Por: RUBÉN DARÍO TANGARIFE CARDONA | Medellín | elcolombiano.com
La “ese” arrassstrada, el trato de vos, la exageración en la punta de la lengua, la habilidad para confeccionar dichos y contar historias nos viene a los paisas del encierro en las montañas, de los colonizadores vascos, catalanes y aragoneses, y de los largos trayectos que recorrieron los arrieros, loma arriba y loma abajo.
Desde la perspectiva histórica, el choque cultural de nuestros antepasados y las agrestes condiciones de nuestra geografía explican en buena parte los motivos por los cuales la forma de hablar de los antioqueños se convirtió en una de sus características más elocuentes. En eso coinciden intelectuales, investigadores y artistas como el rector de la Universidad Eafit, Juan Luis Mejía; Luz Stella Castañeda, docente de la Universidad de Antioquia, y Jota Villaza, contador de historias y director artístico de la Corporación Vivapalabra.
“Una cosa es lo que entendemos por el paisa, que conlleva el uso de ciertas palabras, de cierta pronunciación y de cierta fonética”, precisa Juan Luis Mejía para enmarcar de una vez las fronteras de la región. Ese lenguaje excluye zonas como Urabá, Bajo Cauca y el Magdalena Medio, que tienen unas características diferentes, más asociadas al lenguaje de la región Caribe, pero se extiende a otros departamentos como Caldas, Risaralda, Quindío, norte del Tolima y norte del Valle del Cauca, en un proceso que se explica por el proceso de colonización.
Para señalar como una primera característica del lenguaje que identifica a los nacidos en esta región, hay que remitirse a la zona de Aragón y Castilla, especialmente de la región montañosa que limita con el País Vasco, en la España de la época de conquista. De allí llegaron los españoles que asumieron el reto de poblar estas tierras montañosas. Así lo hace notar Jota Villaza, un contador de historias que lleva cerca de 30 años sumergido en el mar de la cultura antioqueña, al punto que sus expresiones lo hacen percibir como un claro ejemplo de ese paisa original.
La incomunicación a la que se vio sometida esta región hizo que se conservara un castellano arcaico. Los investigadores que han estudiado a Tomas Carrasquilla, por ejemplo, cita Juan Luis Mejía, se sorprenden de la cantidad de términos de la España medieval que se hablaban todavía en Antioquia y que usaba Carrasquilla en su lenguaje.
El hablante paisa en sus orígenes permaneció sin mucho intercambio con otras ramas lingüísticas del castellano, y seguramente nuestro acento es muy parecido a lo que debió ser el acento original de Castilla y Aragón, observa Juan Luis Mejía..
“Las agrestes montañas llevaron a que las primeras comunidades fueran muy cerradas, muy endógenas, que provocaron la sensación de que el tiempo se les quedó como estancado”, refrenda Jota Villaza, alargando la “s” de la forma como la degustan los paisas al pronunciarla.
“Si se comparan los acentos de las personas del oriente antioqueño, que fueron las comunidades más cerradas, con la gente de las montañas de Aragón, el acento es casi el mismo, pero poniéndole la zeta”, rememora este cuentero como experiencia de uno de sus viajes por la Madre Patria, con sus personajes a cuestas, donde se encontró con espejos que confirmaban la tradición oral que convirtió en su tema de investigación ya hace casi tres décadas.
La agreste geografía también vitalizó el lenguaje, avanza el rector de Eafit.. Esto originó un cierto tipo de folclor oral, muy relacionado con la flora y luego con las distintas etapas de producción económica, como el asentamiento de la ganadería, el cultivo del maíz y la minería. ‘No me creas bobo, yo no creo en minas con tanto oro’; ‘Eso vale un potosí’ o ‘Ese negocio es una veta buenísima’, son expresiones, a juicio de Mejía Arango, que ejemplifican cómo esta realidad se refleja en el lenguaje coloquial paisa.
