sólo rescata del uso palabras sino expresiones, giros y decires que son propias o exclusivas de la gente venida de Balandú, ese pueblo insignia de tradiciones, de casas de teja de barro y de adobe. De allí salieron para la gran ciudad los muchachotes y mujeres alegronas que manotean, ríen y beben en las páginas de su libro.

El escritor paisa, amante de su terruño, nos recoge sin rebozo, las inquietudes, tristezas y alegrías que salen por las bocas de sus personajes y fantasmas reflejadas en los refranes. Aquí los traigo para usted, uno tras otro, por tema, con el dato del número de página.

La muerte.  Este tópico es crucial en cualquier pueblo y cultura. Es imposible obviarlo. Inquieta al villareño y al citadino. Por ello, lo guarda en el inconsciente y al menor descuido aparece. En Aire de tango se habla de la muerte con frecuencia por la rivalidad entre hombres por la mujer, por el temor de ir a la cárcel y morir allí. Al fin y al cabo la novela se ocupa de narrar la vida de gentes de bares, esquinas y cuartos de mujerzuelas, que como sirenas atraen hasta provocar la muerte. “Que me maten pero que no me linchen, 10 muere lo que se olvida,17 los dotores también se mueren22 hasta que la muerte nos tumbe la escalera y nos vacíe el tarro encima,70 quien mucho vive mucho muere,148 si nos hemos de morir, vamos enfermando de una vez,150 al que por gusto muere hasta la muerte le sabe,205 morir a tiempo no es ganar,23 la muerte viene a ser lo mismo que la vida”…23

La mujer. Hablar de la mujer entre los hombres, está dicho, es un lugar común. Por ellas se vive, se pelea y se mata. Aunque se habla mal de ella en su ausencia y se le hacen chistes, a veces, sórdidos y denigrantes. Así lo registran los refranes que son verdades populares encerradas en una frase. “Sólo hay una hora y una mujer,124 en lágrimas de mujer y en cojera de perro no hay que creer,171 tenía una hija tan fea, que cuando iba a orinar cogía el chimbo a patadas,99  al que no tiene plata, lo cama lo mata y si tiene mujer se acaba de joder,117 debió tener el clítoris como chimbo de costeño,154 mujer que se mete con cura, coge rastro de mula”.204

La suerte. Los bajos fondos, la gente que vive en las barriadas de ciudad, está cundida de agüeros, amuletos, supersticiones y creencias en la buena o mala suerte. Cifran su destino o su estado con un contrapeso con el que cargan. La suerte no depende de la propia voluntad sino del día, del acaso, de la estrella en que se nació. “Cuando uno está de malas hasta los perros lo mean,77 todo gavilán tiene su cirirí,111 el que madrugó un talego de oro encontró,117 una cosa es cacarear y otra poner el huevo,149 el desconfiado también lleva las de perder,123 caer pa levantarse no es caer,21  palo que tira es palo que pega”.85

La vida. Estar vivo es un peso con el que se tiene que contar. Ni el trago, ni las mujeres, ni el dinero pueden compensar ese lastre. Lo saben los hombres que nacieron en Balandú y lo van comprobando día a día. “La vida es corta aunque la juma sea larga,123 la vida empuja al que está pa caerse,202 Los vivos no perdonan, ¿cómo hablar de los muertos?” 233

Los animales. Con animales domésticos el hombre del campo o de pueblo aprendió a vivir. En su manera de “comportarse” se mira como en un espejo. Y así va modelando su lenguaje. Entonces, los animales son los seres de la creación que más se parecen al hombre o, al contrario. “Según el marrano era la horqueta,45 el pior pinche se lleva la mejor guayaba,44 la flojera no es de gallos,47 aquí tuerce el rabo la marrana,78 como la mula, si no patea, recula,84 canta más un pollo al horno,109 como a los perros junto al dueño, algún hueso le tiran,110 las gallinas de arriba se cagan en las de abajo,128 acabó hasta con el nido de la perra,129 al perro más flaco se le pegan las pulgas,184 se cura con pelos de la misma perra,132 animal el hombre ¿quién más?” 242

