Libro escrito por Agustín Jaramillo Londoño, consideráramos que es un maravilloso legado que se debe conservarse y divulgar, tanto para “los paisas”, como para los simpatizantes y admiradores de Antioquia la Grande y su Folclor.
Agradecimientos especiales a Nelson Moreno S. , Español, casado con una paisa, por habernos permitido descubrir y transcribir al”Sitio paisa ” este maravilloso documento.
Si busté, amable letor, has tenido la suerte de pasar siquiera unas semanas en los campos de Antioquia y has charlado al amor de una lumbre del hogar, el campamento o el trapiche con esos nobles campesinos, rudos, sencillos, caballerosos y honrados a carta cabal; si en tu casa algún pariente o alguna vieja criada sabía antiguas canciones, cuentos, décimas, adivinanzas; si tú, en fin, viviendo entre nosotros has sabido amar como tuyo lo de todos, gustarás en este libro el sabor de los rústicos manjares montañeros sin adobos ni salsas extranjeras.
Todo el material de este volúmen es de primera mano, recogido directamente de viejos analfabetos que a su vez lo aprendieron cuando niños de otros viejos memoriosos y así hasta donde nadie sabe.
Uno de los personajes más famosos de nuestros cuentos es Pedro Rimales. Antioqueño de orígen español, como que ya en los Entremeses de Cervantes se le menciona de refilón; es conocido en casi todos los países de América, en cual más, en cual menos, pero en ninguno tanto como en Antioquia, en donde los viejos cuentan completas sus aventuras, tal y como aparece en este libro.
Que el folklore se puede acabar y el pueblo puede quedarse sin pan de tradición y desnudo desde el punto de vista cultural, es evidente. Un afán de salvar de la muerte lo más nuestro me ha impulsado por años a recogerlo. Van desapareciendo y quedando sin reemplazo los viejos contadores de cuentos, que dejaban a chicos y grandes embelesados hasta el amanecer por cuantas noches quisieran, mientras ellos saboreaban un cuento de cinco, diez o dieciséis noches, o varios cuentos en cada noche, sin esperar más paga que unos cuantos aguardienticos, tabacos y a veces, cuando mucho, la comida. Las sesiones son largas.
Los niños no pierden detalle y están quietos procurando pasar inadvertidos, para que no se les mande a dormir antes de que termine el cuento.
El viejo, de ojos claros y vivaces, de larga barba nívea y de bigotes grandes y ahumados por el mucho tabaco, encarna todos los personajes que desfilan por la fábula : y canta y ríe y llora y vuela; ruge, silba, ladra, muge, nada, vence, muere, estalla y resucita. Su milagroso bordón de verraquillo, es durante el cuento culebra, escopeta, tiple, lazo, garrote, puente, ramillete de flores.
Lástima que estos viejos se nos mueran! Para que no todo se vaya con ellos a la tumba, yo he aparado de sus bocas las palabras, como aparaba de niño en la falda de mi camisa naranjas, guayabas y madroños…
Los Saludos
Al encontrase dos amigos en la calle, el saludo es uno de estos :
-Quiabido !
-Quihay!
-Quihubo!
Si la persona es un poco refinada, saludará :
-Ola, qué tal !
-Caballero ilustre!
Si es un poco amante de lo arcaico, este será el saludo :
-Buenas y santas !…
Si es persona humilde, puede que salude :
-Adiós mi blanco!
-Adiós,miamo!
Si es persona de confianza y sencilla, puede usar este saludo :
-Adiós, ole!
-Ole, qué milagro!
En los campos todavía se saludan : “Avemaría purísima!” y responden : “Sin pecao concebida !”.
El saludo es de gran importancia. Si uno se encuentra diez veces en el día con la misma persona, en la calle, las diez debe saludarla. No saludar a una persona pone en peligro la amistad.
“Una vez bajaba yo por la calle Caracas y usté no me quiso saludar”… es una acusación muy embarazosa.