Otra característica la trajeron los arrieros, sobre todo en el folclor, en la circulación de leyendas, de narraciones orales y, sobre todo, la trova, que también tiene su origen en España y que fue transportada por los arrieros que terminaron llevando no solo cargas sino palabras, imaginarios y poesía popular.
Otro matiz, añade Mejía Arango, lo añade la exageración, la hipérbole, una manifestación que llama “obsesión” por magnificar las cosas y calificarlas de monumentales, como ‘el puente monumental’, ‘la catedral monumental’, ‘la silleta monumental’. “Hay una que me gusta mucho y es esa exageración con la que aquí resolvimos llamar a la olla a presión como la olla atómica”, acota.
– Es tan alto que tiene nubes en los ojos.
– Es tan alto que le tiran la comida con cauchera y le llega vinagre
– Es tan feo que lo hizo Dios y sentó a reírse
– Es tan flaco que se le saca la radiografía con una vela
– Huele a matrimonio recién descobijado
– Nació cuando el río Medellín apenas venía por la estrella
– Testamento del Paisa , Euclides Jaramillo Arango
”El que se iba por allá bien lejos, a tumbar monte y sembrar tierras y regresaba, pues siempre contaba las cosas desde sus hipérboles y sus exageraciones. Claro, si yo voy y mato una culebra, pues no digo que fue una culebrita de 15 centímetros, eso fue una hijuemadre boa anaconda que me encontré por allá”, refrenda Jota Villaza.
El otro es el uso del vos, una fórmula muy antigua del trato, y el tuteo, que era una forma mucho más cortesana, que luego imperó en ciertas regiones de América como Costa Rica, Uruguay, Argentina y en Colombia, en Antioquia y Valle.
Hoy, dónde se encuentran los paisas
Para encontrar personajes con estas características, sería necesario visitar las zonas del Suroeste, el Norte y la meseta del Oriente del departamento de Antioquia. Si bien seguimos teniendo un acento peculiar, el idioma ha perdido mucho de esos arcaísmos y se ha enriquecido de nuevas fuentes. “Últimamente se ha formado una jerga que es el parlache que ha ido modificando de alguna manera esa habla originaria, obviamente mucho más rica en términos de número de palabras y conceptos, que ahora”, argumenta Mejía Arango.
Sin embargo, Luz Stella Castañeda Naranjo, docente de la Universidad de Antioquia y coordinadora del Grupo de Estudios Lingüísticos Regionales de la misma institución académica, opina que cada época trae consigo sus propias variaciones lingüísticas que corresponden a la lectura cultural y económica. En el caso del parlache, es un argot que fue creado por los jóvenes de los sectores marginales y populares de Medellín y de su área metropolitana, cuando fueron permeados por la cultura del narcotráfico.
La forma de hablar del paisa ha cambiado bajo la influencia de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Incluso en el texto escrito hoy se utilizan muchas palabras del lenguaje coloquial, explica Castañeda. Hay novelas que utilizan parlache, los titulares de la prensa, a veces, utilizan estas palabras y dichos populares para acercarse a los jóvenes de hoy.
En esa evolución, también se encuentran términos que habían caído en desuso pero que volvieron a utilizarse. Por ejemplo, el verbo topar, muy común en el lenguaje antiguo en Antioquia, se empezó a utilizar por los jóvenes dentro del ámbito del parlache, en un sentido como: ‘Me topé con un pillo’, por ejemplo, explica Castañeda, para afirmar que muchas palabras del lenguaje coloquial antioqueño se utilizan en el parlache y en el mismo se aprecian las características del lenguaje paisa inicial.
Otro ejemplo: la palabra Peye, que se usaba también antiguamente, y que viene muy posiblemente del término ‘Pellejo’ despectivo, hoy tiene nueva vitalidad, al punto que, argumenta la profesora Luz Stella Castañeda, es posible afirmar que las fronteras entre el lenguaje coloquial antioqueño y el parlache no están claramente definidas.
Publicado el 6 de agosto de 2013
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