Los recuerdos. La melancolía es fiel compañera de días y noches del hombre en Aire de tango. La vida transcurre lenta y sin esperar que un mañana mejore la situación. La mirada es corta y no hay para qué cansar al cuerpo. Más bien, el recuerdo hace retroceder la vida y la tira de una cuerda larga. “El que va pa viejo va pa pendejo,100 las cosas no se van, el recuerdo se mea en uno,89 el recuerdo chuza como las inyecciones,190 ¿lo bailao quién me lo quita?” 233

El dinero. ¿De qué se vivía en Balandú y de qué siguen viviendo los que trasladaron a la ciudad? Del rebusque y de la suerte. El dinero se lo encuentran en el juego de azar o de mano del amigo que estira unos pesos regalados. El dinero se consigue a cuchillo, con lotería o se lo encuentra en la caja del billar. No por madrugar le ganará la carrera al sol para ver la luz. Pero eso, sí. Los negocios se pagan ya. No hay lugar en este mundo para los que “pegan” el ojo a las sábanas. Tendrá que morir como un pobre honrado. “No por mucho madrugar amanece más temprano,116 más acabao que la honradez,34 plata en mano y culo en tierra,97 cada cual se afana por lo que le toca,103 ojo pelao, que el camino es culebrero.”119

Religión. La resignación y la religión van juntas para quien viene de Balandú. Si le va bien al hombre se lo debe a Dios. Si le va mal, ni el diablo lo podrá arreglar. Dinero y religión van de la mano. Al que reza le ayuda Dios, pero al que se queda callado, se lo lleva el diablo. Es la lucha sempiterna: o Dios o el Diablo. Dios apreta pero no ahorca,172 el que peca y reza, empata,179  al que habla solo sólo le contesta el diablo,85 esto ya no lo compone ni el diablo.”130

Elementos caseros. La comida, la huerta, la cocina y el aguante son el diario de los habitantes de pueblo. No hay carne, pero sí afrecho para la arepa,  mazamorra y mucho fríjol. Es el plato preferido del paisa de la montaña. “Alabate, coles, que no hay frisoles,21 el capacho no hace la mazorca,22 palo porque boga, palo porque no boga,85 amor, tos y humo no quedan en secreto.85 no más martillo, que aquí se dobló el clavo”.79

Ingenuidad. La viveza o avispamiento es cualidad del paisa raso. Nadie le gana en ganar una apuesta o en un campeonato de exageraciones. Sin embargo, en el fondo, se encuentra la necesaria ingenuidad para hacer creer al amigo que cae o para volverlo a la realidad cuando el chiste ya ha pasado. Una mitad de los paisas viven a costa de la otra mitad. Y los chascarrillos se hacen tomando por comodín el objeto más inocuo. “Si le tapan la boca, rebuzna con el culo,23 más tragao que media de montañero,171 aquí la gente se ríe con vergüenza, pidiendo perdón por el abuso,176 no creo en gallo blanco ni en peón barbao,187 mejor caer que quedar colgando” 191.

Palabras reencontradas

Mejía Vallejo pereciera no haber necesitado recorrer mucho el territorio montañoso de Antioquia para darse cuenta de la riqueza y la novedad de su lenguaje. Le bastó acercarse a los personajes oriundos de Balandú, el pueblo de los embrujamientos.(5) Allí charló y escuchó el acento erguido y alegre de Ernesto Arango, Juana Perucha, la Mariello, las Barbaritas, que vivían en la última calle del pueblo(6), Eduvigis, la Cortucha, Chelito, la macha pa cantar y trovar (7), las Tías que le jalaban a la plancha de chimenea o a la máquina Singer(8), la Cachorra con un solo vestido, Eusebio Morales su enamorada Piedá Rojas, Antonio y María Eugenia (9), Pascasio con su  fatal y brioso Tirano, que son la fuente principal de sus pesquisas.

Fuera de los mil y más refranes que saltan como liebres en el camino de la conversación cotidiana del paisa y hacen vibrar a quien se entromete, hay dos formas de exaltar la cantidad de una cualidad o de unos hechos. La primera son palabras que terminan en “era” para significar repetición siempre exagerada que genera sorna o hastío.