Cuando se encuentran muchas veces en el día dos personas, es común decir : “Vamos a ser compadres”.
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INDUMENTARIA
El Carriel
Es el símbolo del paisa. Se usa en Antioquia desde tiempos inmemoriables. Los carrieles que se usaban hace más de cien años, tenían por lo general dos o tres bolsillos únicamente; estos han venido aumentando con el tiempo y se ha llegado a límites de dieciocho bolsillos : llevar más, sería andar con el carriel lleno de cueros!
Un carriel moderno y práctico, no tiene más de nueve bolsillos, contando las tres secretas, o bolsillos disimulados entre los forros.
La tapa del carriel va forrada siempre en piel peluda, ya sea de nutria o tigrillo, que son los más tradicionales, ya de león (puma), tigre (jaguar), y, últimamente, de ternero.
La bolsa, o carriel propiamente dicho, va pendiente del hombro izquierdo mediante una reata de unos tres dedos de ancha, fabricada de cuero delgado y recubierta de charol; algunas van adornadas con ojaletes metálicos y dibujos hechos con hilos de colores : verde, amarillo y rojo.
El carriel es usado por los campesinos y los puebleños en toda Antioquia : lo mismo en las tierras frías que en las calientes. Cada uno lleva en el carriel los utensilios que, de no usar el carriel, llevaría en los bolsillos. Por tanto, no van las mismas
cosas en el carriel del aserrador, que en el del guaquero, ni los mismos utensilios se encuentran en el carriel o guarniel del ganadero que en el del arriero. El que más cosas carga en el carriel, por la índole misma del oficio, es el arriero. En el carriel de un arriero es posible que encontremos más o menos lo siguiente :
Plata :
Billetes y a veces hasta grandes capitales que les confiaban los comerciantes de las poblaciones, para ser entregados a los mayoristas de las capitales, en pago de grandes remesas de mercancías. Un arriero que llevara hoy doscientas mulas cargadas, llevaría fácilmente mercancías por valor de tres millones de pesos, como mínimo. Una barbera :
No tanto para pelear, como dicen algunos, sino porque los arrieros, después de dos o tres, o diez días de penoso viaje, acostumbraban detenerse en alguna quebradita a la orilla del camino para asearse bien, peinarse y hacerse la barba : no les gustaba presentarse mal ante los comerciantes de la plaza. Por lo mismo, llevaban también :
Una peinilla, o peinecito pequeño, y ,
Un espejito con tapa. La tapa era para proteger el espejo, que sin ella se quebraba rápidamente en las bregas del camino.
Un farolito, de tela, plegable, para alumbrar el camino cuando los cogía la noche, y para alumbrar en la tolda. Para el farolito había que llevar, naturalmente :
Una vela de cebo.
Y para que la vela no se quebrara y se apachurrara dentro del carriel ensuciando todo lo que iba dentro, el arriero se hacía a su
Guarda-vela,
que era un estuchito de lata, como una especie de estilógrafo grande, donde guardaba la vela de sebo. Como las noches del arriero son muy largas y empiezan muy temprano, había que llevar con qué entretenerse :
Un par de dados y…
La baraja española, para jugar tute mientras estaban los frisoles o mientras venía el sueño. Y antes de dormirse, leía por centésima vez …
La carta di’amores
que había recibido de la novia y entre sus dedos fuertes y encallecidos, acariciaba tiernamente el recuerdo de la ingrata :
Un crespito de la novia,
atado con una cinta rosada y “perjumada” pa que “güeliera” como a ella. Tanto la carta de amor como el manojito de pelo, iban, naturalmente, ocultos en la secreta.
Leche de Sandio,
envuelta en un pedacito de capacho de maíz : había que mantenerla pa curar el polvillo en los cascos de las bestias, y pa inflamaciones … y, pa tapar gusanos en los “güeisis”.
