CAMPESINO vs MONTAÑERO

Por Álvaro Cadavid M.
campesino_antioquia Existe una gran diferencia entre ser campesino y ser montañero y es muy fácil de comprender, puesto que campesino es sinónimo de labriego, campirano, rural y otros apelativos referentes a una persona que nace, crece y vive en el campo. La mayoría de las veces, debido a las labores propias del campo, su acceso a la educación es limitada pero esto no quiere decir que sea estúpido, lo cual es una cualidad propia del montañero.

Ser montañero no significa vivir en el campo o provenir del campo sino tener una concepción del mundo muy ordinaria y falta de gusto, con la firme convicción  que sus barbaridades son la máxima expresión de la exquisitez. Montañero es lo mismo que guasca, corroncho, coralibe, ranchero o guajiro y tiene muchísimas manifestaciones que son más notorias en los que se ganan un baloto o una lotería, los mafiosos, los nuevos ricos y demás personas que se escudan en el poder que da el dinero para expresar, por ejemplo:

Que un smoking con tenis y gorra son muy “in”.

Que una biblioteca se debe llenar con todos los libros azules para que combinen con la alfombra y, por supuesto, se deben comprar por metros.

Que un Volskswagen “engallao” es el regalo ideal para su hija quinceañera.

Que no usar medias va a establecer una nueva tendencia en el mundo de la moda.

Que comer con las manos es señal de una personalidad definida.

Que eructar fuerte es un símbolo de satisfacción y de reconocimiento al chef del restaurante cinco estrellas.

Que la expresión “¿y es que mi plata no vale?” justifica cualquier cosa que deseen poseer.

Que para una fiesta de gala se vistan como si su modista fuese Agatha Ruiz de la Prada: pantalones verdes de cuero con medias rojas y zapatos blancos, camisa amarilla con corbata roja para que haga juego con las medias, saco negro con solapas moradas y sombrero azul eléctrico con una pluma rosada en el ribete.

Que se introduzcan los dedos en la nariz o se rasquen sus partes íntimas delante de cualquier persona y en cualquier parte no significan otra cosa que su naturafeza franca y abierta.

Que para él o ella sea normal decir dotor, Hétor, tasi, ésito y punto con, entre otras palabras.

Que su casa sea un mostrario de cosas costosísimas, pero arrumadas una sobre la otra que dan más la impresión de ser una cacharrería que una casa habitada por terrícolas de carne y hueso.

Todos estos requisitos los cumple a cabalidad cualquiera que se quiera graduar con honores de montañero, guasca, corroncho, coralibe, ranchero o guajiro y les garantizo que todos nosotros conocemos a más de uno de estos ilustres graduandos.

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