“Comencé a saboriar mi llovedera58, esas versiaderas entre trago y trago185, hasta que la jartera los echaba a buscar movimiento38, se volvía triste la lloradera101, las borracheras nos servían pa no pensar139, paciencia y caminadera la de esos manes…121, cantaba …sin la berriondera del viejo30, y acaba la fregadera que le tenía44, la tiradera de cuchillos87,  la Tía era rezandera…143, vieran la cara pispa y su calladerita126, la gallada lista, la enfiestadera105,  la cárcel da pensadera139, jálele a la andadera por los almacenes144, cantaba…sin la berriondera del viejo30, que flojera no es de gallos47 todo lo mea, dijo en charladera…174, también le dio la calladera…174, la engañera de Pascasio179, cansona la preguntadera230, tomaba a pecho la rezadera246, la viejura y la borrachera78- 100, ¡Qué verraquera!,… hay un punto en que se las sabe todas”243.

La segunda manera de nombrar gran número de conductas o cosas, el balandueño utiliza los sustantivos o adjetivos añadiendo la terminación ío-ía. Entonces crean un conjunto de expresiones sonoras y distintivas de su terruño.“Llegó a honrao de pura tramposería34, allá caían los pueblitos, el maleterío…¡que tumben, carajo!67, sembrando su materío en tiestos de barro83, pa que jodan con la mariconería104, cuál cacorrería?104, los regalos que tiraba por el ueblerío121, rodiao del genterío136, entre el riserío de todo el mundo159, el palabrerío de los pegajosos161, que fue la machería en tiempos mejores173, puñalerío en sus volteretas198, perrería que uno hace hasta matarlo201, y todo ese niñerío y viejerío enfermo bajo el aguacero”219.

Encontramos en Aire de tango un castellano diferente del que se usa en el interior del país o en las costas atlántica o del Pacífico o en los santanderes o el Tolima grande o en la región caucana y nariñense. Es el del típico arriero o vendedor o campesino de carriel y ruana que entra a un café o al billar a jugar un chico. Las terminaciones de palabras en dad, pierden la d y las pronuncian con naturalidad y acentuando sin timidez la vocal. Particularidá15,  soledá, maldá92,  preciosidá111,  humanidá135.

Hay expresiones que se pudieran catalogar como modismos y sólo se encuentran hoy día en la región que antes se llamó el viejo Caldas y algo en el Valle del Cauca. Pero Mejía Vallejo las tomó del ambiente de Guayaquil y sus cafés y esquinas. Doy vueltas a mis soledumbres140, trae bravuras las vida45, rumbaban las fiebres61, después nos agarraba la risa83, agarraba la neura 17, la vida es un talegao de vainas98, para guachaquiar, mujeriar y rocheliar92, seguir picaíto y demás cosiámpiras de ellos34,  juntas hacen el disgusto, el reclamo y la separancia74, ni que estuviéramos enyerbaos o embrujaos86,  él por su lao con sus muchachas81, de piermas gorobetas108, en sus momentos fregaos81, hecho un puro bulto esgonzao77, gritando con su menca sonrisa71, muerganiábamos115 chichiguando en dao122 y si no hay vigilancia y comparancias74, la jodencia91, agachada con tristura46, doy vueltas a mis soledumbres140, la viejura es vivir manoseando recuerdos46, el asunto es de lao y lao91, llaman los tahúres a la runfla de daos…22.

Muerganiando en serio, Mejía Vallejo nos echa el cuento de Jairo y sus cuchillos guerrilleros, en la sucursal de Balandú  en la vieja Medellín. Estamos seguros de que sus personajes, sacados de su sangre errante y bulliciosa, son hoy el trasunto de viejos y malevos compadres que bajaron de la montaña para asentarse en la “bella Villa”.

Nota : Después de cada refrán y expresión aparece el número de página en que se encuentra y con la ortografía del original.

Referencias bibliográficas:

(1) ESCOBAR MESA, Augusto. Estudio bio-bibliográfico de Manuel Mejía Vallejo. Medellín: Biblioteca Pública Piloto, 1997

(2) AYALA POVEDA, Fernando. Manual de literatura colombiana. Realismo crítico. Bogotá: Educar. 1984. Págs. 295, 206.

(3) MEJÍA VALLEJO, Manuel. Aire de tango, Premio Vivencias 1973, Cali: Plaza y Janés. 2ªed.1979. 256 p.

(4)Ib. Pág.138

(5)Ib. Pág.162

(6)Ib. Pág.40

(7)Ib. Pág.100

(8)Ib. Pág.102

(9)Ib. Pág.136