Por si una carga se rompe, por ai en el camino, es bueno llevar :
Una pitica. Enrollada, o un pedacito de cabuya. Claro que pa coser ha di haber…
Una aguja di’arria. Esta no siempre iba dentro del carriel. Muchos la pegaban en la copa del sombrero y aún la utilizaban para sujetar el ala del sombrero, contra la copa, al estilo mosquetero.
Una navaja capadora. Servía desde pa cortar callos y sacar niguas, hasta pa pelar alguna fruta o hacer alguna intervención quirúrgica en algún compañero o en algún animal.
Uno o dos amuletos. Eran los más comunes :
La uña de la Gran Bestia, de buen agüero para todo. La Cola del Gurre, buen agüero y, calentándola en una vela, servía para quitar el dolor de oído… o para quemarlo. El Colmillo del Morrocoy… generalmente era cualquier desecho animal imposible de identificar… desde luego. El Colmillo del Tigre, y, a veces, una pepita cualquiera que, ellos creían, era la contra de una culebra, que la había dejao en la orillita de la quebrada para irse a beber agua.
También llevaban…
El oju’e venao, una cierta semilla muy dura y bonita que tiene la cualidad de defender a quien la carga, del Mal de Asiento o almorrana.
Tabaquitos para el viaje. Dios nos guarde que nos quedemos por ai en medio camino sin “naíta qui’humar”! Y para encender los tabacos, la chamiza del fogón y la vela del farol…
Recado de sacar candela : una piedra de castilla, un “deslabón” y yesca. Jamás faltó en el carriel de un buen antioqueño…
La estampita de la Virgen del Carmen, o un “Cristico” (pequeño Crucifijo)
Una libretica de apuntes y un lapicito
Un pito de cacho, para hacer señales a los compañeros.
Los carrieles o guarnieles más famosos han sido tradicionalmente los Jericoanos, los Envigadeños y los Amalfitanos.
El carriel es el mismo morral de los pastores europeos, o la bolsa de los ricos señores feudales, que ha evolucionado ligeramente entre nosotros, haciéndose más ruda por el cuero.
Los primeros carrieles de Antioquia eran de tela o de cuero y tela, y llevaban bordado el nombre del dueño en la tapa. Los que dicen que el carriel es de orígen indio no están ni tibios.
Personajes Típicos
El Sacamuelas.
Es una variante del Culebrero. A veces un culebrero mismo. También levanta tribuna, vende menjurjes más o menos peligrosos y, además, saca muelas sin dolor.
Para ello se ofrece a sacar una muela o diente a quien quiera. Sube algún campesino. El sacamuelas lo sienta en un taburete de vaqueta, le unta no se qué misterioso polvo en la muela, echa un corto sermón mientras el remedio obra, y luego, a puro dedo, saca la pieza en un santiamén. Sin dolor y sin hemorragia. Quién sabe si sin infección…
El de los frescos
Tiene su toldita o su casita de lata, en donde expende frescos de todos los colores. En una ponchera de agua sucia va lavando los vasos usados, el cual lavado consiste en introducir el vaso al agua y volver a sacarlo. Nada más. A veces tiene un tronco de hielo para picar o raspar y echarlo a los refrescos. A veces hace con el hielo raspado bolas como de nieve, o cubos, a los cuales vacía un poco de jarabe rojizo y hé aquí un helado rústico.
El de los pirulíes
Los pirulíes son caramelos de azúcar y goma, largos y puntudos como gorros de brujas medievales. Son rojos, verdes, amarillos. Se toma de un palillito que tiene en el extremo más grueso. El vendedor los lleva clavados en un maguey que presenta un aspecto alegre, de mucho colorido.
El de los periquitos y la suerte
Anda con una pintoresca jaulita en la cual hay periquitos amaestrados. Aparte, en una cajita, hay un carro de papeleticas de diversos colores: un color para las damas, otros para los caballeros, otro para los niños.
Se le pagan diez centavos y el hombre ordena : “A ver… uno para el caballero!” Un periquito sale y toma, sin equivocarse, una papeleta en la cual se le dice al caballero que una linda morena piensa en él, que ganará dinero en sus negocios, etc.